En una campaña atípica, el equipo de Sergio Massa tiene un objeto casi obsoleto atado a la mano desde la noche del 22 de octubre. La calculadora electoral devuelve un sinfín de escenarios y porcentajes, pero hay uno en especial que desvela al búnker oficialista.

Córdoba expresa el 8,7% del total de los votos a nivel nacional. En las generales, Milei obtuvo 33%, Juan Schiaretti 29%, Patricia Bullrich 22% y Sergio Massa 13%, siendo este el peor resultado que obtuvo el oficialismo en el territorio nacional. Con este marcador, el ministro-candidato desplegó todas sus fuerzas para intentar conquistar al votante cordobés históricamente reacio al peronismo AMBAcéntrico y dar vuelta el tablero.

Desde que aterrizó el pasado lunes, Massa se dedicó a recorrer sectores claves en los dos días que duró la visita. Encuentros con productores lecheros, cooperativas agroindustriales, la industria cultural –trascendental en la temporada de verano de la provincia–  y un gran acto fueron parte del despliegue de apoyos de dirigentes cercanos al gobernador saliente y al electo Martín Llaryora, quienes mantienen un cuidadoso silencio pero no coartan la libertad de acción de sus alfiles.

Entre los principales nombres que logró cooptar el candidato oficialista se encuentran la diputada nacional Natalia de la Sota; la legisladora que responde a Alejandra Vigo –senadora y esposa del gobernador–, Nadia Fernández; el intendente de Villa María, Martín Gill; el presidente del bloque de concejales de Hacemos por Córdoba, Marcos Vázquez; el secretario de Participación Ciudadana de la ciudad de Córdoba, el llaryorista Juan Domingo Viola, entre otros.

A pesar de estar rodeado de nuevos aliados, para el ministro se hace cuesta arriba dar vuelta la elección. El titular de la consultora Escenarios, Federico Zapata, explica: «Esta es una elección marcada por el cuestionamiento al sistema político, por lo que mantener una campaña en base a alianzas con dirigentes no funciona para romper con el sentimiento de casta que prima en los votantes». Además, Schiaretti, no sólo es el dirigente con mejor imagen en su provincia, sino que es de quien el ministro debe obtener mayor cantidad de votos.

Existe, además, otro factor fundamental que se ejecuta como una gran piedra en el zapato para Massa. En Córdoba la herida del 3 y 4 de diciembre de 2013 continúa abierta. Los acuartelamientos policiales de esos días, generados por un reclamo salarial que tenía como trasfondo una profunda crisis en las fuerzas de seguridad que meses antes habían sido denunciadas por vínculos con el narcotráfico, dejaron a la capital sin seguridad y atrapada entre linchamientos, saqueos y enfrentamientos violentos. El entonces gobernador, Juan Manuel de la Sota, quien en ese momento se encontraba en el exterior, pidió al gobierno nacional la intervención de Gendarmería en la provincia. El apoyo nunca llegó y se contaron en la ciudad capital dos muertos y decenas de heridos. Cuando este lunes Sergio Massa pidió perdón por ese hecho, la fibra emocional que mantiene vigente el rechazo a cualquier tipo de dirigente que tenga un mínimo vínculo con Cristina Fernández de Kirchner se reactivó.

Sobre este punto, el analista político Gustavo Córdoba advierte que hay evidencias de que la visita de Massa fue contraproducente: «Las últimas mediciones dan cuenta de que habrá un aumento de participación, pero que toda esa masa de votantes apoyará a Javier Milei. No son bien recibidas las disculpas oportunistas», sostiene. Además, el titular de la consultora Zuban-Córdoba explicó que no es correcta la estrategia de «pescar» votos en un electorado deliberadamente enemigo, puesto que esto genera el efecto contrario al buscado.

A contramano de lo recomendado, los armadores cordobeses del ministro apuntan a revertir el error fatal de Daniel Scioli en 2015, que dio por perdida la provincia y le entregó Mauricio Macri un cómodo 71,52%. Por eso, apuntan a recomponer un modesto 35% de votos, que les permitiría mayor soltura en otras provincias.

El comando de campaña del tigrense mira con recelo los informes que llegan a sus oficinas. En las últimas encuestas Milei se queda con 70% de los votos provinciales. De concretarse esta previsión, sólo con Córdoba, Milei le sacaría más de cinco puntos de diferencia a Massa, quien se ve obligado a ganar con más del 12% en la provincia de Buenos Aires y mantener los votos del NEA y NOA para esquivar el triunfo del libertario.