La presentación del gabinete de Alberto Fernández desde la sala de reuniones del piso de oficinas que el presidente electo utiliza regularmente en Puerto Madero buscó transmitir varios mensajes en simultáneo, con definiciones a varias bandas. Desde lo visible pero a veces no tan obvio, como la estética minimalista y despojada, la simetría y el predominio del azul y el blanco, hasta la ubicación de los colaboradores a ambos lados y atrás del conductor, en lo que conformaba una escena con dos gradas que se desplegaban hacia izquierda y derecha pero que confluían en el centro. En el eje del poder que viene. Que no era otro que el propio Fernández, el presidente electo que está a cuatro días de asumir plenamente los atributos de su cargo.

Desde el plano discursivo, el mandatario aportó dos definiciones que sonaron claves porque sintetizan las prioridades del cortísimo plazo. Tanto desde el frente económico, atravesado por el híper-endeudamiento y la imposibilidad de cancelar las deudas en los términos y fechas aceptados por el macrismo, como desde el flanco político. La primera expresión reveladora del tiempo por venir la pronunció Fernández con motivo de una pregunta realizada por la corresponsal de la agencia de noticias Bloomberg, especializada en información financiera. “Hemos abierto un proceso de negociación. Estamos satisfechos por el modo en que evoluciona. Es todo lo que quiero decir por ahora”, respondió el presidente electo luego de que la cronista de Bloomberg le preguntara si su administración ya había iniciado contactos para renegociar la deuda con acreedores privados.

La otra definición, toda una prioridad para una coalición política en la que conviven personalidades con historias y matices ideológicos, resonó en el inicio mismo del encuentro. Apenas se sentó en la silla que inevitablemente remitía a la centralidad de su rol, Fernández pronunció una frase fundamental. “Somos un frente que se constituyó sobre la base de la unidad”, remarcó. La postal que se veía a su alrededor ratificaba esa condición frentista con nombres y apellidos: por ejemplo, el designado ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, camporista, tenía a su lado a la titular de Aysa, Malena Galmarini. En la tercera fila, la más lejana, otra dupla reflejaba esa heterogeneidad: Vilma Ibarra, nombrada para la Secretaría Legal y Técnica, quien supo pelearse con CFK y escribió un libro muy crítico sobre la vicepresidenta electa, tenía como vecino de silla al futuro titular de la Procuración General del Tesoro, Carlos Zannini, quien ocupó la Secretaría Legal y Técnica durante los tres mandatos del kirchnerismo.

“Nadie me lo impuso”, no tardó en decir Fernández sobre Zannini. Es más, Fernández aseguró que la designación como jefe de los abogados del Estado (esa función cumple la Procuración General del Tesoro, ocupada por Angelina Abbona durante el último tramo del kirchnerismo) debía leerse como una “reivindicación” de la figura de Zannini. “Has padecido injustamente 107 días de cárcel. Bienvenido Carlitos”, fue la última mención que Fernández le dedicó al abogado y ex funcionario kirchnerista, al que elogió por su experiencia de gestión y conocimiento del Derecho Administrativo.

El reconocimiento por parte de Fernández de que ya está en curso una renegociación con los acreedores privados de la deuda ratificó el rol estratégico que tendrá a partir del martes próximo el designado ministro de Economía Martín Guzmán, un cuadro económico surgido de la Universidad de La Plata (UNLP) y que se terminó de formar en las universidades más importantes de Estados Unidos, “una de las cinco universidades de la elite universitaria de los EEUU”, según palabras del propio Fernández.

“Tengo una enorme confianza en Martín. Es un hombre joven, muy preparado, que conoce muy bien el conflicto de la deuda argentina. Y estoy muy contento que haya aceptado el desafío de dejar Nueva York y venirse a Buenos Aires para hacerse cargo del Ministerio de Economía y para hacerse cargo de las cuestiones de la macroeconomía argentina”, fueron las palabras elogiosas y cargadas de responsabilidad histórica que el presidente electo deslizó sobre Guzmán, el ministro que sin duda tendrá desde el arranque una de las tareas más duras.

Las explicaciones que iba dando Fernández a medida que presentaba a sus futuros ministros remitían a historias personales; aludían de modo implícito a anécdotas que lo habían unido a él con algunos de ellos, o ellas. Un momento de complicidad no exento de algunas sonrisas sobrevino cuando el propio mandatario electo justificó la elección de Vilma Ibarra para que ‘le cuide la firma’, como se conoce en la jerga política la función de la Secretaría Legal y Técnica. Como se sabe, Fernández e Ibarra fueron pareja. Hoy mantienen una buena relación. “Es una abogada excepcional, una de las más preparadas que he visto en mi vida. Sé que ustedes saben que nos conocemos. Perdón Vilma por darte la espalda”, improvisó Fernández en una ocurrencia que estuvo signada por la naturalidad y la desenvoltura y que le permitió al presidente electo salir del paso de una situación poco frecuente, en la que vida privada y vida pública entrecruzaban sus caminos.

Los nombres siguieron pasando y Fernández, así, completó un equipo de 31 colaboradores con rango de ministros, de secretarios de Estado o de titulares de organismos descentralizados pero dependientes del Ejecutivo. Su repaso del Gabinete dejó algunos cargos afuera de la presentación ante la prensa: no habló del ANSES, para el cual estuvo sonando el nombre del economista Alejandro Vanoli; tampoco informó sobre la AFI, la Secretaría de Comunicación Pública, el Sistema de Medios Públicos o el ENACOM. En el caso de la Secretaría de Inteligencia, cuando se abrió la ronda de preguntas le consultaron quién la encabezará. Fernández contestó que ya sabe quién será el ‘señor 5’ (el titular de la AFI) pero que todavía se está pensando cómo reorganizar sus competencias y estructura.

Lo que sí pudo saberse es que el economista Guillermo Nielsen será presidente de la petrolera estatal YPF, de la cual depende el yacimiento de combustibles no convencionales de Vaca Muerta. Se trata, por eso mismo, de una designación muy importante para el futuro cercano. En materia de medios y políticas de comunicación no se conocieron nombres pero varios de los probables funcionarios estaban presentes en la sala de conferencias de Encarnación Ezcurra 365, Puerto Madero: eran el vocero Juan Pablo Biondi y Fernando Meritello, ex gerente del Grupo Octubre y hombre muy allegado tanto a Fernández como a Gustavo Beliz, quien este viernes quedó ratificado para un desafío importante: pensar un nuevo Estado desde la Secretaría de Asuntos Estratégicos.