No parece exagerado afirmar que éste ha sido el año de las mujeres no sólo en la Argentina, sino en gran parte del mundo. Marchas contra la violencia de género, un paro, todo tipo de acciones destinadas a instalar la discusión sobre la despenalización del aborto y muchas otras intervenciones dan cuenta de un fuerte protagonismo femenino. Sin duda, todos estos estos actos de autoafirmación son positivos, pero también son indicadores de la intolerable situación de desigualdad que siguen padeciendo las mujeres en pleno siglo XXI

Como una manifestación más de esta problemática, el afiche de promoción de la 77° Feria del Libro de Madrid, que tendrá lugar entre el 25 de mayo al 10 de Junio en el Parque de El Retiro bajo el lema «Leer para saber, leer para imaginar», alude a la forma en que la mujer ha sido invisibilizada también en el campo de la literatura. 

Su creadora es Paula Bonet, dibujante y, a la vez, mujer de letras, que el año pasado visitó nuestro país.
«Cuando empecé a trabajar –le dijo a ABC Cultural- me di cuenta de que -como es habitual- las figuras masculinas anulaban por completo a las mujeres y decidí cambiar el enfoque: la protagonista tenía que ser una que diera voz a muchas en este contexto en el que las mujeres seguimos estando mudas y somos invisibilizadas». 

Y agregó: «El cartel viene a denunciar cómo hemos sido silenciadas. Me da pena que en los libros que metía en la mochila para ir al colegio no había nombres de mujeres y me produce un gran dolor haber llegado a los referentes literarios femeninos pasados los 30 años. Hay muchas mujeres que en el que momento en el que se imprimen los libros de texto son borradas. Intento con este cartel hablar de cómo la mujer debe dejar de ser objeto, tiene que empezar a narrarse y para ser sujeto. No sólo lo masculino es universal, sino que lo femenino es también universal»

La historia de la participación de las mujeres en la literatura corrobora las palabras de Bonet. Sor Juana Inés de la Cruz, según lo dijera Octavio Paz, “se hizo monja para poder pensar”, única forma de obtener el tiempo y el aislamiento necesarios para leer y escribir su propia obra. Su enorme talento, sin embargo, no dejó nunca de crearle problemas. 

Pero no es necesario remontarse al siglo XVII para encontrar ejemplos de discriminación literaria. Quizá menos obvios que en ese tiempo, se siguen dando aún hoy y es probable que hasta la propia creación del concepto “literatura femenina” sea una expresión sutil de un acto discriminatorio que marca a la literatura hecha por mujeres que “anomalía” o “particularidad” ya que la literatura es, “por naturaleza”, masculina. 

Bonet  traduce a palabras la pieza gráfica que realizó para la Feria del Libro de Madrid en la que condensa una serie de homenajes a escritoras. «El primer dibujo es un lirio, -le dice a ABC cultural- homenaje a los Hombres que cantan nanas al amanecer y comen cebolla de Sara Herrera Peralta: la mujer protagonista (que también es escritora, la nigeriana Chimamanda Ngozi) vomita lirios al igual que la andaluza los vomita en uno de sus poemas. Y con los lirios y la tinta china empiezo a tejer, como Louise Bourgeois, en blancos y amarillos, una trama que cubre la cabeza de la nigeriana. Las alusiones a la tierra y a la vida del «Cuaderno de campo» de María Sánchez dibujan esa cabeza de vaca que asoma por la izquierda (pero podrían haber dibujado espigas, placentas de vaca o pájaros). Las manos arrugadas de debajo del animal nos llevan hasta el trabajo de Sofía Castañón son las manos de su abuela. Las manos de bebé las sostienen son las de Luna Miguel, que se han frotado fuerte con agua después de masturbarse. El cuervo sale volando de un poema de Elena Medel. Un gorrión lo hace de uno de Emily Dickinson. Leemos a mujeres y nos encontramos con piedras (Luci Romero), almejas (Anne Sexton) gárgolas (Míriam Cano), orquídeas (Rossetti) o casas vacías y silenciosas (Anna Ajmatova). Hay mujeres que mientras escriben sienten que son un volcán (Estel Solé), y otras que, como los tulipanes, se adaptan como mejor pueden a los acontecimientos que les depara la vida (María Leach). Gabriela Mistral canta a los montes y los ríos de Chile, y Violeta Parra lo hace a la vida y a todo lo que esta le ha dado. Faltan muchas. Pero con su trabajo dan voz a todas».

Paula Bonet visitó el año pasado Buenos Aires junto a un nutrido grupo de dibujantes españoles que tenían por lo menos dos características en común: habían surgido en un contexto de crisis económica y habían utilizado las redes para hacer circular sus dibujos convirtiéndolas en nuevas galerías de arte. En 2012, además, fueron protagonistas del auge que cobró el libro ilustrado. Sus obras fueron expuestas en el Centro Cultural de España. 

Las que presentó Bonet en ese momento estaban realizadas con tinta china bolígrafos y acuarelas. En el afiche de la 77 Feria del Libro de Madrid, sin embargo, utiliza el aguafuerte, una antigua técnica de grabado sobre chapa que se trabaja con ácido, cuyo proceso de realización es lento  y exige una gran dedicación de tipo artesanal. La elección de esta técnica –ni de ninguna otra- es gratuita. La lentitud de la ejecución es un valor simbólico agregado mediante el que logra “huir de la inmediatez a la que estamos obligados actualmente”.