Como tantos compañeros a fines de los 60 y principios de los 70 nos hicimos peronistas de la mano de los compañeros de la Resistencia Peronista.

Como tantos compañeros de mi generación estuvimos presos, muchos NO nos fuimos de la Plaza. Miles desaparecieron y comprendimos que perderíamos la batalla por el signo político del peronismo, porque la burocracia sindical y la derecha civil y militar esperaban agazapados a un General Perón, lúcido y humano como siempre, pero enfermo y entornado. Puedo aseverarlo porque estuvimos con él varios familiares de presos políticos en noviembre de 1972 y nos pidió no ser sectarios y muchos no entendimos..

Desde ese momento la disputa por el signo político del Movimiento se fue desarrollando en forma extremadamente cruenta o electoral. Hasta hoy.

El advenimiento del Kirchnerismo como renovación política y restauración ideológica y doctrinaria, volvió a poner en situación tan fundamental disputa.

Es habitual decir en el peronismo que nadie tiene el peronómetro, que la unidad es condición para el triunfo.

No estoy de acuerdo, el General Perón y Evita han dejado toda una doctrina escrita con fundamentos que el pueblo custodia. La Constitución de 1949 fue fundacional y tiene vigencia filosófica y viabilidad política. La unidad es virtuosa cuando es ideológica y no traiciona sus orígenes.

Ya debimos soportar que en nombre de Perón y de Evita, el neoliberalismo desplegara sus intereses durante el gobierno menemista.

Me mantuve en el PJ aún en esos tiempos por aquello de que las diferencias se pelean desde adentro, hasta que el PJ de la Ciudad de Buenos Aires decidió ser representado por Cavallo. Fue un BASTA de muchos compañeros que decidimos apoyar a Aníbal Ibarra.

Afortunadamente Néstor se abrió paso en la jungla pejotista y junto a Cristina depués, nos volvieron a ilusionar con un peronismo apegado a sus raíces, a su naturaleza popular y nacional.

Volviendo de un obligado exilio peruano pude recorrer algunas provincias del centro de ese país, por ejemplo la provincia de la Convención. Allí todos conocían a Perón y Evita porque ellos había ayudado a ese pueblo en el marco de un bloqueo.

Una mujer peruana indígena » de pollera», de un sector pobrísimo de Lima me dijo al despedirse «ah, pero ustedes tuvieron a una Evita» y me mostró una ajada postal con Evita espléndida en su vestido azul. A esto se le llama hermandad verdadera.

Porque Perón y Evita creían en la Patria Grande como condición de soberanía y fue la integración una tarea permanente.

Dentro del movimiento peronista pero fuera de las estructuras del PJ, me siento con el permiso de solicitar que el Senador Pichetto deje de presidir el bloque del FVP y que deje de decirse peronista.

Ahora entiendo por qué Pichetto siempre pierde en su provincia: no es peronista ni ninguna otra cosa, es tal como se lo denomina, «un operador», palabra interesante que encubre a los impostores y a los oportunistas.

Muchos seguiremos siendo apasionada y consecuentemente peronistas aunque respirando fuera de las estructuras de un partido que no se cansa de traicionar los orígenes y los ideales de sus creadores, Perón y Evita.