Paul McCartney, el hombre de las canciones perfectas, símbolo de un tiempo histórico de la música universal, a los 81 años clausuró anoche su gira Got Back, en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, bajo un calor que desafiaba la tolerancia humana. Una multitud lo soportó empujada por la zozobra de que fuera, acaso, la última vez del mítico integrante de los Beatles en Sudamérica; pero McCartney respondió con gestos en sentido contrario. Si Got Back fue la última gira profesional del músico como se presumía, hasta era natural que su despedida fuera en Brasil, el país de nuestra región con el que selló un lazo más estrecho. En 1990 batió el récord Guiness por el evento musical de mayor concurrencia (184 mil espectadores). Cuatro veces visitó la Argentina: en 1993, 2010, 2016 y 2019. Pudieron ser cinco en 2023, pero la incertidumbre económica vernácula ayudó a frustrar el retorno. 

La presencia de sus hijas Mary y Stella, que no suelen viajar con Paul, alimentó en la previa la expectativa de los fans de que esta vez el concierto en Río de Janeiro fuera a representar el final, después de que el tour pasara por Estados Unidos, Inglaterra, Australia y México. En cuanto al Maracaná, estallaba. En ese marco, la muerte de una fan de Taylor Swift a causa de las altísimas temperaturas en noviembre, sobrevoló la previa del concierto. Y nunca como anoche fue tan fácil conseguir una botella de agua.



Paul y las canciones eternas


Con el bajo Hofner a cuestas, Paul arremetió en el inicio con “Can’t Buy Me Love”. Le siguieron canciones que recordaron su época con Wings: “Junior’s Farm” y “Letting Go”. En esta última hicieron su presentación los Hot City Horns: Paul Burton en trombón, Kenji Fenton en saxo y Mike Davis en trompeta. Apostados en un rincón de la platea izquierda, se sumaron a Paul y el resto de su banda durante el tema incluido en el disco Venus And Mars (1975), en el que se destaca el solo de guitarra encendido de Brian Ray.

McCartney siguió con “Got To Get You Into My Life”, pasó por “Come On To Me”, “Let Me Roll It”, “Getting Better”, “Let Em’ In”, “My Valentine” (dedicada a su esposa Nancy Shevell, presente en el show) y “Love me do”, entre otras. Durante ese recorrido, Paul pasó del bajo a la guitarra Les Paul y el piano. Cuando entonó “Maybe I’m Amazed”, dedicada a Linda McCartney, una prueba de exigencia para su voz, quedó claro que el presente el exBeatle está bastante mejor de lo que mostró en los últimos años. No fue el único gesto de la noche para alejar las especulaciones sobre su retiro.

De repente, Paul se animó a un cambio de formato y también de escenografía. Hubo un respiro con “I’ve Just Seen A Face” y enseguida pasó a la prehistoria con “In Spite Of All The Danger”, una de sus primeras composiciones, cuyos créditos comparte con con George Harrison. Infaltable “Blackbird”, en modo acústico, y “Here Today”, primer homenaje a John Lennon, para quien McCartney pidió aplausos.

El tramo final fue demoledor: “Ob La Di-Ob La Da”, “Band On The Run”, “Get Back”, “Let It Be” y “Live And Let Die”, con un despliegue colosal de fuegos artificiales. Iban dos horas y media de show y a Paul no lo vencía ni el calor. Cuando comenzó con “Hey Jude”, el Maracaná se llenó de carteles y la comunión con el público fue total, que la cantó de principio a fin. Luego llegó I’ve Got A Feeling”, y de alguna manera, McCartney y Lennon volvieron a cantar juntos. La pista de John se escuchaba nítida, su figura estaba en la pantalla, y así ocurrió la magia.

Continuó con “Birthday”, que es un tema que no venía tocando en el último tiempo. Poco después, “Sgt Pepper” (en su versión reprise) y “The End”, para concluir justamente el concierto, y con una ovación. Esta vez sí es el final, al menos de la gira, seguro. ¿O tal vez de Brasi, de Sudamérica? “See you nex time!” (“¡Nos vemos la próxima!”), lanza McCartney. Una promesa y una esperanza para atesorar.

* Especial para Tiempo Argentino, Calico Skies y Mil Campanas