El cine argentino llenó hasta el tope en una de las salas más grandes con las que cuenta el 69o. Festival de Berlín. La película protagonista fue “Los miembros de la familia”, segundo largometraje de Mateo Bendesky después de su film de graduación “Acá adentro” (2013).

Seleccionado por la sección paralela oficial “Panorama”, “Los miembros de la familia” cuenta la historia de dos hermanos adolescentes, Gilda y Lucas, que llegan a una localidad turística de la Costa Atlántica argentina, desierta en invierno, para cumplir con las últimas voluntades de su madre.

Obligados a permanecer en el lugar a causa de una huelga de ómnibus que les impide regresar a Buenos Aires, los hermanos descubrirán una manera de resolver sus diferencias y de reconocer sus propios deseos y definir sus personalidades.

Gran parte del encanto de la película deriva, no solo de la interpretación de los jóvenes actores, Tomás Wicz y Laila Maltz, sino también de un guión original del mismo Bendesky que juega con lo no dicho para urgir al espectador a que complete lo que el director no especifica en la trama.

Bendesky juega también con el humor de algunas situaciones y con lo fantástico, cuando la madre se aparece en sueños a su hijo comunicándose con ruidos metálicos que este interpreta a su manera.

La fría y dura luz invernal de un pueblo abandonado por los turistas y donde casi no hay sombra de población autóctona, es realzada por la soberbia fotografía de Román Kasseroller.

“Mi film es una mezcla de experiencias personales mías y elementos de ficción – declara Bendesky al público que asistió a la primicia mundial de su obra – y combina temas de la adolescencia con el duelo, dos estados psicológicos muy parecidos ya que enfrenta a la persona con hechos y situaciones que les cambiarán la vida”.

“También me gustó agregar elementos fantásticos que caracterizan a la literatura y al cine latinoamericano, y especialmente argentino, pero no me interesaba presentar en forma real un fantasma en imágenes o voces prefiriendo que fuese el hijo el que interpretara a su manera el mensaje de su madre” agregó el director.

“Tampoco me interesaba explicarlo todo porque en la vida hay cosas que no se saben y en el cine esta falta de información puede crear una nueva relación del público con los personajes” asegura Bendesky y agrega: “una vez terminado el film, este ya no me pertenece y le toca al público llenar lo que no está dicho con su propia vivencia”.

Esta es la primera vez que los jóvenes intérpretes veían el film entero y con espectadores que han pagado sus entradas (las proyecciones de Panorama están abiertas al público que en votación popular elegirán a la mejor película de ficción y documental) y están más que emocionados.

“Fue un trabajo fugaz pero muy hermoso – declara Tomás Wicz – donde se creó una relación muy fuerte entre todos nosotros y sobre todo con Laila que se convirtió en mi confidente y hoy ella sabe más de mí que cualquier otra persona en el mundo”.

“Fue una hermosa experiencia trabajar con Mateo que no explicaba los personajes pero sin definirlos claramente para que nosotros pudiéramos agregarle algo de nosotros – declara por su parte Maltz y a coro ambos afirman que “nuestro aporte al film fue la conexión entre nuestros personajes”.