Cargado de simbolismo y emoción, el homenaje a Néstor Kirchner en Villa Palito tuvo como rasgo más visible la vocación por dialogar con el futuro. Lejos de la remembranza melancólica por un pasado perdido, el acto que unió al peronismo de La Matanza con las agrupaciones juveniles del kirchnerismo evitó quedar anclado en la mera glorificación de la personalidad del ex presidente, como si hubiera sido un hombre perfecto. Hubo un sentido recuerdo de su acción, su tenacidad y su disposición a dar todo, incluso al límite de sus propias fuerzas. Pero los discursos de Verónica Magario y, sobre todo, el de Máximo Kirchner eligieron como horizonte llamar a todo el peronismo a “dar el debate con unidad y de cara a la gente” ante el agravamiento de las condiciones de existencia. La intendenta de La Matanza y el diputado del FpV y dirigente de La Cámpora coincidieron en sus críticas –demoledoras- al gobierno de Mauricio Macri. Se escucharon cuestionamientos muy duros, basados en datos de la vida cotidiana y números de la economía. El diagnóstico compartido despertó aplausos entre los vecinos y los manifestantes que se acercaron hasta ese barrio de San Justo, hasta 2004 una villa que -al urbanizarse- se reconvirtió en un complejo de 42 hectáreas con 1350 casas nuevas, de dos plantas, pintadas de colores.

El acto en La Matanza contó con la presencia de una nutrida delegación de intendentes, diputados nacionales, legisladores porteños, ex jefes municipales y referentes de organizaciones territoriales del FpV. También –y no es un dato menor- estuvo Daniel Scioli. Todos ellos escucharon desde el escenario montado sobre el cruce de dos calles –Derqui y Tucumán- cómo Máximo colaba entre sus palabras un mensaje cifrado sobre la estrategia del peronismo para las legislativas de 2017. Hubo guiños de contención para Florencio Randazzo, quien no descarta encabezar una lista en las PASO (“Buen compañero, Florencio. Cristina le dio muchas herramientas y supo transferírselas a la gente. Ya se le va a pasar el enojo”, deslizó). A Sergio Massa, en cambio, se le dedicaron críticas aunque sin mencionarlo por el nombre. Máximo recordó que tras la derrota electoral de 2009, el entonces gobierno kirchnerista entendió que debía invertir en cámaras de vigilancia y equipamiento de seguridad. Y eso, acotó el diputado santacruceño, benefició a muchos intendentes. “Debió haber sido muy fácil gobernar Tigre con Néstor y Cristina. Cómo me hubiera gustado a mí ser intendente de Tigre con ellos en el gobierno”, acicateó.

El homenaje al ex presidente estuvo rodeado de imágenes que atestiguaban la transformación vivida por el asentamiento de San Justo en los tres mandatos del FpV. El escenario estaba instalado al pie de la Escuela Primaria y Media N° 115 “General Belgrano”, sobre la bocacalle de una esquina que exhibía dos murales dedicados a la historia del barrio. Uno de las pintadas, de estilo graffitero/pop, mostraba el rostro de Cristina y la frase “eternamente agradecidos”; el otro paredón reunía las caras de Cristina, Néstor, Perón, Evita y el ex intendente local Alberto Balestrini con una escena del futbolista Carlos “Apache” Tevez, de conocida extracción villera, mientras festejaba un gol exhibiendo una remera con la frase “La Palito”. Complementado con una pantalla gigante, el palco tenía una única leyenda, una definición de famosa autoría: “Que florezcan mil flores”. Junto a los oradores, que fueron Magario, Máximo y el referente local Juan Enríquez, vecino de La Palito y responsable de la Unidad Ejecutora de Urbanización de Villas y Asentamientos de La Matanza, se pudo ver a Scioli, al presidente del PJ bonaerense y ex intendente local, Fernando Espinoza; al jefe del bloque del FpV en Diputados, Héctor Recalde; al ex intendente de Tres de Febrero Hugo Curto, a los intendentes Alberto Descalzo (Ituzaingó), Walter Festa (Moreno), Francisco Echarren (Castelli), Juan Ignacio Ustarroz (Mercedes), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Patricio Mussi (Berazategui).

Frente a ellos, en medio de un gran espacio descubierto que en otros tiempos fuera un basural, se había congregado una multitud. Había muchas banderas de La Cámpora, que se movilizó para escuchar nuevamente a su principal referente y fundador; se veían los colores de MILES, de la JP provincia de Buenos Aires, de Kolina, Nuevo Encuentro, agrupaciones locales de La Matanza, de La 26 de julio, de Peronismo Militante, entre otros sectores. Desde el centro porteño habían llegado en un colectivo varios diputados y legisladores porteños: entre la muchedumbre caminaban Juliana Di Tullio, Andrés Larroque, Carolina Gaillard, Liliana Mazure, Nilda Garré, Cristina Álvarez Rodríguez, Rodrigo “Rodra” Rodríguez, Carlos Castagneto, Carlos Kunkel, Eduardo “Wado” De Pedro, Juan Cabandié, Rodolfo Tailhade, Paula Penacca, Mara Brawer, Lorena Pokoik, Pablo Ferreyra, Javier Andrade. También estuvieron en Villa Palito el titular del Instituto Patria, Oscar Parrilli, y el ex jefe de gabinete bonaerense Alberto Pérez, lugarteniente histórico de Scioli.

Tras las palabras de Magario, cuya figura ascendente el PJ sigue con atención para –llegado el caso- contrastarla con la gobernadora María Eugenia Vidal, llegó el turno del hijo de Néstor. Elegido como orador de cierre, Máximo hizo encendido discurso en el que recordó a su padre, subrayó los alcances y los límites de algunas de sus medidas de gobierno, y analizó punto por punto algunas medidas controvertidas de la administración de Macri: como el re-endeudamiento de la Argentina a velocidad récord, la finalización de las moratorias previsionales que se lanzaban desde el ANSES y la intención de imponer el voto electrónico en las próximas elecciones. Máximo también hizo un crudo diagnóstico sobre la ola creciente de tarifazos, despidos y suspensiones que afecta a los trabajadores y sus familias, tópico sobre el que también se había pronunciado la intendenta matancera. “No quiero martillarnos los dedos”, aclaraba una y otra vez el dirigente camporista ante miles de personas que –se notaba en los gestos- acordaban con sus conclusiones porque las vivían todos los días.

En su párrafo más duro, Máximo utilizó palabras del habla callejera para describir a los ganadores y perdedores de los 10 meses de gestión macrista. “Le hicieron creer a muchos argentinos que todo lo que les pasaba de bueno era producto de su propio esfuerzo. El problema es cuando hay un gobierno que se caga en tu esfuerzo, cuando vos tenés que ir andando de un lado a otro para darle de comer a tu familia. Cuando hay un gobierno que no pone en valor tu esfuerzo, ese es problema. Porque te podés esforzar mucho, pero si el gobierno te mira con la nuca, tu esfuerzo se lo llevan la banca internacional, las mineras y las exportadoras de granos”, remarcó. “Recuerden las retenciones a las soja. Ahora se las sacaron (a la soja se disminuyeron 5% en un año; a la minería, maíz, trigo y girasol se eliminaron, NdR) y al otro día le suben las tarifas a la gente. Y a las mineras, les dicen que hagan lo que quieran. Y luego le suben el gas a la gente. Y esas empresas, con una devaluación terrible y menos impuestos para pagar, igual echan compañeros a la calle”, denunció entre aplausos y gritos de aprobación.

En relación al crecimiento de la deuda externa de la Argentina, que este año no para de colocar bonos en búsqueda de financiamiento, Máximo advirtió que la gestión macrista “está tomando deuda de manera sideral”. “Nosotros (en 2003) encontramos el país con un 100% de default y 10 mil millones de dólares en el Banco Central. Ellos (por Macri y su equipo), pese a que dicen que están haciendo historia, están pagando nomás el 7% de aquel default, que no pudimos pagarlo por la cláusula RUFO. ¿De qué están hablando? En 2004 nosotros le pagamos al FMI y lo sacamos definitivamente de vigilantear las cuentas de Argentina y de conducir la economía a beneficio de los capitales extranjeros dispuestos a prestar a tasas usurarias. Como ellos lo están haciendo ahora de vuelta. Están tomando 30 mil millones de dólares de deuda en un añito y nadie sabe en qué están usando la plata”, advirtió Máximo, vestido de camisa a cuadros y zapatos sin cordones, no tan distintos de los famosos mocasines que usaba su padre.

El diputado nacional por Santa Cruz, reciente padre de su segunda hija –de nombre Emilia-, hizo una larga reflexión sobre cómo un gobierno puede terminar subordinado por los medios que encarnan al poder económico. Sobre todo cargó contra el Grupo Clarín, aunque sin mencionarlo. “No todos los gobiernos deciden defender al pueblo. Y eso es lo más les molesta: la desnudez, quedar en evidencia. Porque es posible defender a la gente y también es posible administrar racionalmente el Estado, como les gusta hablar a ellos. Que no vengan los Macri, los Sturzenegger, los Magnetto, a correr con la vaina de la corrupción. Los que recibieron, de la mano de Videla, Papel Prensa. Cada página manchada con la sangre de compañeros trabajadores y estudiantes. Está bien que te hagan el diario de Yrigoyen todos los días: que te digan –y, bueno, este (por Macri) es rubio y de ojos celestes- que hacés todo bien. Pero en algún momento eso se acaba. En algún momento, cuando sepan que los necesita, van a ir por él también. Porque son insaciables. Porque no pueden parar. A ellos (por Clarín) no les molestaba si Cristina confrontaba o no, sino cuál era el sentido de las confrontaciones de Cristina”, aseguró Máximo.

Según el diputado, la condición para que un dirigente político –sobre todo del llamado campo popular- sea tratado positivamente en la TV es que acate los intereses y objetivos de esos mismos sectores. Tras mencionar las virtudes y defectos de su padre (“No se escondió, no se victimizó, no se hizo el perfecto”), Máximo lo comparó con otros dirigentes que suelen aparecer en la pantalla. “Es fácil ser perfecto en la televisión. Los que están o van mucho a la tele son muy perfectos, pero no sé todavía a quién le dieron una mano… Porque para que te traten bien en esos lugares tenés que mover el rabo con docilidad, tenés que dar la patita y hacer el muertito. Porque, si no, no te tratan bien. Pero acá vocación de mascota no hay. Acá hay vocación de defender los intereses del pueblo”, remarcó entre algunas risas y aplausos de los intendentes y legisladores que lo acompañaban.

En materia de gestos y señales hacia el futuro, Máximo no se privó de ensalzar la figura de Scioli –presente en el acto- al recordar la chicana que le lanzó Macri en el debate televisivo: aquella de “Daniel, ¿en qué te han transformado, en un panelista de 678?” Es un secreto a voces que el ex candidato a presidente es la figura que más suena para ocupar un lugar muy visible en la lista del peronismo de la provincia de Buenos Aires. Claro que, antes de eso, Scioli deberá competir en las primarias si llega a presentarse una lista alternativa. Las elecciones del año próximo podrían ser, también, una prueba para la innovación del sistema electoral. Cambiemos, se sabe, pretende instaurar el voto electrónico.

Anoche, mientras caía el sol sobre las casas de colores pasteles edificadas en lo que supo ser una villa, Máximo ironizó sobre el apuro que muestra el gobierno por cambiar la metodología de votación. “Ahora nos quieren hacer votar con una maquinita. Ojalá dejen coexistir los dos sistemas. Que el que quiera votar con la maquinita, lo haga, y quien quiera votar con su boleta, lo pueda hacer. Es llamativo que hablen de fraude. O que alguien piense que el voto electrónico mejora la calidad democrática. La calidad democrática no se la mejora con la pregunta si votás con una máquina o con papel sino con la certeza de que, al votar, no te hayan mentido en el debate, como le mintieron a todos los argentinos”, subrayó. Otra vez se refería al duelo televisivo entre Macri y Scioli que organizó la ONG Argentina Debate, con financiamiento externo y que este año logró que algunos de sus portavoces –como José Octavio Bordón, flamante embajador en Chile- sean llamados por el nuevo gobierno.