Después de que el Indice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec arrojó en enero un promedio del 20,6% que arrastró al acumulado anual a un pico del 254,2%, el presidente, Javier Milei, salió esta semana a bancar su política de ajuste generalizado y a proyectar meses todavía peores.

En medio de la angustiante situación que atraviesan las clases medias y los trabajadores, sobre quienes cae buena parte del peso de las medidas oficiales, la sentencia del jefe de Estado en una entrevista radiofónica fue que «el momento más duro de la inflación será entre marzo y abril», asegurando una proyección inquietante para el corto plazo.

Pese a que los dos informes de precios oficiales desde que Milei asumió superaron la barrera del 20% en el marco de la liberalización de los precios, entre diciembre y enero se apreció una leve caída. La evaluación del presidente es que la política económica de su gobierno «está logrando bajar la inflación» y como señal apuntó que la tendencia sigue en las dos primeras semanas de febrero, donde las mediciones rondaron el 10%.

La consultora privada PxQ, que mide regularmente la evolución de los precios, registró una variación del 4,9% en la primera semana, asociada a aumentos en servicios regulados y/o en proceso de desregulación, como boletos de transporte público, energía eléctrica residencial, medicina prepaga, vehículos, combustibles y alquileres.

La misma fuente registró un salto del 5,5% en la segunda semana, nuevamente relacionado al ajuste del transporte y, tomando las últimas cuatro semanas, advirtió una tendencia descendente que, analizó, se podría afianzar en las próximas semanas.

El Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que elabora el Banco Central con datos de empresas y consultoras coincide y prevé que la inflación de febrero será del 18%.

También coincide Balcarce 50 que destaca la progresión descendente aunque el presidente omite que el IPC de noviembre de 2023, el último previo al cambio de mando, dio un 12,8%, y que el de diciembre de 2023, el primero bajo su gestión, fue del 25,5%, casi trece puntos porcentuales más alto en la comparación intermensual, fogoneado por la histórica devaluación que estuvo entre las primeras medidas de su gobierno tras la asunción del 10 de diciembre.

Tampoco tiene en cuenta que su decisión de quitar progresivamente subsidios anticipa nuevos aumentos de los servicios públicos en los próximos meses. 

Contra los ahorros

El carácter temerario de las declaraciones presidenciales sobre la inflación complementó otras manifestaciones del primer mandatario igualmente preocupantes.

El presidente utilizó su cuenta en la red social X para compartir un artículo del medio digital El Economista que analizaba que se registra una cantidad creciente de ahorristas particulares que venden sus dólares para paliar el difícil momento de la economía, caracterizado por la crisis monetaria, la suba de los precios y la recesión.   

La nota informó que los dólares financieros prolongaron sus caídas después del fin de semana de carnaval y que en las cuevas donde se comercializan esos billetes no se destacaba la presencia de compradores sino más bien la de vendedores, personas de clase media y alta que se desprenden de sus divisas para disponer de pesos que les permitan llegar a fin de mes o financiar gastos corrientes en medio de la complicada situación económica.

El mandatario retuiteó la publicación sin hacer comentarios específicos, pero está claro que el fenómeno se ajusta a su objetivo de dolarizar y a la necesidad añadida de chupar los dólares que tiene la población argentina en el ahorro personal.

Respaldos de peso

Mientras la suba de precios convierte en pobres a un millón de argentinos por mes, el presidente viaja por el mundo y suma fotos.

La más importante de la semana fue en el Vaticano con el Papa Francisco I, uno de los destinatarios de sus críticas más furibundas durante la campaña electoral 2023.

Pero en ese viaje también les pusieron las caras a los flashes varios de los referentes más importantes del empresariado, entre ellos el G6 casi en pleno.

En representación de ese grupo estuvieron los presidentes de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja; de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), Mario Grinman; de la Asociación de Bancos (Adeba), Javier Bolzico; de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi; y hasta de la Cámara de la Construcción (Camarco), Gustavo Weiss, a pesar del parate brutal de la obra pública que redundó en miles de cesantías de trabajadores. En representación de la Sociedad Rural asistió el vicepresidente Marcos Pereda.

Los empresarios interpretaron el encuentro entre el presidente y el Papa como una señal de concordia para la sociedad y ratificaron su respaldo al rumbo político del oficialismo. 

En particular, Funes de Rioja, representante de la industria alimenticia que en el último año aumentó sus precios un 300%, llamó a realizar «un esfuerzo conjunto para equilibrar las cuentas macroeconómicas después de décadas de inestabilidad».  «