Octavos de final del Mundial Sub 17 de Brasil 2019. La selección argentina le gana 2-0 a Paraguay en el estadio Kléber Andrade de Cariacica. A los 54 minutos, Ezequiel “Equi” Fernández sale y entra David Ayala. Paraguay da vuelta el resultado (2-3) y elimina a Argentina del Mundial. A la selección la dirige Pablo Aimar. Aunque jugó el Mundial Sub 17 de Ecuador 1995 e incluso ganó el Sub 20 de Malasia 1997, es su primera Copa del Mundo como entrenador. Equi Fernández es el primer centrojás mundialista de Aimar.

El domingo, después de que Central Córdoba le metiera dos goles, Equi Fernández se puso al hombro a Boca y dio vuelta el resultado, en la segunda fecha de la Liga 2024: metió sus dos primeros goles en Primera -había jugado 25 partidos en Tigre, a préstamo, en 2022- y participó en los otros dos del 2-4 en Santiago del Estero. Es, a los 21 años, acaso el mejor jugador del fútbol argentino, un futbolista que juega sin tiempo, del pasado, presente y futuro, un mediocampista que juega como si estuviese adentro de un flipbook, esos libritos de una serie de imágenes que se animan al pasar las páginas, escapista y tiempista, y que será una pieza fundamental de la selección Sub 23 que competirá en los Juegos Olímpicos de París 2024.

A través del talento creativo -y de la ductilidad en el manejo indistinto de la derecha y la izquierda-, Equi Fernández esconde la pelota, la guarda, pone al partido a jugar a su ritmo y, entonces, teje el juego de Boca. Puede partir desde la posición de mediocampista central o soltarse hacia las zonas de enganche. Desde atrás, inició la jugada que terminó en el gol de Cristian Medina en el 1-1 ante River en el Monumental por la fecha de clásicos de la Copa de la Liga, en su primer superclásico como titular. Desde adelante, se adentró en el área rival para sus primeros goles como profesional frente a Central Córdoba. Su último gol en las categorías de la AFA había sido en la Sexta División de Boca, en 2019. Equi -del barrio Santa Brígida, de San Miguel- llegó a los nueve años a Boca. Cuando tenía 13, en la pre-Novena, fue dirigido por Diego Martínez, actual técnico de la Primera de Boca, y quien lo pidió y llevó cuando entrenaba a Tigre.

“Mi característica es volante de juego. No soy de mucho llegar, pero el técnico me lo pide y tengo que llegar”, decía Equi Fernández a los 15 años, cuando jugaba en la Octava, en 2017. Y nombraba a Fernando Gago y a Andrés Iniesta como “referentes”. Bostero de ir a la popular desde chico, Equi miraba también al hoy presidente de Boca, a Juan Román Riquelme (su padre, Sergio, lo tiene tatuado en la pierna izquierda, de espaldas, con el N° 10). En las inferiores, a Ignacio Ezequiel Agustín Fernández Carballo, antes que Equi, le decían “Chueco”. Así lo llamó Martínez.

“Lo conocemos muy bien al Chueco”, dijo el entrenador de Boca después de los goles de Equi Fernández en Santiago del Estero. “Es tan inteligente, tan perceptivo, receptivo, pillo, barrio, tiene toda esa mezcla. Le está agregando cuestiones tácticas a esa gran característica de futbolista. Si está más arriba, tiene que agregarle gol. En Tigre miró dónde podía meterse y se metió como doble cinco. Después terminó siendo cinco solo. Ahora, siendo una especie de enlace, pero con la cancha más de frente que de espaldas. Tiene que tener esa llegada. Es esto que dicen en Europa, ‘de área a área’. Es muy inteligente. Tiene una gran personalidad. Juega de la misma manera que cuando era chico. Y juega de la misma manera en cualquier cancha, como jugaba en su barrio, en San Miguel, como juega en cualquier estadio del fútbol argentino”.

Con contrato hasta 2028, Equi Fernández se ganó el papel de actor protagónico dibujando cuadro a cuadro, pasando página tras página. Inferiores, selección juvenil, Tigre, Boca, el fútbol argentino. Es un jugador que trama y define las escenas de los partidos, a los guía a su voluntad. “Hablando en serio: de Riquelme para acá que no tenemos un jugador como el Equi”, escribió un hincha cincuentón que no suele hablar en serio en un grupo de WhatsApp bostero. “Toni Kroos vio un video de Equi -ironizó Luciano Cracogna en X tras el anuncio del retiro del alemán- y ahora solo se quiere dedicar a verlo jugar”. Como fuese, Equi parece destinado a ser un mediocampista de clase mundial, de los que mueven los hilos descubriendo entresijos que nadie ve, de los que se lanzan a la aventura de lo desconocido.