A pedido suyo, los muebles de estilo fueron rescatados del olvido de algún cuarto de la Casa Rosada. Restaurados, ahora lucen orgullosos en su despacho, donde entra fuerte el viento del río por la ventana y se va por la puerta, por obligada ventilación cruzada. “Es patrimonio de todos”, aclara. Su mirada revisó artículo por artículo la ley sanitaria que por ahora no tuvo tratamiento en Diputados, pero que encuentra en Vilma Ibarra, una de las funcionarias más cercanas a Alberto Fernández, una firme defensora. “No podemos normalizar esta cantidad de muertes”, pidió.

La secretaria Legal y Técnica  de la Presidencia conoce profundamente los mecanismos institucionales que rigen en la Argentina. Crítica del fallo de la Corte sobre la pandemia, y del interinato eterno del procurador Eduardo Casal, volvió a pedir la sanción de la reforma judicial y ponderó la potencia del movimiento feminista. “Este es un año electoral y eso ha tentado a muchos a politizar la pandemia”, criticó la funcionaria en diálogo con Tiempo Argentino.

–¿Cómo evalúa el rol de los gobernadores y la dirigencia partidaria frente a la gestión de la pandemia?

–Enfrentar la pandemia tiene algo muy duro, muy fuerte, es un desafío importante para quienes gobiernan y también para la población. Nos somete a una situación que no elegimos en un país que venía muy lastimado económicamente, con 53% de inflación, con tasas de desempleo y pobreza que habían crecido. La gente tenía mucha angustia y nosotros veníamos a gobernar un país para ponerlo de pie, para impulsar la economía, y nos encontramos frente a un golpe como el de la pandemia. La economía del mundo se ha visto muy lastimada, y Argentina en particular con las dificultades que tenía. Ni siquiera había Ministerio de Salud, por lo que hubo que armar un ministerio, capacitar al personal de salud para una situación así, que se pudiera comprar respiradores, que pudiéramos armar las terapias intensivas, ampliar las camas. Esa gestión de la pandemia empezó con un alto consenso, pero con mucho miedo. Recordemos que, con muy pocos casos en el país, fue la oposición la que pedía el cierre de las clases en marzo del año pasado. Los países donde se desbordó el sistema de salud y donde vimos escenas traumáticas fueron un espejo en el que nadie quería verse, y eso permitió la gestión en los primeros meses, armar y hacer sólido el sistema de salud. Buscamos encontrar consensos porque, en la medida en que se trabaja con diálogo, hay mejores resultados en la sociedad. Pero cuando se politiza la pandemia se vuelve muy complejo para la ciudadanía, empieza a haber discusión, incertidumbre. Desde los últimos meses del año pasado vivimos eso. Este es un año electoral y eso ha tentado a muchos a politizar la pandemia. No es una buena cuenta decir «bueno, igual es la gestión de Fernández», porque los controles de cualquier medida restrictiva están dentro de las jurisdicciones locales. Necesitamos hablar en conjunto con las jurisdicciones locales para hacer efectivas las medidas de manera oportuna, y no cuando ya se dispararon todas las variables. Ya tenemos gran número de muertos, las terapias intensivas desbordadas, el personal de salud exigido. No podemos normalizar esta cantidad de muertes. Esperar al que el sistema de salud esté casi al borde para tomar una medida no es epidemiológicamente razonable, no llega a ser efectivo porque las variables siempre están en un piso tan alto que cualquier situación lleva al desborde. Nos cuesta hacernos cargo de que la responsabilidad es en sociedad y saber que las normas valen porque nos cuidan a todos y todas. Politizar la pandemia genera menos cumplimiento de las normas, dificulta bajar la cantidad de contagios y nos lleva a lamentar más muertes. La política de gobierno ha sido vacunar apenas tuvimos vacunas a disposición. Vacunar, vacunar, vacunar. Pero mientras tanto, no podemos tolerar semejante cantidad de muertos, hay que entender que son argentinos y argentinas.

–En este contexto, ¿cómo evalúa el fallo de la Corte contra las medidas sanitarias en medio de la segunda ola?

–Sigo mucho la jurisprudencia de la Corte. Hay fallos que me han gustado muchísimo, esos que ampliaron derechos a argentinos y argentinas, que hicieron historia. Hay fallos que me han parecido intrascendentes y otros que me han parecido francamente malos. Este no me parece un buen fallo. Es más, me pareció confuso, en algunas cosas autocontradictorio. No hay fundamento de mayoría. Uno de los considerandos dice que la modalidad de la educación es facultad de las jurisdicciones, es incuestionable, pero nosotros no tomamos una medida educativa, tomamos una medida sanitaria por salud pública. Ellos dicen que tiene que estar suficientemente fundado, que el aumento de la circulación no resulta suficiente como para justificar que el Estado nacional haya ingresado en esa competencia, dicho muy en criollo. Como gobierno nacional debemos fundamentar nuestras decisiones razonablemente, cuando se restringe algún derecho en función del cuidado de la salud. La Corte dice que no son epidemiólogos y que no tienen elementos para decir si esto sirve o no sirve, pero nos dice que no lo fundamentamos lo suficiente. Es increíble, porque por un lado dicen que no tienen elementos, pero por el otro lado valoran ese punto. Tampoco seamos soberbios, hay muchas cosas que todavía no se saben y cosas que sí se saben, como las variantes que van apareciendo, la velocidad de circulación. Sabíamos que iba a venir la segunda ola, lo dijo el presidente muy claramente, pero la velocidad fue tal en el crecimiento, que se tuvo que tomar medidas muy rápido. Entonces, para terminar con esta discusión presentamos un proyecto de ley muy claro, con sus semáforos, con sus indicadores epidemiológicos objetivos, donde dice cómo se mide el nivel de riesgo de cada jurisdicción y provee medidas para que las tomen los gobernadores y gobernadoras. La ley primero da previsibilidad para las empresas, para los ciudadanos y ciudadanas que pueden exigir a los gobiernos que se tomen medidas. Sabemos que vamos a tener que convivir con la pandemia un tiempo más, pero tenemos mucha esperanza, una mirada muy optimista, no solo porque se ha logrado que la economía funcione, estamos con niveles de actividad industrial superiores a 2019 sin pandemia, sino porque se ha empezado a mover muy bien la recaudación. La economía trabaja en condiciones muy difíciles y con sectores muy afectados, no vamos a decir que estamos espléndidos, la situación de la pobreza es muy difícil, por eso se amplió la AUH, la AUE y sale en breve la reglamentación de la ley de los mil días. Pero hemos venido hasta acá sin saturación de sistema de salud, con una segunda y tercera ola que al mundo lo ha azotado, y a la vez con muchas vacunas. Nos sorprendimos primero cuando nos dijeron que envenenábamos a la gente. Entonces hubo que trabajar para que se confiara en las vacunas. Después nos dijeron que venían pocas, y demostramos que pudimos organizar el sistema de compra de vacunas en forma eficiente gracias a un excelente trabajo del Ministerio de Salud y de la ministra Carla Vizzotti junto con Cecilia Nicolini. Hoy tenemos vacunas, ¡y ahora nos dicen que queremos vacunar para hacer campaña electoral!

–En este contexto, ¿la discusión por la reforma judicial y la designación en la Procuración quedó paralizada?

–Recordemos que Mauricio Macri tampoco designó a un procurador y, mientras discutimos eso, el que está efectivamente siendo el procurador no está recibiendo ni un voto. ¡Qué cosas raras que hacemos los argentinos y argentinas! Tenemos que tener un concepto de institucionalidad real, la Justicia es una institución fundamental porque es la que garantiza los derechos y el cuidado de que se cumplan y se respeten, y hoy está con muy baja valoración social, bajísima. La Justicia tiene que ser justa, oportuna, razonablemente rápida y utilizar procesos limpios, nada de eso tenemos y lo sabemos. Uno de los compromisos de nuestra coalición de gobierno durante la campaña electoral fue reformar esta Justicia. El primer proyecto de reforma de la Justicia federal de Capital Federal y los jueces federales del interior no logramos sancionarlo hasta aquí. Pero si algo no puede pasar es que la política criminal esté a cargo de un procurador que hace años desarrolla un interinato sin un voto. Tuvimos una oposición muy fuerte a tratar el pliego de nuestro candidato, entonces propusimos buscar acuerdos para modificar la ley, que en vez del procurador que sea vitalicio, tenga un tiempo corto de mandato y requiera mayorías no tan graves. También nos encontramos con una oposición, con lo cual la impresión que tenemos es que quieren mantener al que no tiene ningún voto y que no están defendiendo los dos tercios, no están defendiendo la constitucionalidad y ni la república, quieren defender al que está. Este procurador interino es quien ha protegido al fiscal federal Carlos Stornelli, que se negó una y otra vez a presentarse al llamado de declaración de un juez. No sé si nosotros como ciudadanos tomamos conciencia de lo que significa que el procurador general de la Nación acepte y colabore para que un fiscal federal se niegue a concurrir, y que después no se le dé ni un tirón de orejas. ¿Qué les decimos a los ciudadanos y ciudadanas comunes a los que les exigimos que cumplan con la Justicia? Todo esto se combina con la negativa a pagar el impuesto a las ganancias, y eso es una cosa francamente increíble. No está bien que no paguen nuestros impuestos, no están bien las dificultades que hubo para disminuir un poco las jubilaciones privilegiadas, que además son sostenidas por argentinos y argentinas, porque no tienen un sistema que se autofinancia. Tenemos que defender los derechos adquiridos, pero no los privilegios adquiridos.

–¿Cómo es para el peronismo gobernar en coalición?

Tenemos una coalición que tiene sus diferencias, claro, sus debates. Sí hay debates, y a veces tenemos coincidencias y a veces no tanto, pero sabemos que hay que valorar la unidad. Es una de las cosas que tenemos que normalizar. A veces hacemos más ruido y a veces menos ruido, a veces nos llevamos bárbaro y hay un montón de cosas que hemos hecho bien, como haber renegociado la deuda privada. Nosotros tuvimos pandemia a los tres meses de haber asumido, solo tuvimos cuatro meses con menos casos, pudimos hacer turismo local y tener un poquito más de tranquilidad. Fue cuando tuvimos actividad legislativa y en esos meses tratamos la ley de aborto.

Una reforma feminista

«Las mujeres peleamos décadas para evitar morir o que nos quedara lastimada de por vida la salud por los abortos clandestinos, y este gobierno, que había prometido hacerse cargo de este problema de salud pública y terminar con el aborto clandestino, lo cumplió en el marco de una pandemia», se enorgullece la funcionaria que tuvo a su cargo nada menos que la redacción del proyecto que terminó convirtiéndose en ley.

-¿Esa es una de las virtudes de la transversalidad que ofrece la coalición?

-Estamos para tratar de tirar abajo un sistema que a las mujeres las ha humillado y lastimado. El nivel de violencia sobre las diversidades es enorme. También en esto se ve el trabajo en común en la coalición, con la ministra Elizabeth Gómez Alcorta, con Anabel Fernández Sagasti en el Senado, con Cecilia Moreau en Diputados. Esa coalición funcionando fue la que permitió que este gobierno y el presidente tuvieran la capacidad de escuchar lo que era una demanda histórica por parte de las mujeres respecto de su vida, de su salud, de su autonomía. Eso lo permite también una coalición porque nos juntamos y dijimos ‘allá vamos’.

– ¿Cómo evalúa el proceso de reforma constitucional de Chile, muy asociado con la lucha de las mujeres?

-Lo de Chile es emocionante e histórico. Hace poco tuve un zoom con ellas porque me llamaron para saber cómo había sido la lucha feminista en Argentina y la lucha por el aborto. Me decían que creían que era muy difícil llegar a tener una constituyente paritaria y lo lograron. Esto es lo que marca el peso y la fuerza de las mujeres en la calle. Venimos a pelear por la igualdad, por algo más justo, venimos a decir que este es un sistema injusto, que no es razonable que una constituyente tenga 70% de varones y 20% de mujeres, no es razonable que todos los gremios acá tengan sólo varones, esto lo tenemos que cambiar, es injusto con las mujeres, la Justicia termina siendo profundamente patriarcal, necesitamos la reforma feminista, una reforma para que se entienda la vulneración de la mujer en este sistema. Eso es lo que necesitamos en la Justicia, en los gremios y en los gobiernos. Gracias a que las mujeres salimos a la calle por décadas y décadas, lo vamos logrando. Es un movimiento maravilloso el movimiento feminista.

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