Henning Mankell había nacido en Estocolmo, pero sus novelas lo hicieron famoso en todo el mundo. La Argentina no fue la excepción. Por el contrario, aquí  su saga del detective Kurt Wallander cosechó una multitud de admiradores de su literatura, pero también de su personalidad, de su calidez y de su entereza para enfrentar el cáncer que finalmente terminó derribándolo.

Acaba de aparecer en España su última novela, la escribió  mientras atravesaba su enfermedad y trataba de ponerle luz a los oscuros días que anunciaban el fnal. Por supuesto, su legión de lectores argentinos desea que llegue pronto al país. En América Latina será distribuida por Tusquets. El título de su novela póstuma es Botas de lluvia suecas, traducido también al catalán. Allí retoma el hilo de un título anterior, Zapatos italianos.

Según lo informa el diario El País de España, “no, no es esta última novela de Mankell una lectura alegre, pero tampoco está sumida en brumas y nieblas, brilla aún el otoño cuando arranca la acción y la primavera buscará, más tarde, abrirse paso entre los hielos del archipiélago. No está el protagonista ahogado en los recuerdos, el presente le trae novedades de las que sacar provecho para seguir caminando.”

En Botas e lluvia suecas sus seguidores podrán reconocer también los elementos que constituyen su estilo: una crítica a la sociedad sueca contemporánea, que es injusta con los imigrantes y que es capaz de castigar a quien roba para comer pero es mucho más piadosa con los ladrones de guante blanco. También se manifiesta contra “las toneladas de basura nuclear” que destruyen el medioambiente y cuestiona la idealización que suele hacerse de algunas sociedades como la sueca que no se corresponde con la realidad.

En 2009 visitó Buenos Aires , donde expresó el deseo de no romper su soledad. Por eso no aceptó ni compañía ni taxis y persistió en su plan de caminar mucho. Algo de su experiencia en esta ciudad quedó plasmada en Arenas Movedizas. Aunque se lo considera un gran maestro de la novela negra, el escritor demostró ampliamente que su sensiblidad le permite escribir muy bien en todos los colores.