Luego de un fin de semana tenso en la frontera colombo-venezolana, todos se preguntan cuáles son los próximos capítulos de esta ofensiva contra el gobierno de Nicolás Maduro. Porque el resultado del intento de ingresar camiones con «ayuda humanitaria» hacia el país bolivariano no dio el resultado esperado, con lo que a quienes pretenden derrocar a Maduro le van quedando menos opciones pacíficas en vista de su negativa a negociaciones diplomáticas. Además, si bien hay cerca de 50 países que siguieron la directiva de Washington y reconocieron al diputado Juan Guaidó como presidente, ya la Unión Europea avisó que no aceptará una intervención militar. El mandatario venezolano ya había dicho que estaba dispuesto a aceptar el ingreso de ayuda, pero proveniente de la UE, en un intento por mantener canales de diálogo con el bloque antichavista internacional.

Lo que si va quedando claro es que los más enceguecidos promotores de una intervención armada contra Venezuela son los propios representantes de la Asamblea Nacional (ANV) con el auto designado Guaidó a la cabeza, y los representantes de Estados Unidos.

El resto mantiene posiciones contrarias a la escalada bélica o le dan largas al asunto para no enemistarse con la administración Donald Trump, que mientras tanto se prepara para un encuentro con el líder norcoreano Kim Jong-un y parece llegar a un acuerdo comercial con China, tensa la cuerda en América, en un abierta expresión de Doctrina Monroe recargada.

Lo que deja este particular momento para Latinoamérica, además, es que ya no hay prurito en mostrar las cartas sobre la mesa, por reñidas con la diplomacia y el derecho internacional que sean. Así, Guaidó no tiene empacho en pedir que la comunidad internacional «tener todas las opciones abiertas». para resolver el entuerto.

Por si quedan dudas de que lo de «opciones abiertas» es una intervención está Julio Borges, antecesor de Guaidó como presidente de la ANC y furibundo antichavista. Así lo manifiesta en un tuit previo al encuentro que el Grupo de Lima, los países de la región que tratan en caso Venezuela, desarrollarían en Bogotá este lunes.

El estadounidense de origen cubano Marco Rubio, descarnadamente anticastrista y anticomunista y ex precandidato a presidente de EEUU por los republicanos, llegó a perder los estribos en una cadena de tuits donde no dudó en ilustrar lo que desea para Maduro con imágenes de Muammar Khadafi, asesinado por fanáticos libios en 2011.

También tuvo un recuerdo para Manuel Noriega, ex mandatario de Panamá y agente de al CIA que fue detenido tras la invasión de es país en 1989 y condenado por narcotraficante en Miami en 1991. No olvidó en sus mensajes en las redes al ex presidente rumano Nicolae Ceasescu, derrocado y ejecutado con su esposa en 1989 por la revolución que terminó con el régimen estalinista.

En EEUU, a su vez, el vicepresidente Mike Pence es quien llevó a cabo la tarea de disciplinar a los países del sur del Río Bravo en el encuentro que se desarrolló en la capital colombiana. No oculta que su postura es abiertamente militarista, en línea con el presidente Trump, el secretario de Estado Mike Pompeo y el consejero en seguridad Nacional, John Bolton, aunque el documento que salió de dicha reunión parece ir a contra mano. «Reiteramos la convicción de que la transición a la democracia debe ser conducida por los propios venezolanos pacíficamente y en el amparo de la Constitución y el derecho internacional, apoyada por medios políticos y diplomáticos y sin el uso de la fuerza», indicó el canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo, quien leyó resolución adoptada por los miembros del Grupo de Lima.

Para tener una idea de lo que estos halcones entre los halcones piensa sobre el modelo de democracia al que aspiran en la región, baste poner un tuit de Bolton sobre el referéndum de este domingo en Cuba, donde los ciudadanos votaron una reforma constitucional.

El referéndum constitucional de Cuba hoy es otra estratagema del régimen cubano para encubrir su represión y tiranía. Los Estados Unidos apoyan al pueblo cubano a pedir libertad y democracia.

Un paso mas adelante Mike Pompeo, que fue director de la CIA,. «Los días de Maduro están contados», afirmó desde Washington, tras bajar línea sobre la idea de que «todas las opciones están sobre la mesa».

«Agentes cubanos dirigen ataques contra la gente de #Venezuela en nombre de Maduro. El Ejército venezolano debe hacer su deber, proteger a los ciudadanos del país, y evitar que los titiriteros de La Habana maten de hambre a los niños».

Desde Colombia, las voces de Poder Ejecutivo están todas en contra del gobierno de Maduro, al tiempo que el presidente Iván Duque funge como abanderado de la lucha para destituir al chavismo. Duque es hombre de Álvaro Uribe, viejo enemigo de Hugo Chávez de cuando era presidente. El riesgo de una guerra entre vecinos y hermanos es grave y las voces de alarma llegan desde el ex alcalde de Bogotá y competidor de Duque en el balotaje de 2018, Gustavo Petro:

Esta nueva andanada de medidas contra Venezuela surgen luego de que la operación de este sábado para el ingreso de «ayuda humanitaria» terminara en un fiasco. Cierto que hubo incidentes con dos muerdos y varios centenares de heridos en escaramuzas fronterizas. También que circularon cientos de «fake news» con imágenes trucadas o información tergiversada que llevan a al percepción de que lo de Maduro fue una agresión inhumana.

Pero esta renovada apuesta por la intervención manifiesta la impotencia en lograr los objetivos destituyentes por otros medios.

Uno de los hechos más destacados fue el incendio de un camión que estaba sobre el puente entre Cúcuta y Táchira repleto de alimentos y medicamentos, según la oposición. Le atribuyeron el hecho a chavistas, sin embargo hay imágenes que revelan que se trató de guarimberos -como se llama a los manifestantes violentos en Venezuela- y que habían cruzado desde el lado de Cúcuta.

Esto también lo reflejó Petro en su red de Twitter.

Luego se difundieron videos donde se ve que los camiones en realidad también llevaban elementos para alentar nuevas guarimbas del otro lado de la frontera.

Así están las cosas cuando los gobiernos de la derecha atinoamericana, con apoyo del secretario de la OEA, Luis Almagro, de disponían a tratar nuevamente «el problema Venezuela».