El presidente electo Alberto Fernández volvió a hablar durante su visita a México y volvió a referirse a la región al pedir «darle al continente la igualdad que no tiene» y advertir que el «gran desafío» de América Latina es «dejar de tener ese estigma que nos convierte» en la zona del mundo con «mayor desigualdad».

Sin embargo, el mayor impacto lo tuvo su declaración sobre el aborto al considerar que “nunca debió ser un delito” en Argentina.

«Yo no soy un hipócrita, toda mi vida enseñé que el aborto no debe ser un delito. No me cuesta decirlo, es lo que siempre he creído. El aborto es un problema de salud pública. Casi en soledad plantee el tema, cuando tenía candidatos que me acusaban con ser amigo de Satanás por decir esto. Los derechos de las mujeres van mucho más del aborto», sostuvo.

Y agregó: «A esta altura de los acontecimientos creo que no debe ser un delito y que las mujeres deben acceder en las condiciones de asepsia que el Estado tiene que garantizar».

Fernández brindó una conferencia magistral en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el penúltimo día de su visita a ese país. La mayoría de la charla se enfocó en la región y su conflictivo presente.

En la ponencia, titulada «Los desafíos de América latina», el mandatario electo también apoyó al jefe de Estado mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de quien dijo que representa «la primera bocanada de aire en América Latina» porque a partir de su gestión, dijo, ese país «volvió a mirar al sur».

En otro tramo de su conferencia, Fernández apoyó, además de a Lula, a los ex mandatarios Rafael Correa (Ecuador), y Cristina Kirchner, vicepresidenta electa de la Argentina, al señalar que los tres fueron «víctimas de un sistema judicial que articularon para perseguir a los líderes populares».

«Correa terminó exiliado, Lula preso y Cristina amenazada sistemáticamente», dijo y, sobre el caso de su compañera de fórmula, añadió: «No pudieron avanzar porque sus mentiras (de los acusadores) fueron muchas y las pruebas eran inexistentes, porque el pueblo la eligió y le dio fueros, y porque atrás estaba el peronismo».

Tras definir que no era «casual» que su primera visita como presidente electo hubiera sido México, al destacar que dio asilo a argentinos perseguidos por la dictadura, Fernández recordó que «durante muchos años» ese país «miró al norte», hasta que «un día llegó López Obrador y volvió a mirar al sur».

Al referirse a las crisis en Ecuador y Chile, Fernández evaluó: «Un día los que pierden derecho dicen ‘yo tengo derecho a tenerlos’, y allí vienen las reacciones sociales que después lamentamos, y muchos dicen ‘no entiendo qué pasó'».

«Durante todos estos años escuché decir que Chile era el ejemplo a seguir, porque pareció que la macroeconomía funcionaba, pero la desigualdad era muy grande. El único milagro chileno es que la gente no reacciona», dijo, y completó: «Y un día reaccionaron, y pusieron sobre la masa todas las inequidades que estaban ocultas».

Fernández evaluó entonces que «un buen continente se construye incorporando gente a la sociedad, dándole derechos y garantizándoles posibilidades de progreso».

De esa manera, para el mandatario electo «el que no tiene derecho al trabajo, o tiene un trabajo precario, no tiene libertad».

Al trazar comparaciones con los casos de Chile y Ecuador, Fernández expresó: «En Argentina fuimos distintos, como México, porque los postergados tuvieron derechos. Acá hubo una revolución, y allá (por Argentina) la revolución se llamó peronismo. Y un día, acá y allí, empezaron a darles derechos a los postergados».

En esa línea, subrayó que «el gran desafío es dejar de tener ese estigma que tenemos y nos convierte en el continente con mayor desigualdad. Cuando asuma, el 40% de los argentinos estará por debajo de la línea de pobreza. Nadie puede estar bien con su conciencia sabiendo esto. Ha llegado la hora de generar condiciones de igualdad», completó.

Tras destacar el período de gobiernos de centroizquierda de América Latina, Fernández puntualizó que por entonces la región «entró en un periodo de crecimiento, todos los países crecieron y los gobiernos trabajaron para igualar a la sociedad».

Por ese motivo, convocó a «barajar y dar de nuevo», aunque aclaró: «Esta vez tenemos que aprender de esa década en la que estuvimos; las (cosas) que hicimos mal, para no volver a hacerlas, y hacer las que estuvieron bien para alegría del pueblo».

«Terminamos todos divididos», analizó sobre la región, pero advirtió que «alguien nos ha dividido, y en la división alguien se aprovechó de nosotros».