La Federación de Organizaciones de Base (FOB) nació hace 20 años en medio de la crisis. Cuenta Soledad Bastián, parte del grupo: “Surgimos en el marco de un país en desintegración y nos fuimos rearmando en nuestros trabajos, nuestra vida comunitaria. Nuestra primera experiencia fue la sala de extracción de miel y la radio comunitaria. Teníamos y tenemos la mirada puesta en la vuelta al campo, con la intención de que se valorice el trabajo campesino generando estructuras que agreguen valor a las materias primas. Pero también fomentando el cuidado de las familias, la comunidad y el territorio, desde el feminismo a las luchas socioambientales”.
El trabajo de la Regional Norte de la FOB en Córdoba, en los departamentos de Río Seco y Tulumba, límite con Santiago del Estero, se realiza en un territorio abandonado por el Estado; con los más altos índices de pobreza de la provincia; escasas oportunidades laborales, precarización de la vida, caminos poco transitables, falta de luz y de agua y formas de producción rudimentarias; con el avance del agronegocio y la ganadería, la deforestación y el uso de agrotóxicos. Y la permanente violación de los derechos humanos, como fue el caso emblemático del desalojo de Ramona Bustamante, ícono de la lucha campesina en la provincia.
De la protesta a la propuesta: el barrio activo
Corría 2004, en una crisis económica, social y política parecida a la de hoy. Más de mil personas, casi un tercio de la población, llevaron a cabo una pueblada en contra del tarifazo de la Cooperativa Eléctrica de Sebastián Elcano, que en ese entonces era básicamente un apéndice del gobierno municipal.
De esa primera acción comunitaria de protesta, un grupo de militantes y vecinas decidió poner en marcha el proyecto de la radio comunitaria Agustín Tosco y la comercializadora de miel de monte Chasca Miel. También pusieron en pie dos comedores comunitarios que hoy asisten a más de 100 personas por semana. Luego sumaron una granja de pollos parrilleros, una fábrica de quesos (La Majadita), dos almacenes populares y un vivero de plantas nativas. Además, recuperaron la Asociación de Bomberos Comunitarios y el Club Social y Deportivo de Sebastián Elcano.

Cuenta Bastián: “Normalizar la asociación y el club permitió volver a desarrollar un arraigo comunitario muy interesante, además de gestionar nueva infraestructura para poder hacer frente a los fuegos. No olvidemos de que es una zona que está en la frontera agropecuaria, de muchísimo desmonte y con muchísimos intereses que provocan eso que se llaman incendios casuales. Algo parecido sucede con el arraigo que trajo la recuperación de la fábrica de quesos, en plena pandemia, y que hoy tiene alrededor de 25 familias asociadas”.
A través del Fondo de Integración Socio Urbana (FISU), la FOB inició en 2021 un proyecto de loteo social con 57 lotes con servicios y dos espacios públicos comunitarios. Un barrio sustentable con forestación nativa, gestión de aguas de lluvia y sistemas fitosanitarios para las aguas grises y desechos cloacales, entre otras iniciativas. A pesar de que actualmente el programa fue paralizado por el gobierno de Javier Milei, Bastián asegura: “No nos rendimos. Estamos estirando lo más posible el financiamiento, diseñando la continuidad del proyecto con el aporte de las familias y financiamiento provincial”.
Esperando tiempos mejores
Mónica Ponce es coordinadora de la cooperativa La Majadita, una fábrica de cuenca láctea caprina que forma parte de la Regional Norte de la FOB y se encuentra en San Pedro, a 250 kilómetros al norte de Córdoba capital. La fábrica comenzó hace 18 años como un proyecto familiar, pero hace cuatro que se cooperativizó. Producen quesos naturales y saborizados con ají, albahaca, orégano o pimienta negra.
Funcionan en un predio cedido en comodato por la Fundación del Banco de Córdoba, mientras que las maquinarias y la infraestructura las consiguieron por el esfuerzo organizado de las familias productoras. Otros proyectos de la Regional Norte como los almacenes populares o el vivero se llevan adelante en acuerdo con los municipios locales o el gobierno provincial.
“Los cambios de gobierno nos pegaron muy duro. Tenemos que trabajar a pulmón para no cerrar. Sobre todo, porque hay productores que dependen de nosotras”, aclara Ponce. “Nos gustaría empezar a elaborar quesos con leche de vaca, pero para eso necesitamos financiamiento. Por ahora seguimos con los materiales que tenemos. Está difícil comprar o avanzar en algo nuevo. La idea es que podamos trabajar hasta que vengan unos gobiernos nuevos, un aire nuevo que nos deje seguir progresando”, se esperanza.
Agrega Bastián: “También queremos hacer una planta de alimento balanceado para los pollos. Hasta el año pasado producíamos nosotras el alimento, pero hoy en día está siendo imposible. Todos nuestros desarrollos económicos tienen la misma mirada, que es asociarnos con las familias campesinas para poder ser un enlace y un agregado de valor en la cadena que nos permita comercializar con más fuerza en el mercado. A cada uno de los proyectos le dimos un impulso muy fuerte en el marco de la Unión de Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP)”.
Y concluye: “Son muchos años de lucha y derechos adquiridos, pero hoy hay un gobierno fascista y de derecha con una clara intención de destrozar todo lo que es la base productiva del país, desde pymes a cooperativas de trabajo como la nuestra. Está siendo bastante complejo sostener toda esta estructura desde abajo, con todo lo que implica para una compañera que hace 20 años estaba encerrada en su casa agachando la cabeza y hoy aprendió a salir de su casa, organizarse para vincularse socialmente y gestionar para la comunidad”.