El nuevo gobierno contará con un buen flujo de dólares para contrarrestar la alarmante situación en materia de divisas. La normalización de la liquidación de exportaciones del sector agrícola, más un mayor incentivo de empresas locales a volcarse al mercado externo a partir de una suba del tipo de cambio, podrían contribuir a ese objetivo.

Entre los motivos para cambiar el panorama que se vivió en un sufrido 2023 está el mayor dinamismo que se espera del sector agroexportador. La sequía vivida a fines del año anterior fue tal que ese complejo aportó unos 20.000 millones de dólares menos de lo previsto. En el entorno del ahora exministro de Economía, Sergio Massa, creen que uno de sus mayores déficits de gestión fue no haber sabido explicar el daño que produjo esa tragedia climática, que redujo en alrededor de un 30 por ciento el total de las exportaciones argentinas. También se reducirá notoriamente el déficit energético, por las menores importaciones de gas.

Pero a ese panorama favorable hay que ponerle números y allí es donde faltan precisiones. Una cosa es el incentivo para los exportadores con el dólar a 650 pesos, como sostuvo el nuevo ministro del Interior, Guillermo Francos, y otra con un dólar a 1000 pesos, como dejaron trascender desde las oficinas de Ramiro Marra, uno de los primeros compañeros de ruta de Javier Milei. También será diferente si se le da al dólar un anclaje nominal para fijar expectativas que si se prevé una actualización periódica para absorber parte del previsible estallido inflacionario. En sentido inverso, un dólar más alto será una barrera más efectiva contra las importaciones y ayudará a aumentar el superávit comercial.

En el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), en noviembre, las consultoras y centros de estudio que participaron de la encuesta del Banco Central vaticinaron en promedio un superávit comercial cercano a los U$S 10.000 millones para 2024. Según el Indec, en el año en curso, el déficit del intercambio hasta octubre acumulaba U$S 7396 millones, producto de un derrumbe de las exportaciones de 24,8%.

Para la Fundación Mediterránea, las proyecciones son mucho más optimistas. La entidad estimó que en 2024 el superávit comercial llegará a los U$S 25.000 millones, mientras que las reservas del Banco Central subirían unos U$S 12.000 millones. El turismo contribuiría con una reducción en la salida de viajeros y un simultáneo incremento en los ingresos del turismo receptivo.

Lucha por el excedente

A simple vista, si el Banco Central se quedara con ese excedente, podría equilibrar sus reservas netas, que según analistas de mercado son negativas en U$S 10.000 millones. Sin embargo, es muy posible que en el nuevo esquema la liquidación de divisas a través de la entidad ya no sea obligatoria. La designada canciller Diana Mondino adelantó que desde ahora “los dólares serán de los exportadores”.

Entonces, ¿quién se quedará con ese excedente de divisas? En la fila de interesados coinciden, entre otros, un Banco Central con sus cuentas en rojo, un sistema productivo semiparalizado por falta de insumos industriales, un sector importador cuya deuda comercial con el exterior se incrementó en U$S 20.000 millones en el último año y un grupo de organismos internacionales, entre ellos el omnipresente FMI, que esperan cobrar vencimientos por unos U$S 13.000 millones en 2024.

En un artículo publicado por la Fundación FIEL, el economista Daniel Artana agregó a esos potenciales demandantes «vencimientos de provincias y de empresas por alrededor de U$S 7500 millones, que tampoco podrían ser renovados en su totalidad en el mercado de capitales”. Por eso Artana estimó que habrá poco espacio para recomponer las reservas del Banco Central o para reducir la deuda comercial.

Según un informe de la consultora Ecolatina, la abundancia o escasez de divisas es una cuestión estructural de la economía argentina: “La balanza comercial positiva no alcanza a cubrir el déficit en la balanza de servicios y de remisión de rentas al exterior (intereses por pago de deuda externa, royalties y utilidades y dividendos de grandes empresas, entre otros conceptos. Por lo tanto, cuando el agro se encuentra en problemas, la economía local debe irremediablemente obtener financiamiento, utilizar reservas internacionales o enfrentar un ajuste cambiario (devaluación) que contribuya a corregir el desbalance externo”. «

Adiós al déficit de la balanza energética

Uno de los elementos que más influirá en la reversión del déficit de la balanza comercial será el saldo favorable que se aguarda por parte del sector energético. El cambio de situación de los últimos años se dará, entre otros motivos, por las menores importaciones de gas, que podrían incluso convertirse a corto plazo en exportaciones netas a países vecinos. Al respecto, la Fundación Mediterránea estimó que la balanza energética podría pasar de un déficit de U$S 4700 millones en el corriente año a un saldo positivo de U$S 3300 millones para 2024.
Se trata de una de las consecuencias del mayor aprovechamiento del gas extraído de Vaca Muerta, transportado a través del gasoducto Presidente Néstor Kirchner. La obra, construida en apenas 10 meses y que tiene ampliaciones proyectadas, mereció un menosprecio con aire sobrador del nuevo ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, quien se quejó de que en ella se hayan invertido fondos públicos. “Nadie de los que paga impuestos usa ese gasoducto”, sostuvo el funcionario.