El próximo miércoles comienza finalmente el juicio oral a Mario “Churrasco” Sandoval por el secuestro y tormentos a Hernán Abriata, un joven estudiante de Arquitectura y militante de la Juventud Universitaria Peronista que fue llevado a la ESMA a fines de 1976 y aún permanece desaparecido.

Luego de dos postergaciones del TOF 5 de CABA, Sandoval estará por primera vez ante la Justicia argentina acusado por crímenes de lesa humanidad: fue extraditado para este debate en diciembre de 2019 desde Francia, donde se había refugiado tras el final de la dictadura.

Este es el sexto juicio que se realiza en el marco de la megacausa ESMA. Si bien Sandoval era inspector de la Policía Federal y prestó funciones en el Departamento de Asuntos Políticos de la Superintendencia de Seguridad Federal, al menos entre 1976 y 1977 integró como operativo los grupos de tareas de la ESMA, que en muchas a ocasiones se nutrían de elementos de otras fuerzas enviados «en comisión».

Para la familia Abriata, el juicio termina con una demora de casi 46 años en busca de obtener justicia. La madrugada del 30 de octubre de 1976 los despertó una explosión en la casa donde vivía la familia, en el barrio de Belgrano. Buscaban a Hernán, quien ya no vivía allí. Se llevaron a su padre, encapuchado, hasta el departamento que compartía con su esposa Mónica Dittmar, a pocas cuadras, donde finalmente lo secuestraron. 

Dos días después, hicieron la denuncia. Señalaron que al frente del operativo estaba un policía que se presentó como «Inspector Sandoval, de Coordinación Federal» y les mostró su credencial. Con la vuelta de la democracia y el incipiente juzgamiento a los responsables del terrorismo de Estado, la familia Abriata retomó esa denuncia, pero el expolicía ya había escapado del país.

En Francia, Sandoval desarrolló una ascendente carrera como especialista en seguridad e inteligencia económica que lo llevaría a vincularse con paramilitares colombianos, a dar clases en La Sorbonne y a asesorar al expresidente Nicolás Sarkozy.

Algunas partes de lo que pasó con Hernán luego del secuestro las pudieron reconstruir a partir de los fragmentos que fueron conociendo. Primero estuvo cautivo en una quinta en la provincia de Buenos Aires, desde donde se pudo comunicar por teléfono y por carta con su familia y esposa. Luego fue trasladado al centro clandestino de detención de la ESMA, donde permaneció hasta los primeros días de enero de 1977. Desde ese momento, se encuentra desaparecido.

«Estamos cada vez más cerca, pero tiempo al tiempo», se lamentó Mónica Dittmar en diálogo con este medio, tras una nueva postergación del debate, que tenía fecha para comenzar en mayo de este año y luego el 7 de septiembre. «Tenemos muchas esperanzas de poder armar todo este rompecabezas de lo que pasó y que se haga justicia, no solamente por el único caso de Hernán, porque este represor estuvo en Coordinación Federal, en Asuntos Políticos, y seguramente van a salir ahí a relucirse algunas cuestiones», aseguró.

Mensaje de amor en una pared de la ESMA

En una de las paredes de Capuchita (el altillo del ex casino de oficiales de la ESMA) se puede leer un mensaje de amor de Hernán a su esposa. «H.A. Mónica te amo». Con Mónica se conocían desde chicos, sus familias eran socias en una farmacia y coincidieron después en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) y en la militancia en la JUP.

ESMA
Foto: Daniel Garcia / AFP

Mónica ingresó en 1970 y Hernán en 1974, un momento de mucha movilización. «Enseguida empezó con los Talleres Nacionales y Populares, TANAPO, en los que hacíamos trabajo social en la comunidad, íbamos a las villas, construíamos guarderías, salas de primeros auxilios», recordó.

Con el golpe de 1976, llegó también la intervención de la FADU a cargo de Héctor Mario Corbacho, arquitecto que daba clases en la facultad y también en la ESMA. «En su discurso de asunción dijo que había llegado para hacer limpieza de la ‘subversión’ dentro de la Facultad. Habían hecho listados y en los primeros meses ya comenzaron a desaparecer compañeros», indicó Dittmar

Además de Abriata, unos 40 estudiantes de la FADU con militancia en la Juventud Universitaria Peronista fueron secuestrados por el grupo de tareas de la ESMA. Apenas unas cuadras separaban el centro clandestino de la facultad.

Un compromiso de 46 años

Carlos Loza es sobreviviente de la ESMA. Era trabajador del puerto y delegado sindical cuando fue secuestrado el 16 de diciembre de 1976 junto a Rodolfo Picheni, Oscar Repossi y Héctor Guelfi. Estuvieron primero en una comisaría y después los llevaron al centro clandestino de la Armada. A Abriata lo conocieron en  Capuchita.

Tras los golpes y la tortura, conocer a Hernán en ese lugar donde intentaban deshumanizarlos les dio esperanza. «Ustedes van a quedar en libertad porque tienen capucha blanca», les comentó, para tranquilizarlos. En sus capuchas, además decía «posible franco». «Esto que nos dijo era lo único que nosotros poseíamos. La única esperanza humana existente en este campo de concentración, en este lugar tan siniestro», recordó Loza al dar su testimonio en la megacausa ESMA, y añadió: «Dios no estaba ahí, la Justicia no estaba ahí, nuestra familia… no había nada, lo único que había era una frase de Hernán Abriata que decía ‘ustedes van a quedar en libertad porque tienen la capucha blanca'».

Cuando fueron liberados de la ESMA, fueron a la farmacia de la familia de Abriata a avisar que lo habían visto. Los hijos varones de los tres sobrevivientes llevan el nombre de Hernán como parte de ese compromiso.

«En el momento en el que estuvimos en el altillo, nos pasamos los nombres, eso era para que uno cumpliera con su responsabilidad de avisar a la familia y no olvidarlo. Y nosotros no lo hemos olvidado ni un solo día. Estuvimos ahí desde el 22 de diciembre hasta el 1 de enero, cuando a un compañero y a mí nos encontraron hablando y nos mandaron de vuelta a Capucha. Quedaron ahí otros dos compañeros, que ahora están fallecidos. Nuestro compromiso nace de la solidaridad con Hernán, nos pedíamos ayuda. Para eso nos dábamos las direcciones o los lugares donde podía uno ubicar a los familiares», señaló a Tiempo y agregó: «Seguimos batallando y esperamos eso, que el tribunal condene y tenga la condena social, no sólo acá sino en Francia». «