Juntos por el Cambio, la coalición creada en 2015 para impulsar la candidatura de Mauricio Macri y llevarlo a la Casa Rosada, se enfrentará a su examen más difícil desde entonces. Será en las elecciones generales de este domingo, que también serán decisivas para el futuro de la alianza integrada por el PRO, la UCR y la Coalición Cívica, junto a un puñado de disidencias provinciales del peronismo. Su candidata presidencial, Patricia Bullrich, quedó segunda en las primarias del 13 de agosto, detrás de su competidor de ultraderecha, Javier Milei.

La superó por menos de dos puntos y se quedó con el primero de los tres tercios que dejaron las PASO. El tercero, por escasa diferencia, quedó para el ministro y candidato de UxP, Sergio Massa. Setenta días después de esa visita a las urnas, los socios de JxC temen quedar afuera de un eventual balotaje, con un impacto impredecible que sólo podría evitarse si Bullrich revierte los pronósticos que preocupan a su equipo de campaña.

La sensación de preocupación es inocultable en el ánimo de sus principales dirigentes. Los más experimentados afrontan la incertidumbre con optimismo, pero no les alcanza para digerir que el corte de boleta en el conurbano bonaerense de los propios intendentes de JxC es el síntoma que más los inquieta. El fenómeno, cada vez menos silencioso, demuele el discurso público del PRO en el último tramo de la campaña. En el partido amarillo aseguran un sitial en una eventual segunda vuelta.

En la Provincia ese criterio está en crisis. Para tener más chances algunos jefes comunales distribuyen su boleta junto a la de Milei y eluden la propia, compartida con Bullrich y con el candidato a gobernador Néstor Grindetti. En esa escudería que se quedó al frente de la marca de JxC están los protagonistas de una interna feroz con los competidores de la lista que encabezó Horacio Rodríguez Larreta en las primarias del 13 de agosto. El endurecimiento le sirvió a Bullrich para imponerse al sector socialdemócrata de la coalición y de su partido. Pero no le rindió más dividendos. Al contrario, desde ahora es un atributo que la debilitó ante el crecimiento de Milei. El candidato de ultraderecha hoy continuaría en una meseta alta de voluntades, aumentada por las que habrían migrado de Bullrich a La Libertad Avanza. El letal efecto «segunda marca» que corroe a la candidata de JxC es el segundo motivo de la aparente declinación que le adjudican. El más importante sigue siendo el alto costo que pagaron por la interna y la gravitación del expresidente Maricio Macri, que respaldó a Bullrich en desmedro de Larreta y luego sembró ambigüedades con Milei.

«Antes del 13 de agosto fue contra Horacio y después contra Patricia», caracterizan dentro del PRO. Es una frase que se escucha en distintas latitudes del partido amarillo para reflejar la desconfianza que tienen con Macri y la actitud que podría adoptar a partir del lunes cuando enfrente los resultados. Los que más conocen al expresidente le adjudican un pecado originario que le amarga el café a varios, incluso a Bullrich. Dicen que sabe lo que hace porque le tocó. En 2015 fue Elisa Carrió quien lo blanqueó. Primero dijo que  Macri era su límite y después aceptó formar Cambiemos. «Ahora Macri lo hizo con Milei. Lo blanqueó, lo legitimó, lo elogió y habilitó que una parte importante del voto de Patricia se vaya con Milei. Falta saber si trabajará para él en caso de que las cosas no salgan bien para nosotros», bramó con bronca una alta fuente del PRO ante las consultas de Tiempo.

Además de las presidenciales este domingo hay dos cuestiones determinantes para el futuro de JxC: la Provincia y la ciudad de Buenos Aires. En territorio bonaerense los optimistas apuestan a un cabeza a cabeza de Grindetti con el gobernador bonaerense Axel Kicillof, que pelea su reelección. La presunción del PRO contrasta con el corte de boleta que inquieta tanto a Bullrich como síntoma de fuga de votos.

En las PASO el ganador a gobernador de JxC fue Grindetti. La disputa dejó consecuencias difíciles de curar con Diego Santilli, otro larretista que no la vio venir pero se cuadró ante el vencedor. Ambos sumaron el 32,92% y quedaron cuatro puntos debajo del 36,41% de la fórmula Kicillof – Verónica Magario. El tercer puesto quedó para Carolina Píparo, de La Libertad Avanza, que sumó el 23,73. En la Provincia se reitera la fuga de votos. A Grindetti le alcanzó para ganarle a Santilli pero ahora padece la misma debilidad que  Bullrich. Aferrados al extremo durante toda la campaña se vieron obligados a mostrar gestos hacia el centro, como la tardía inclusión de Rodríguez Larreta en un gabinete imaginario.

En la Capital, territorio originario del PRO, se desarrolla una de las metamorfósis más importantes del macrismo por fuera de los lazos que unen a su fundador con Milei. Jorge Macri, primo del expresidente, sabrá este domingo si sucederá a Rodríguez Larreta o si deberá definirlo en segunda vuelta, si no supera el 50% de los votos. Hace campaña al frente de un aparato larretista que no le pertenece. Luego de obtener el 28,66% en las PASO y ganarle por un punto y medio a Martín Lousteau, el exintendente de Vicente López transitó una campaña opaca para que el PRO retenga la Ciudad. No se sabe cuánto voto radical podrá contener este domingo. Si hay segunda vuelta, sus posibilidades podrían hacerse vidriosas por un eventual balotaje presidencial donde JxC quede afuera.

Hay dudas sobre la semana próxima. Si hay segunda vuelta y Bullrich está adentro será un momento de definiciones para Macri. Si JxC no entra comenzará un proceso brumoso. El primer paso, vaticinan algunos dirigentes amarillos, «será como se pronunciarán las principales figuras de JxC y cómo se soportarán mutuamente esos pronunciamientos». Los socios saben de antemano que no todos tendrán el mismo posicionamiento. Macri podría hacer foco en su antagonismo con Massa y respaldar a Milei, aunque el radicalismo podría repasar los años de agresiones de Milei y llamar a votar contra su candidatura. En el PRO se jugaría la principal disputa porque Macri podría quedar sólo si busca tejer una unidad partidaria con Milei. Temerosos de ese escenario, algunos dirigentes no descartan recurrir a la libertad de acción para evitar la fractura de la coalición opositora y preservar el otro activo que se definirá este domingo: la presencia que tendrán en las dos cámaras del Congreso, donde la foto de las PASO tampoco les deparó un mejor futuro. Otra vez por fuga de votos que podría originar un bloque de ultraderecha que les restaría poder de fuego y negociación.

«Más que ruptura de JxC habría una división del PRO», analiza un observador bonaerense que no le saca un ojo a la futura composición del Congreso. El liderazgo de la futura oposición a partir del 10 de diciembre, del signo que sea, se cocinará en esas bancas. Ese capítulo de la boleta no tiene balotaje. El presidencial podría tener un primer round este domingo y definir a dos competidores que se medirán el 19 de noviembre. El saldo por fuera de las nacionales no ha sido perdidoso gracias a las desobladas: el PRO ganó Chubut y sumó un distrito por fuera de la Capital, mientras que la UCR creció a cinco gobernadores con las victorias en Santa Fe y Chaco, que se suman a Jujuy, Mendoza y Corrientes. La liga que tendrá mayor centralidad de ahora en adelante sumó a dos aliados provenientes del peronismo disidente en San Luis y del bloquismo en San Juan. Si Bullrich no entra en la segunda vuelta y queda afuera de ese esquema de poder, comenzará un proceso impensado para los dirigentes opositores que, hace un año, estaban seguros de reconquistar la alternancia a 40 años de la recuperación democrática.  «