Habían pasado seis meses desde que la orden policial de “circular” había impulsado a un grupo de madres a caminar en círculo en torno a la Pirámide de Mayo, convirtiendo una concentración en una ronda que se volvería emblemática. Entre aquellas Madres de Plaza de Mayo que buscaban a sus hijos e hijas, una preguntó: “¿Quién está buscando a su nieta, o tiene a su hija o nuera embarazada?”. Una a una, doce mujeres dieron un paso al frente. Era el 22 de octubre de 1977 y así nacían, gestadas en esa marcha de Madres, las Abuelas de Plaza de Mayo.

La genetista Mary Claire King explica a Estela de Carlotto y Nélida Navajas cómo se determina el “índice de abuelidad”

Se cumplen 45 años desde que ese grupo de mujeres decidieron, en plena dictadura cívico-militar, salir a buscar a sus nietos y nietas. Bebés robados en operativos de secuestro o nacidos en cautiverio en las maternidades clandestinas que funcionaron en los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. Bebés separados de sus familias y apropiados, en el marco de un plan de robo sistemático orquestado por los represores, como quedó demostrado ante la Justicia.

Abuelas logró que el genocida Videla fuera condenado a 50 años de cárcel por plan sistemático de robo de bebés.

En su camino de búsqueda, las Abuelas hasta revolucionaron la genética. Los exámenes de sangre para determinar paternidad ya eran conocidos en la década del 70, pero en este caso madres y padres estaban desaparecidos. Ellas se preguntaron si se podría usar la sangre de abuelas, abuelos y otros familiares para reconocer a bebés robados, y dieron con un grupo de investigadores en los Estados Unidos que asumió el desafío de ayudarlas.

Así surgió el “índice de abuelidad”, que garantizaba un 99,99% de eficacia en la determinación de parentesco. Se utilizó por primera vez en 1984, cuando recuperó su identidad una niña que había sido secuestrada junto a su mamá y su papá.

Entre las primeras nietas restituidas estuvieron Tania Waisberg, Tamara Arze, Carla Rutila Artés y María Victoria Moyano Artigas.

También a mediados de los 80, las Abuelas impulsaron la creación de un banco para almacenar sus perfiles genéticos y garantizar la identificación de sus nietos. En 1987, el Congreso de la Nación creó por ley el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) que desde entonces se encarga de resolver la filiación de las niñas y niños apropiados durante la última dictadura. Y el empuje de Abuelas dio lugar a una política de Estado en ese sentido.

El Banco Nacional de Datos Genéticos es el resultado del empeño de estas mujeres. Cumplió 35 años este 2022.

Desde el nacimiento de las Abuelas, en 1977, fue restituida la identidad de 130 personas que habían sido apropiadas. Cuarenta y cinco años después, quedan muchos nietos y nietas por encontrar. Y las Abuelas se encargaron de garantizar un legado de lucha y búsqueda que las suceda, con el compromiso de nietos y nietas que también militan para encontrar a sus pares.

El rol de las Abuelas es reconocido a nivel internacional. Su labor dejó su huella en la Justicia, en la Ciencia y en la sociedad toda. A ellas, gracias por tanto. «