“Nunca es tarde para aprender”, dice el mural que engalana el frente del salón donde se dan las clases. Allí, más de 20 personas integran la primera camada de estudiantes de la Escuela Primaria Campesina para adultos que se inauguró en las afueras de la histórica ciudad de Mercedes, en la provincia de Buenos Aires. “Educar con la fuerza de la tierra, sembrando esperanza”, puede leerse en otra pared, más allá.

La flamante escuela fue construida gracias al trabajo comunitario en un amplio predio que funciona como sede de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT). Se llega fácilmente buscando el kilómetro 100 de la Ruta Nacional 5, que viene de la Ciudad de Buenos Aires y se prolonga hacia el corazón productivo de la pampa húmeda. El día de la inauguración hubo música, baile, comidas y fútbol. Entre la multitud se la veía sonriente a Soledad, una de las maestras: “Es un orgullo, una alegría inmensa estar acá con el grupo. Es muy importante poder tener este espacio para poder enseñar y aprender, para sentirnos unidos, transitar este camino juntos”, dijo al diario zonal Ladran Sancho, que funciona como cooperativa. Sandra está cumpliendo el sueño de poder estudiar, posibilidad que no tuvo cuando era niña: “Gracias a la escuela campesina estoy logrando terminar la primaria. No lo podía hacer porque no teníamos una escuela cerca. Acá la mayoría somos gente mayor, y nos sentimos muy cómodas”, le contó al mismo medio comunitario.

Carolina Faber, responsable del área de educación de la UTT explica que esta nueva experiencia surge como un anexo de otra escuela para adultos de Mercedes, pero que pronto lograrán más independencia para ampliar el proyecto educativo. “Estamos impulsando tecnicaturas con las universidades de San Martín y de Luján. Nos proponemos que las compañeras y compañeros que se reciban de nuestras escuelas puedan continuar sus estudios superiores con tecnicaturas o diplomaturas en agroecología, en alimentación sana, segura y soberana, que son ejes fundamentales para un proyecto como el que propone la organización”, cuenta. Los convenios con las universidades y con la Dirección de Adultos de la provincia de Buenos Aires les permiten, además, lograr el objetivo del título para quienes completan los estudios.

Con la inauguración de Mercedes ya son siete las escuelas que promovió la UTT y están funcionando a pleno. La primera, también secundaria para personas adultas, fue construida en la Colonia Agroecológica de Jáuregui, en Luján; sumaron dos secundarias más en Olmos y San Vicente, y otra primaria, con dos turnos, en Mar del Plata. Más allá de la provincia de Buenos Aires, replicaron la experiencia en San Juan y en Santa Fe. “En otras provincias es más difíci, porque tienen distintas formas de encarar la educación para adultos; pero estamos avanzando en Santiago del Estero, Tucumán y Neuquén”, agrega Carolina.

El ejemplo de Mendoza

También en Mendoza las bases campesinas están cumpliendo el sueño de estudiar y recibirse. En Lavalle, a una hora de la capital provincial, integrantes de la UTT completaron el Diplomado en Agroecología y Manejo Sostenible de Tierras y lo celebraron con un emotivo mensaje en las redes sociales. Allí funciona desde hace once años la Escuela Campesina de Agroecología, un proyecto que impulsó la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST). Es una de las primeras experiencias de educación campesina con orientación en agroecología tomada como ejemplo por otras organizaciones en todo el país.

Desde diciembre pasado la escuela se encuentra librando una pulseada con el gobernador provincial Rodolfo Suárez (UCR, aliado de Patricia Bullrich a nivel nacional), que desconoció esa trayectoria y les rescindió el convenio. “Tuvimos que presentar un amparo junto a organismos de derechos humanos y el Sindicato de Trabajadores de la Educación”, explica Diego Montón, referente de la UST y vocero de la Mesa Agroalimentaria Nacional. La organización campesina enfrenta esa dificultad con más educación: “Además de la escuela tenemos el Centro de Educación, Formación e Investigación Campesina (CEFIC) que sigue funcionando; en estos momentos tenemos una tecnicatura de Agronomía en convenio con un instituto superior de educación, y una diplomatura de Ordenamiento Territorial y Ambiental con orientación en agroecología. Es parte de la lucha”, agrega.

Foto: Prensa UTT

Otra experiencia pionera es la Universidad Campesina – Sistemas Rurales Indocampesinos (Unicam-Suri) que fundó el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase – Vía Campesina) en 2013 en el departamento Ojo de Agua. “Nació monte adentro, por la necesidad de campesinos, indígenas, trabajadores urbanos y rurales, por el derecho a una formación que nos permita no sólo recuperar y reivindicar nuestra propia cultura, sino también trabajar para educar desde otra mirada, como sujetos activos de la construcción colectiva de una nueva educación y un nuevo mundo”, definen.

La Colonia, la tierra y la escuela: un proyecto integral

Cada una de estas propuestas educativas se desarrolla en paralelo a las demás labores de las organizaciones campesinas. En el caso de la UTT, lo que ordena el conjunto de iniciativas productivas, sociales y educativas son las Colonias Agroecológicas Integrales. Con esos proyectos se proponen “dejar atrás el sistema convencional de producción de alimentos regido por el mercado, y adoptar un nuevo modelo agroalimentario”, según explican en un documento publicado en su página web. Allí definen la agroecología como la posibilidad de producir sin agrotóxicos y cosechar con los tiempos naturales, “cuidar la salud del suelo y la propia, vender alimentos a precios justos y tener trabajos dignos”.

En algunas colonias aún no se construyeron escuelas, pero ese es el objetivo. Hasta el momento funcionan Colonias Agroecológicas Integrales en Las Piedras, Entre Ríos; en Puerto Piray, Misiones; en Lavalle, Corrientes; y en distintos partidos de la provincia de Buenos Aires, como Luján, Mercedes, Castelli, San Vicente y Cañuelas. La más reciente se inauguró a principios de mayo de este año también en la provincia de Buenos Aires, en Tapalqué.

A la producción suman la dimensión educativa: “buscamos que las escuelas se guíen por la agroecología, la educación popular y la perspectiva de género, que son los ejes pedagógicos y políticos que definen a la organización”, explica Carolina, y concluye, sin disimular el orgullo: “Te lo cuento así, cortito, pero para nosotras y nosotros es un montonazo”.