Cristina Fernández aprovechó el marco académico para señalar lo que considera errores del plan económico, despejar los ejes de la discusión política, y reacomodar según su espesor a los sectores que integran el Frente de Todos. En la universidad de Chaco Austral, la vicepresidenta mezcló el tono pedagógico y el discurso político para dar su visión sobre el mayor problema que atraviesa el país: la inflación y la caída del poder adquisitivo de los ingresos.

La crítica apuntó a un aspecto central del plan económico del gobierno nacional. Primero se ocupó de mostrar que el aumento dinero circulante, “la maquinita, como le gusta decir a algunos”, no es causa de la inflación, argumento que históricamente usaron los partidos de centro derecha en el país. Con un gráfico -que se llevó impreso para mostrar en cámara como conductora de TV, pero que finalmente se pudo ver como parte de la transmisión- mostró como con menor base monetaria y menor dinero en poder público desde el 2015, la inflación se había disparado igual. El mensaje del kirchnerismo es claro: los salarios y jubilaciones no son el principal motor de la inflación. Esa discusión la llevó al terreno parlamentario con dos proyectos que presentaron en ambas cámaras, uno para los y las trabajadoras en actividad y otro para los jubilados y pensionados. “La inflación es por la escasez de dólares y no, como dicen en la tele, por la emisión”, sintetizó.

Para Cristina, la causa estructural de la inflación es el bimonetarismo de la economía argentina, que condiciona, según dijo, a “todos los partidos políticos que se van a tropezar con la economía bimoentaria, y más ahora con el Fondo». La vicepresidenta criticó uno de los puntos nodales del acuerdo con el FMI al sostener: “La devaluación permanente lo único que hace es mantener inercial la inflación. Por esto discutimos. No por cuestiones de poder, ni de caja, ni de que me miró mal».

También se encargó de señalar las causas secundarias, no estructurales, del incremento de precios. Se despachó con una de sus “infidencias”, que mechó durante toda la alocución. La vicepresidenta contó como un economista joven que «no es el actual secretario de Comercio Interior (Roberto Feletti)» le llevó “al ministro de Desarrollo Productivo (Matías Kulfas) un proyecto de comercio interior. Y que recibió como respuesta que «no vamos a hacer lo que hicieron ustedes, vamos por el consenso, ustedes fueron muy intervencionistas». La expresidenta contó como el macrismo desmontó la estructura de la Secretaría de Comercio Interior de su gobierno que “tenía capilaridad” para dar a entender que no se reconstituyó durante el gobierno de Alberto Fernández. «Pensaron que ‘volver mejores’ era hacer todo lo contrario de lo que habíamos hecho nosotros. Se tragaron el amague que eran los modales», sentenció.

Un segundo eje del discurso de Cristina fue la supuesta disputa de poder dentro del oficialismo. “Pelea es nombre femenino y debate masculino. No creo en las causalidades y sobre todo con cierta prensa”, caracterizó. Luego recordó la conformación de la fórmula presidencial del FdT: “En unos días más, el día del censo, se cumplen tres años de aquel video en el cual le comuniqué a todos la decisión que había adoptado. Si fuera una disputa de poder hubiera elegido al presidente del Frente Renovador (Sergio Massa), que venía de un partido político y de haber sido candidato a presidente, con legisladores, gobernadores. Elegí a una persona que hoy es presidente que no representaba a ninguna fuerza política que conformaba el frente, pero que además me había criticado desde el año 2008. ¿Alguien piensa que puedo decidir las cosas por enojo o poder?”.

También respondió dos críticas permanentes que hace los medios del establishment y «algunos funcionarios en off» al cristinismo: el uso de las llamadas “cajas” y la búsqueda de cargos dentro del Ejecutivo. Contó que el presidente había elegido al ministro de Interior Eduardo “Wado” de Pedro como jefe de Gabinete, pero que ella prefirió que ocupara su actual cargo. Y que Alberto Fernández había propuesto a Andrés “Cuervo” Larroque para que ocupara la cabeza del Ministerio de Desarrollo Social, pero que Máximo Kirchner prefirió que siguiera en el gobierno bonaerense y que en su lugar fuera el actual ministro Juan Zabaleta.

“Nunca decido las cosas a través de mis hormonas sino a través de mis neuronas. Muchos dirigentes dicen que las mujeres somos histéricas. Ellos son los hormonales, que se pelean para ver quién se sienta adelante», disparó. “Sí fue una acción generosa que el presidente pueda elegir su gabinete económico”, sintetizó para volver a señalar a los funcionarios que, evalúa, no funcionan.

Además mencionó a dos poderes a los que siempre critica durante sus discursos, pero no quiso esta vez “volver a hablar de lawfare”. Caracterizó al “poder mediático, que en la Argentina está más concentrado que en ninguna otra parte del planeta” y al Poder Judicial, vinculado al económico “al que le conviene una corte de 4 miembros para poder apretarla”.

Cristina se despidió efusiva del público, con besos, abrazos, entrega de cartas y selfies. Después, saludó junto al gobernador chaqueño, Jorge Capitanich, a la militancia que aguardaba afuera de la Universidad de Chaco Austral, una postal que pareció de campaña.