Lo intentó primero como presidente de Boca pero una votación entre los dirigentes lo frenó. «Perdimos, Mauricio», le dijo Julio Grondona, que lo había empujado con astucia hacia la derrota. Después lo buscó cuando llegó a la Casa Rosada. Intervino la AFA, amenazó con ahogos económicos a los clubes y movió a jueces, pero tampoco pudo. Los proyectos que llegaron al Congreso, además, ahí quedaron. Como nada de todo eso salió, ahora va por las sociedades anónimas deportivas a fuerza de decreto. Javier Milei le cumple los deseos a Mauricio Macri.

Hasta la primera vuelta de las elecciones, Milei no tenía en su agenda el fútbol. El empresario Guillermo Tofoni había escrito un artículo en el diario El Cronista donde llenaba de halagos el proyecto dolarizador –ahora guardado– porque beneficiaría a los clubes de fútbol con inversiones. Desde La Libertad Avanza decían que no era prioridad el asunto del fútbol, que en todo caso eran propuestas autónomas. Aunque el propio Tofoni, que trabajaba junto a la todavía candidata a diputada Juliana Santillán, se presentó en una entrevista radial como «el hombre de Milei en el fútbol».

La alianza con Macri para el balotaje cambió esos planes. Milei empezó a hablar de fútbol cada vez. Ya había dicho algo que repetiría, que le gustaba el «modelo inglés» de jeques, magnates y fondos de inversión. Volvió a interesarse por Boca, donde en un tuit llegó a prometer la motosierra. En medio del desastre del temporal del fin de semana pasado se tomó el tiempo para ir a votar por Andrés Ibarra, el compañero de fórmula de Macri, en elecciones judicializadas por el macrismo. Se fue abucheado por los socios. Juan Román Riquelme ganó por una diferencia de 14 mil votos. Macri ni siquiera fue.

El decreto publicado en el Boletín Oficial modifica la Ley 20.655, conocida como la Ley del Deporte, para darle ingreso a las sociedades anónimas dentro del sistema del deporte y la actividad física. Pero lo que importa es el fútbol. La AFA tiene en su estatuto una cláusula anti clubes empresas donde establece que sus afiliados deben ser asociaciones civiles sin fines de lucro. Dos artículos del DNU intentan derribarlo. En uno de ellos incorpora este texto: «No podrá impedirse, dificultarse, privarse o menoscabarse cualquier derecho a una organización deportiva, incluyendo su derecho de afiliación a una confederación, federación, asociación, liga o unión, con fundamento en su forma jurídica, si la misma está reconocida en esta ley y normas complementarias». Y en otro incluye una cláusula transitoria donde les pone un plazo de un año para adecuar sus estatutos a esta nueva reglamentación.

Los clubes, excepto Talleres de Córdoba, ya rechazaron este avance durante la campaña. Una catarata de tuits reivindicó la idea de que los clubes son de los socios. La AFA ratificó esa posición en una asamblea antes de la asunción de Milei. Si no estaba en la agenda principal de LLA en medio de la campaña, ¿cómo pasó ahora a ser de «necesidad y urgencia»?

Milei recibió su primera derrota como presidente en Boca. Pero no sólo ahí se eligió gobierno en las urnas el fin de semana pasado. También hubo elecciones en San Lorenzo, Tigre, Colón, Nueva Chicago y Deportivo Morón. El voto de los socios forma parte del paisaje del fútbol argentino, el derecho político esencial. Esa tiene que ser la base. Pero esta avanzada a decreto de la dupla Milei-Macri impone también otro debate y es cómo se trata a los hinchas en el fútbol argentino.

Torneos que cambian sus reglas a mitad de camino, ascensos por escritorio, formatos de competición que cambian todos los años y una organización como la que tuvo la definición de la Copa de la Liga. No sólo la final entre Platense y Central en Santiago del Estero, lejos de la localidad de cada uno de esos clubes y con represión en los ingresos. Lo mismo para los cruces de las instancias anteriores. O para la final de la Copa Argentina que Estudiantes le ganó a Defensa y Justicia y que demoró en tener fecha. A todo hay que agregar el costo, cuánto significa ser socio, ser hincha. Racing anunció hace unos días que desde marzo la cuota social aumentará de modo bimestral por inflación.

Que los clubes son de los socios no puede ser sólo una consigna. Tiene que ser una política y es quizá lo que demanda este tiempo. Al decretazo, más democracia en el fútbol.  «