La sorpresa de los resultados de Javier Milei en la elección ha dejado en estado de shock al mundo político, periodístico y social. Que sea tan sorpresivo es en sí mismo un dato. Que el despliegue de un conjunto tan grande del electorado sorprenda de esta manera muestra una cuestión que, entiendo, tiene una clave desde la cual leer lo sucedido: la distancia entre expectativas y posicionamientos sociales de los funcionamientos políticos en relación a los sentimientos y posicionamientos de amplios sectores de la población.

¿Cómo entender que un dirigente político agregue a la arenga contra “chorros” la idea de que la justicia social es una aberración y no sea esta mención traicionar a su electorado? Quizá sea que para ese electorado la idea de justicia social no se visualiza como acciones concretas que mejoren su propia vida. La gran interpelación a la dirigencia quizá sea que la acción política y la acción estatal, vividas como lejanas de las demandas diarias, es un dato que no requiere de explicaciones a los que sienten esto sino de acciones concretas que modifiquen esta forma de vivir lo público. Cómo no enojarse retrospectivamente con las internas bélicas y a cielo abierto que agravaron las condiciones de un gobierno que agregó a la tragedia del Fondo Monetario y que heredó, una pandemia y una sequía histórica en este contexto.

También, este escarmiento tiene que evidenciar la necesidad de salir humildemente a escuchar, tratar al electorado de incapaz no sería una buena línea para esta escucha, y asumir que hay temas sobre los cuales efectivamente las dirigencias nacionales y populares no tienen aún consolidadas posiciones y propuestas claras. El ejemplo de las violencias que la semana pasada nos mostró la crueldad de algunas formas de vida que tenemos en común es ejemplo de ello. Sin duda, no es el punitivismo la respuesta ni mucho menos un problema de fácil solución, pero esto no niega el dramatismo y la distancia que genera entre las formas más crueles la muerte de una niña entrando a la escuela, la de un médico de un barrio popular, y las posibilidades reales de la política de modificar estos sufrimientos.

Nunca, y ahora tampoco, se encuentra terminado el partido, para seguir con la metáfora futbolera de Sergio Massa y todo parece decir que vamos a discutir mucho de política. Para esto hay que darle entidad política a Javier Milei para poder discutir efectivamente sobre su discurso. La tensión entre derecha y derechos que planteó el dirigente que sale mejor posicionado dentro del peronismo en las elecciones, Axel Kicillof, es una idea políticamente clara y potente; mientras logre recuperar la idea de que los derechos efectivamente son las habilitaciones para lograr lo que se entiende justo, lo que se vincula con proyectos personales y colectivos, y no con la defensa de un pasado o de un presente que lejos está, ya lo demuestran los datos de ayer, de representar un sueño colectivo y de desarrollo personal.