El mercado del arte se rige por sus propias reglas. Para quienes son ajenos a él, las razones que suman o restan valor a la obra de un creador consagrado son un enigma.

Mujer desnuda acostada pertenece al período cubista del gran pintor español y la Casa Sotheby`s de Nueva York la subastó en una suma sorprendente. Una de las características de Picasso es que no puede reducírselo a un solo tipo de imagen, ya que a  lo largo de su vida ha ido cambiando, pasando de un cierto realismo o representación clara de imágenes, a otras expresiones mucho menos literales, como las del períodos cubista cuyo punto de partida se ubica en Las señoritas de Avignon (1907)  un lienzo de grandes dimensiones  (2,43 x 2,33 cm) en el que ya comienzan a insinuarse las líneas rectas y los volúmenes que serían característicos del cubismo. En él, donde se ven tres mujeres y un hombre en un prostíbulo,  el artista comienza apartarse de lo que había sido hasta el momento la tradición de la pintura occidental. Aunque en su momento no fue muy bien valorado desde el punto de vista estético, puede decirse que sí fue el punto de partida de una nueva forma de concebir la pintura.

Mujer desnuda acostada es un cuadro cubista de 1932 en el que Pablo Picasso retrató desnuda a Marie-Therèse Walter, recaudó 67,54 millones de dólares en una subasta de arte moderno de la casa Sotheby’s en Nueva York y se convirtió en la obra más cara entre más de medio centenar de piezas del artista que salieron al mercado en la misma jornada, como El abrazo (14,11 millones), Mosquetero con pipa, (8,48 millones) y Hombre y mujer desnudos (5,13 millones).

Poco se sabe fuera del mundillo de los coleccionistas qué es lo que hace que el los cuadros de un mismo pintor, en este caso, del artista plástico más emblemático del siglo XX, tengan valores disímiles aunque todos ellos inalcanzables para el común de la población. Una causa probable es su valor documental que va más allá de la pintura en sí. En efecto, Picasso, cuya figura hoy es cuestionada por considerar que maltrató a todas las mujeres con las que tuvo una relación sentimental, vivió un romance con la modelo de ese cuadro, Marié- Therese, que hizo público a través de una serie de retratos. Esta se convirtió así en un emblema de la pasión que protagonizó junto al artista y tanto en aquella época como en esta, poder espiar en la vida privada de un famoso resulta una tentación irresistible. Ese romance sería luego citado varias veces cuando ya había llegado a su fin. Francoise Guillot, quien fuera la nueva compañera de Picasso en los 40 y los 50 se refirió a ella y en un libro posterior le dedicó varios pasajes a esa relación. De mismo modo, habló de ella en distintas entrevistas.

No se sabe si el trabajo de un artista que es algo así como una puerta entreabierta a su intimidad puede abultar los números de su venta, pero es una explicación verosímil. Sobre todo si se tiene en cuenta que Picasso fue alguien tan cambiante en sus cuadros como en sus relaciones sentimentales y su mundo íntimo, como el de todo personaje singular, siempre produjo curiosidad.

Seguramente también debe de haber consideraciones técnicas y de otro tipo más ligadas a la pintura en sí que justifiquen su precio, aunque tampoco es descartable que en él intervenga un poco el azar y el deseo de un coleccionista por poseer tal o cual obra.

Según lo informa la reconocida casa de subastas, el siguiente artista más cotizado fue el francés Claude Monet con Le Grand Canal et Santa Maria della Salute, pintura impresionista vendida en 56,62 millones de dólares, mientras que su jardín floral reflejado en el agua de Les Arceaux de roses, Giverny se vendió en 23,30 millones.
Por supuesto, se trata de cifras que nada tienen que ver con las posibilidades de una persona que vive de su trabajo, sino que se manejan entre una pequeña elite de coleccionistas para quienes el arte es, ante todo, una inversión redituable.

Quienes están por fuera de ese círculo privilegiado con suerte pueden ver alguna vez uno de estos trabajos en un museo o disfrutar de una buena reproducción. El nombre del artista, como en el caso de Picasso, inspirará un respeto a priori aunque no se sepa bien cuáles son sus verdaderos valores plásticos y, menos aún, cuáles son las verdaderas razones de sus precios de venta en los que los valores estéticos no siempre son los más importantes a la hora de cotizar un cuadro.

En el mundo actual, donde gran parte de la población está privada de elementos esenciales para la vida, esas cifras suelen resultar tan obscenas como las que gana una pequeña elite de jugadores de fútbol y quienes los contratan o la que perciben los especuladores que viven del esforzado trabajo que hacen otros.

Lo cierto es que Picasso, como sucede con tantos artistas, sigue vendiendo sus obras cada vez más caras, a pesar de haber fallecido hace tiempo. La “mano invisible del mercado”, según parece, no es tan invisible y siempre parece jugar para el equipo de los que más tienen. Nadie niega los valores de Picasso. Pero quién y desde dónde es que se determinan las millonarias cifras de sus obras.