“Después de leer con vivo interés y profunda atención el libro de John Reed, Diez días que estremecieron al mundo, recomiendo esta obra con toda el alma a los obreros de todos los países Yo quisiera ver este libro difundido en millones de ejemplares y traducido a todos los idiomas, pues ofrece una exposición veraz, escrita con extraordinaria vivacidad, de acontecimientos de gran importancia para comprender lo que es la revolución proletaria; lo que es la dictadura del proletariado. Estas cuestiones son ampliamente discutidas en la actualidad, pero antes de aceptar o rechazar estas ideas es preciso comprender toda la trascendencia de la decisión que se toma. El libro de John Reed ayudará sin duda a esclarecer esta cuestión, que es el problema fundamental del movimiento obrero mundial.” Estos conceptos sobre un libro que se ha transformado en un clásico de clásicos acerca de la Revolución Rusa pertenecen nada menos que a Vladimir Lenin y los escribió como prólogo a la edición estadounidense del libro al que alude. 

Durante todo 2017 se han conmemorado de diferentes formas los 100 años de la Revolución Rusa. Ediciones IPS ha elegido hacerlo a través de la reedición de este clásico de John Reed. Sin embargo, no es del todo justo decir que se trata de una  simple reedición dado que desde hace mucho en la Argentina sólo se conseguían ediciones incompletas, censuradas con diferentes criterios y en librerías de viejo. Por eso, a pesar de ser un texto tan conocido, pocas eran las posibilidades de leerlo en su totalidad y en una edición cuidada que se realizó en base al cotejo de la edición en inglés de Random House de 1935 a cargo de Mario Iribarren.

 “En esta crónica periodística –se dice en la nota que acompaña la nueva edición- vemos por dentro la revolución en múltiples dimensiones: los debates en los soviets, el peligro de las barricadas, las conspiraciones de la burguesía y los terratenientes junto a los reaccionarios del antiguo régimen zarista, el llamado a la insurrección del Partido Bolchevique y el implacable triunfo revolucionario en el que un partido marxista puso fecha y planificó de antemano la toma del poder político del Estado, como nunca antes ni después sucediera en la historia de los oprimidos». 

Además, una de las características distintivas de la nueva edición es el prólogo a cargo de Raúl Godoy, obrero de la emblemática FasinPAT (Fábrica sin patrones, exZanón) dirigentes del Partido de Trabajadores Socialistas y diputado provincial por el PTS en el FIT en Neuquén. 

Alejado de todo almidón académico, Godoy plantea qué significó la lectura de este libro para él, de qué forma contribuyó a sus formación política y personal. Quizá sea ésta la mejor forma de acceder a un texto: establecer con él una relación personal, vital, que lo incorpore como una verdadera experiencia de vida y no como una mera información distante. 

 Es precisamente eso lo que hace Howard Zinn, autor de Marx en el Soho, un monólogo en que Marx irrumpe en el presente para explicar su obra a través de su propia vida, sus propias penurias y sus propias estrecheces económicas que iluminan, por lo menos en parte, una obra monumental como El Capital bajándola de los pedestales académicos y rescatándola de la aridez que suele atribuírsele a ese tipo de textos. 

“Diez días que estremecieron al mundo –cuenta Godoy-, llegó a mis manos a los 19 años, cuando me fui desde Neuquén hasta La Plata a estudiar medicina. Soy hijo de una familia obrera, trabajadores de la fruta.” Allí convivió con diversos estudiantes que le permitieron tener acceso a muchos libros. Horacio Shehan le prestó el texto de Reed.  “Horacio murió hace muchos años en un accidente automovilístico y me quedó el recuerdo de ese regalo, de ese libro prestado que me abrió mucho la cabeza y me llenó de entusiasmo”. (…) Un libro emocionante. Para vivir los diez días que hicieron vibrar los cimientos del mundo. Que tantas pasiones, tanta vida, tanta entrega nos genera. Diez días concentrados en la pluma y la mirada de un periodista norteamericano socialista, que tuvo el privilegio de vivirlos”, agrega Godoy. 

John Reed nació en Portland en 1887. Fue miembro del Partido Socialista. Su instinto periodístico lo hizo constituirse en testigo privilegiado no sólo de la Revolución Rusa, sino también de la Revolución Mexicana que lo llevó a escribir más tarde México insurgente. Estuvo en la cárcel varias veces por defender sus posturas políticas. 

Todas estas razones explican por qué sus crónicas tienen la vitalidad propia de quien toma partido, de quien no es un observador externo de los hechos, sino que se involucra de manera medular en ellos. Contra la tan cacareada y simultáneamente traicionada “objetividad” del periodismo, Reed narra los hechos a la vez con rigor periodístico y con pasión militante. Quizá sea éste la única fórmula que garantice que un texto sea algo más que un registro para transformarse en una experiencia vital capaz de sobrevivir al paso del tiempo.