El Banco Central se apresta a dar por extinguidas las Leliq (Letras de Liquidez), el titulo con el que pretendía retirar el excedente de dinero en plaza. Sólo quedan en manos de los bancos el equivalente a un billón de pesos y serán cancelados por la entidad este jueves, ya que las licitaciones para adjudicar nuevas letras fueron suspendidas hace alrededor de un mes.

La novedad tiene un alto valor simbólico, dado que la abundancia de ese instrumento se había convertido en motivo de discusión económica antes de las elecciones. Sin embargo, desde el punto de vista práctico la situación es bastante diferente. Toda esa masa de obligaciones que existían hasta hace un mes se pasó íntegramente a pases pasivos, la herramienta con la que el BCRA realiza la misma tarea de regular la liquidez. Claro que esos pases son de renovación diaria, en lugar de los 28 días en que el dinero quedaba inmovilizado con las Leliq. Según el último informe monetario diario del Banco Central, suman $ 25,2 billones.

Esto implica que en los hechos el pasivo del organismo se mantiene, aunque con otro nombre, y que continúa generando intereses que su déficit: se estima que representan unos $ 2,1 billones por mes, que son un factor de la emisión.

Antes eran Lebac

Sturzenegger, junto a Dujovne en 2017. Fue el ideólogo de las Lebacs, antecesoras de las Leliq.
Foto: Télam

Las Leliq, cuya colocación estaba limitada al sistema financiero, son las sucesoras de las Lebac, las Letras del Banco Central que había impulsado durante su paso por la entidad Federico Sturzenegger, reaparecido ahora como compilador e ideólogo de las reformas contenidas en el DNU de desregulación económica y en el proyecto de ley ómnibus enviado al Congreso. En ese momento, las Lebac estaban abiertas a todo tipo de inversores, lo que hizo que cada licitación fuera un verdadero test sobre la situación del mercado. Se estima que llegaron a representar un 11% del PBI, monto similar al de las Leliq.

Con la llegada de Javier Milei, el nuevo gobierno se tomó como una de sus prioridades la eliminación de esos pasivos. Una de sus prioridades fueron que las Leliq se convirtieran en pases y la otra fue que ese monto paulatinamente fuera colocado por los bancos en títulos públicos, con lo cual a largo plazo el Tesoro terminaría absorbiendo la deuda del BCRA.

El propio Milei abonó esa teoría al responder a una opinión en las redes sociales del economista Iván Carrino.” Si el plan para las Leliq es reemplazarlas con un bono del Tesoro, lo que el Tesoro debe hacer de forma inmediata con lo obtenido por la suscripción de ese nuevo bono es cancelar deuda con el BCRA. Esos pesos deben quedarse en el BCRA para no ir a la calle”, conjeturó el economista y docente de la Eseade, universidad privada que ofreció varios cuadros técnicos al movimiento libertario. “Cooooooorrecto”, tuiteó Milei con una respuesta al estilo Susana Giménez.

Sube la inflación, baja la tasa: ¿Por qué?

Una particularidad fue que, a contramano del estallido inflacionario, la nueva conducción del Central liderada por Santiago Bausili (socio en el sector privado del actual ministro de Economía, Luis Caputo) decidió una drástica baja de interés en los pases, que bajaron del 133% (el mismo rendimiento que ofrecían las Leliq) al 100% nominal anual. En los hechos, ese 8% de interés mensual representa un tercio o un cuarto de la inflación proyectada para estos meses.

Por eso en el ámbito económico se sospecha que el objetivo del gobierno es licuar esa deuda para reducir el esfuerzo necesario de cara a una eventual dolarización, uno de los lemas de la campaña electoral de Milei. En la medida en que los pasivos del Banco Central se escurran en términos reales, conseguir los billetes para respaldar esa maniobra sería más fácil.

En ese sentido, los cálculos de la consultora EcoGo indican que el stock de pasivos remunerados bajará de $ 26,5 billones que había alcanzado a diciembre a $ 23,3 billones en marzo próximo. Pero si se mide en proporción del PBI, la reducción sería del 8,2% al 4,6%. La baja también es considerable si se mide en dólares al tipo de cambio oficial (de U$S 41.300 millones a U$S 27.500 millones, luego de la devaluación). La abrupta caída de ese pasivo en términos reales abonaría la tesis dolarizadora detrás de todas esas maniobras.