Se la considera una de las imágenes “más raras y trascendentes” de la historia del arte contemporáneo, según Christie`s. Muestra el retrato de la actriz Marilyn Monroe sobre fondo celeste, con la cara coloreada de rosa, el pelo amarillo y una sonrisa de labios rojos.

En este momento, la obra está en manos de la Fundación de Thomas y Doris Ammann de Zurich y fue exhibida en distintos museos como la casa de subastas Christie’s de Nueva York.

El dinero de la venta se utilizará en proyectos de salud y educación para menores en todo mundo. Se trata de la mayor venta filantrópica desde la subasta de la colección de Peggy y David Rockefeller en 2018, informó la agencia de prensa AFP.

Si la obra se comprara con el precio con el que sale a subasta, se convertiría en la segunda obra más cara de la historia del arte vendida de ese modo luego de Salvator Mundi de Leonardo Da Vinci.

¿Qué emparentaba a Marilyn y a Warhol? Quizá que no se pueda hablar del cine del siglo XX sin mencionar a su gran diva, Marilyn Monroe, cuyo trágico final no tuvo relación alguna con la glamorosa imagen que mostraba bajo las luces de los estudios de Hollywood. Del mismo modo, no se puede hablar del Por Art, sin hablar de Warhol. Ambos fueron emblemas en dos campos del arte diferentes y estuvieron unidos a través de las imágenes que Warhol popularizó de ella: Marilyn Dorada, Díptico de Marilyn, Marilyn en Naranja y Shot Marilyn. Sin embargo, todos esos supuestos retratos son en realidad evocaciones de Marilyn, pues jamás la retrató personalmente, es decir, la diva del cine, nunca posó para él.

Por el contrario, fue luego de su muerte ocurrida en 1962 que el artista pop comenzó a trabajar con su imagen. Según lo explica el MoMa, sus imágenes icónicas nacen de una foto publicitaria que Marlyn había hecho para la promoción de la película Niagara en 1953.

Sin embargo, la crítica coincide en afirmar que nadie captó mejor la esencia de Marilyn que el propio Warhol, a pesar de no haber trabajado del natural. O, quizá, es posible suponer que fue exactamente por eso que Wharhol tuvo la libertad de no atenerse tanto a sus rasgos, sino a lo que emanaba de ella, a ese encanto indefinible que la catapultó a la fama más allá de su evidente belleza. Mujeres bellas hubo muchas en Hollywood, pero solo algunas pocas, como Marilyn, se convirtieron en un ícono.

La técnica de Warhol, la serigrafía, consistía en fotografiar una fotografía,  imprimirla en un tamaño más grande y luego comenzaba a pintar sobre ella. La imagen ya estaba dada de antemano, pero eran los toques de Warhol los que la convertían en algo a la vez  igual pero diferente del original. Fue luego de la muerte de Marilyn que a Warhol decide convertirla en algo así como su musa estrella y hace que su imagen, tratada y modificada por él, se convierta en un emblema. Fue una forma de rendirle tributo a la estrella que tuvo un efecto inesperado. Hoy, la imagen de Marilyn es inseparable del nombre de Warhol.

Para el presidente del Consejo de la Fundación Georg Frei, la obra de Marilyn realizada por Warhol en 1964, basada en una foto para un cartel publicitario de la película ‘Niágara’ de Henry Hathaway, “es testigo de su poder visual intacto en el nuevo milenio”.

“El espectacular retrato –destacó en un comunicado la casa de subastas- aísla a la persona y la estrella: Marilyn, la mujer ya no está; las terribles circunstancias de su vida y su muerte han quedado en el olvido. Todo lo que queda es la enigmática sonrisa que la vincula con otra sonrisa misteriosa de otra distinguida dama, la Mona Lisa”.