Los desafíos de un plan de estabilización dependen del nivel de inflación que enfrenta. En la Argentina con una carestía de tres dígitos, hay que atacar en simultáneo los desequilibrios externo, fiscal y monetario, las pujas distributivas, los desequilibrios de precios relativos y la expansión de cláusulas indexatorias. Andrés Asiain dijo que el plan fue acercado a Massa.

–¿Cómo interviene la moneda indexada?

–El uso de la moneda indexada como un instrumento para estabilizar inflaciones de tres dígitos tiene antecedentes de los que el más importante es el de Brasil en los años ’90 con el plan real, con un resultado muy bueno, al punto de que, cuando devaluó la moneda fuertemente, la economía no se rompió.La idea es generar una referencia de precios y de ingresos para resolver el problema de los precios relativos inestables. Como en la Argentina n o existe esa alternativa, se busca que el dólar cumpla ese rol. Nosotros proponemos una moneda indexada como referencia de precios. Un ejemplo de esa referencia en la Unidad de Valor Adquisitivo, la famosa UVA. Macri se lo dio a los bancos para que logren fijar el valor de sus créditos hipotecarios y así se protegieran de la inflación. Nosotros decimos que eso que funcionó para los banqueros, no así para los deudores, porque no se les dio ninguna cobertura frente a la inflación, extenderlo al total de la economía.

–¿Qué se lograría con ello?

–Si los salarios ajustan por una moneda de referencia (lo cual no impide la realización de paritarias) y también lo hacen los depósitos, los créditos, la tasa de interés, las tarifas y la política cambiaria, y además se estimula a los empresarios a que en sus contratos fijen precios en moneda de referencia, lo que se logra es generar toda una estela de precios relativos estables en esa moneda indexada de referencia.

–O sea, los contratos indexados a inflación pasada irían perdiendo peso. ¿Sigue el problema de la puja distributiva?

–Se pasa a la resolución de los problemas de la inflación de dos dígitos, que son las pujas distributivas y la inestabilidad de los precios relativos. Como ya se estabilizaron todos los precios en la moneda de referencia indexada, ésta sustituye al peso actual y todos los precios nominales pasan a ser estables porque están fijos en la nueva moneda. Con la nueva moneda legal, automáticamente, se rompe toda la indexación.

–¿Pero sigue la distorsión de precios relativos?

–El plan no se mete a cambiar los precios relativos, sino que busca estabilizar la inflación aceptando los precios relativos que existen. Un breve congelamiento de precios y salarios es seguido de la aplicación de un criterio de una indexación que en cada mes debe ser menor a la del mes anterior y que en el caso de los aumentos periódicos, por ejemplo, un alquiler, sea un promedio de los últimos seis meses, que es menos que la inflación punta a punta. Los reajustes de precios y salarios están condicionados a hacerlos converger por medio de una regla que debe fijar el Estado. Se genera una tendencia a la estabilización. Así, además, se minimiza la inflación en pesos durante la transición. En Brasil, el gobierno no aplicó este criterio, sino que les dio libertad a los empresarios para subir precios y eso generó una inflación elevada en cruzeiros.

–Veamos el contexto político en el que se aplicaría este plan.

–Se debería aplicar en un nuevo mandato, sea el que sea, pero Javier Milei dice que va a dolarizar y Patricia Bullrich está diciendo que va al bimonetarismo. Somos un Centro de Estudios con una afinidad ideológica con el peronismo y obviamente le ponemos la ficha a Sergio Massa. La asunción del nuevo gobierno es un buen momento para lanzar el programa porque tiene cierto respaldo político de la sociedad. Además, vemos en el año 2024 un contexto externo favorable por do motivos. De un lado, habrá un superávit comercial de cerca de 20.000 millones de dólares por la recuperación de la cosecha y la sustitución en importaciones de energía por el gasoducto Néstor Kirchner. Del otro, es un año donde no hay grandes vencimientos de deudas. Esto da un margen para el año que viene porque es fundamental contar con dólares para sostener el tipo de cambio. El Plan Austral funcionó, pero Alfonsín se quedó sin dólares y ya no lo pudo sostener. Por eso, por más que uno arme el mejor plan de estabilización, el mercado de cambios se lo puede llevar puesto.

–Es cierto que habrá mayor holgura externa, pero ¿cómo evitar que se repita la fuga de dólares?

–Hay que evitar darles a los exportadores una tasa de interés que les permita no liquidar divisas y endeudarse en pesos. Es decir, el financiamiento de los sectores exportadores tiene que tener un costo superior a la tasa de devaluación. El otro aspecto es tener una política en el dólar paralelo, adonde el gobierno tiene que poner todos los cañones, o sea, plata grande, para fijar el dólar financiero en un valor alto. La brecha se irá cerrando lentamente. Lo más importante es dar la señal de que uno tiene bajo control a los dólares paralelos.

–¿Qué pasa con la cuestión fiscal en el plan de estabilidad?

–Una vez estabilizada la economía hay una etapa de recomposición de la demanda de circulante, que puede llegar a ser casi tres puntos del PBI, para transacciones porque la economía está estable. La política para reducir en dos puntos el déficit primario sin ajuste del gasto es con los gastos de capital y algunos proyectos de inversión social en la economía popular que salen del presupuesto del Estado y se arman unos fideicomisos fondeados con el 10% de la plata que hoy está en las Leliq y un 10% de los activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad.

–Todo el plan implica una negociación de fuerza con bancos y empresas. A la vista de su conducta previa, ¿cómo esperar que acompañen el plan?

–Soy de la idea de que la inflación a niveles de tres dígitos no le conviene a casi nadie. Las empresas no pueden planificar costos ni ganancias, por lo tanto, se paralizan los proyectos. En Brasil, apoyaron el plan real.