«¡No entramos, compañeras, vamos afuera!», gritaba una de las muchas que colmaban el salón de la mutual Sentimiento, en Chacarita. Y el grito se multiplicó. Habían pasado unos minutos apenas de las 17:30 y la sala donde iba a realizarse la primera asamblea de NiUnaMenos de 2018 ya estaba colapsada.

La convocatoria para preparar el paro de mujeres del 8 de Marzo fue la más multitudinaria desde que se abrió el proceso asambleario. Alrededor de 1500 mujeres participaron de uno de los encuentros más plurales y diversos que haya visto una organización social. Organizadas y no, trabajadoras sexuales, transexuales, travestis, mujeres discapacitadas, pertenecientes a sindicatos, gremios y autoconvocadas coincidieron en un puñado de puntos que se expresaron a lo largo de la discusión que duró tres horas. Ochenta se anotaron en la lista de oradores. Sólo la mitad logró hacer uso de la palabra, las otras la retomarán el viernes, en el segundo encuentro. «La convocatoria demuestra que el feminismo amplía cada día sus márgenes, cada vez hay más feministas y cada vez somos más feministas nosotras», dice la periodista Florencia Alcaraz, una de las impulsoras de este movimiento. 

Mientras un grupo de diez mujeres acordaba cómo organizar la asamblea, otra preguntaba: «¿Dónde está la alcancía del INTI?». No es la única caja que circula entre todas con el fin de recaudar fondos solidarios para los despedidos del Estado, también da vueltas la de las trabajadoras del Posadas. Las representantes del hospital y del instituto tecnológico fueron las primeras en contar la situación que viven actualmente. La compañera del Posadas destacó que los despidos cayeron sobre 12 enfermeras que habían logrado detener el intento de extender a 12 horas la jornada laboral. Una trabajadora del INTI coincidió en que esta vez la protesta contra el modelo que intenta imponer el gobierno nacional pasa a ser una profunda necesidad. 

En el patio de la mutual se respira libertad. La asamblea transcurre entre consignas firmes, chistes que cimentan la unidad en la alegría, cánticos que empatizan y atruenan. La primera oradora de la tarde pide «que desde este espacio se empiece a abrazar la causa trans-trava. Nosotras sabemos bien de qué se trata esto, hemos traicionado dos veces al patriarcado, una por dejarlo y otra por atacarlo».

Le sigue la docente y diputada Romina del Plá: coincide en la necesidad de profundizar la pelea contra el ajuste económico y exige el aborto legal y gratuito. «La mujer trabajadora es la primera variable de ajuste. Necesitamos una organización fuerte dentro de los sindicatos», dice por su parte Vanesa Siley, del Sindicato de Trabajadores Judiciales (SiTraJu) de Buenos Aires. 

En las primeras horas de la asamblea, los discursos señalan una problemática común: la ofensiva patriarcal por parte del gobierno. Una respuesta común, también, es la presencia en las calles. Sabrina Montenegro, de la Asamblea Lésbica, ilustra el caso de Higui y cómo se obtuvo su liberación: «Fue el movimiento de mujeres el que logró sacarla. Estamos en un momento de criminalización de la protesta y de persecución a las lesbianas en especial. Tampoco se está cumpliendo la ley de cupo trans. Y pedimos terminar con el avance del feminismo biologicista». El primer acuerdo llegó rápido: partir del documento del año pasado para confeccionar el de este. 

Las mujeres discapacitadas pidieron que el documento cuente con una interpretación de lengua de señas durante el acto, para garantizar el acceso a él, y agregaron que la línea 114 no está preparada para recibir denuncias de mujeres sordas. Las de la agrupación Historias Desobedientes propusieron sumar la exigencia de que la Justicia permita declarar a los hijos de represores y oficiales acusados de delitos de lesa humanidad. «Están presentes todas las luchas que existen hoy en el país», analiza Alcaraz, «y las mujeres que las representan, desde diputadas hasta referentes de centrales de trabajadores, estudiantes, mujeres organizadas y sueltas. El feminismo tiene una transversalidad que les da potencia a sus reclamos cada vez que sale a la calle, y eso se vio en esta asamblea. Demuestra que sabemos llegar a acuerdos».

El colectivo está trabajando en la consigna «Ni una menos sin trabajo», originada en el reclamo de las trabajadoras despedidas de Pepsico. «Este paro busca hacer visible ese hilo invisible que existe entre la violencia económica y la violencia que se desata cuando se precarizan nuestras vidas con la flexibilización laboral. Las demandas tienen que ver con la realidad actual de la Argentina, cómo la crisis económica pega con fuerza en los colectivos sociales, y uno de los más golpeados son las mujeres. Basta ver las cifras de informalidad laboral. La demanda de los feminismos hoy va más allá del reclamo por un freno al femicidio y a las violencias machistas más tradicionales. De aquí a marzo saldremos a disputar otra vez el sentido hegemónico de la palabra ‘paro’, que acá todavía la tienen los varones», finaliza Alcaraz. 

Pasadas las 21:30, cuando ya la oscuridad impedía mirarse a los ojos, la asamblea pasó a cuarto intermedio. Las mujeres están más organizadas que nunca. «