Edgardo Bauza llega a la Selección argentina porque es el técnico que podía y no tanto porque era el que querían desde la AFA. El Patón no tiene los antecedentes recientes de Jorge Sampaoli, el presente, pasado y futuro de Diego Simeone, ni el peso de Marcelo Bielsa. Pero su currículum, de ninguna manera, es el de un improvisado. En todo caso, quienes cuestionan su designación lo hacen mucho más por las formas en que sus equipos juegan a la pelota que por los méritos que hizo para llegar al cargo.

Tras una extensa carrera que se inició y terminó en Rosario Central (con pasos por otros tres equipos en el medio), el santafesino pasó a trabajar en las Divisiones Inferiores del Canalla, hasta que en 1998 le llegó el turno de hacerse cargo de la Primera División del club. Y no la desaprovechó en absoluto: en los tres años que estuvo al frente del plantel, Bauza llevó al conjunto rosarino a la final de la Copa Conmebol 1998 y a las semifinales de la Copa Libertadores 2001, el torneo en el que construiría las bases del camino que lo terminó depositando en el banco del combinado nacional.

Porque, luego de unos pasos poco destacables por Colón y Vélez y un buen año en Sporting Cristal de Perú (donde fue campeón local), el Patón llegó en 2006 a Liga de Quito y ahí comenzó a poner su nombre en los primeros planos de Sudamérica. Luego de ser campeón local en 2007, al año siguiente el entrenador marcó un hito en la historia del fútbol continental cuando llevó al conjunto ecuatoriano al título en la Libertadores, una hazaña que nunca antes (y todavía, nunca después) había conseguido un club de ese país. 

Tanto prestigio le valió aquella gesta que, luego de perder la final del Mundial de Clubes contra Manchester United, el DT llamó la atención de un jeque que le pagó una millonada para que fuese a dirigir durante un año en Al Nassr, de la poco competitiva liga de Arabia Saudita. Tras engrosar la billetera durante solamente un semestre en Oriente Medio, Bauza decidió no renovar su cargo en junio y a fin de 2009 regresó al que, hasta el día de hoy, considera su lugar en el mundo: Liga de Quito. En su segunda etapa en el club, el técnico consiguió ganar dos nuevos títulos: la Recopa Sudamericana (a la que el equipo se había clasificado por ganar la Sudamericana 2009 de la mano de Jorge Fossatti) y el torneo local 2010.

En 2013, luego de tres años en Quito, el Patón decidió no renovar el contrato para ocupar una nueva función dentro de la institución. Sin embargo, llegaría una oferta que lo haría cambiar de planes: San Lorenzo lo contrató con el claro objetivo de ganar una Copa Libertadores que se le venía escapando desde hacía 54 años. Y el DT lo consiguió en su primer semestre, luego de una difícil primera fase y una llave final en la que se le abrió el cuadro tras eliminar a dos equipos brasileños. La final del Mundial de Clubes contra Real Madrid, aunque fue una clara derrota, significó el punto más alto de su ciclo en Boedo, que se extendería durante dos años completos.

Su último desafío antes de llegar a la Selección estuvo en Brasil: en busca de recuperar la gloria continental perdida, San Pablo lo contrató en el comienzo de este 2016. Pero la historia no resultó como se esperaba: a pesar de que el equipo llegó a las semifinales de la Libertadores, la historia terminó con una eliminación inapelable frente a Atlético Nacional. A nivel local, la historia tampoco resultó. Pero ahora, todo eso es historia pasada. Y a Bauza le llega el momento de rendir el examen más exigente de su carrera.