Marcelo Salas no aceptó pasar a préstamo a Boca en 1996. Era la figura de Universidad de Chile. “Compra o nada”, dijo. Mauricio Macri, presidente de Boca, respondió que no. “¿Cuándo un chileno triunfó en el fútbol argentino?”, preguntaba, en la intimidad, Carlos Bilardo, entrenador de Boca. “Además -chicaneaba-, es petiso”. Salas fichó con River. Metió un gol en el primer Superclásico, ganó cuatro títulos, fue elegido mejor futbolista de América en 1997 y pasó a la Lazio de Italia.

Después de más de dos décadas, en la temporada 2018/2019 de la Superliga, hay nueve jugadores chilenos, como nunca antes en el fútbol argentino, uno más que en 2016. Se reparten así: Gabriel Arias, Eugenio Mena y Marcelo Díaz en Racing; Francisco Silva y Pablo Hernández en Independiente; Alfonso Parot en Rosario Central; Pablo Galdames en Vélez; Marcelo Larrondo en Defensa y Justicia; y Fernando Cordero en San Martín de Tucumán. El defensor Paulo Díaz, que jugó en San Lorenzo hasta la temporada pasada, pasó a Al-Ahli de Arabia Saudita.

Es cierto: el arquero Arias, el mediocampista Hernández y el delantero Larrondo nacieron en Argentina: en Neuquén, Tucumán y Mendoza. Pero fueron citados a la selección chilena. Arias debutó en junio pasado en un amistoso ante Serbia. Hernández jugó Eliminatorias y tres partidos en la Copa América Centenario de Estados Unidos, donde Chile le ganó la final a Argentina en 2016; y Larrondo fue convocado aquel año por Juan Antonio Pizzi pero no debutó por una lesión.

“Entre 2001 y 2004 hubo muchos jugadores chilenos en el fútbol argentino: el Rafa Olarra en Independiente, Eros Pérez en Colón, Lanús y Gimnasia La Plata, Esteban Valencia en Colón, el regreso de Salas, Nelson Parraguez y Dante Poli en Nueva Chicago…”, recuerda el periodista Danilo Díaz, autor del libro 80 años del fútbol chileno, y explica: “Después, se abre un ciclo largo sin chilenos en Argentina. Lo que operó fue la apertura del mercado mexicano, que complicó a las ligas de Sudamérica. México paga fortunas y se ha llevado a buena parte de la tercera y cuarta línea del fútbol sudamericano. Lo mismo pasó aquí en Chile. Argentina sigue teniendo una liga muy competitiva. Quizá desde lo estético no es tan vistosa como antes, pero sigue siendo un fútbol muy duro y competitivo. Para los jugadores es muy relevante pasar por Argentina, como Marcelo Díaz y el Gato Silva, que vienen de México y pasan por allí antes de volver a Chile”. En ese sentido, Argentina es el segundo país con más jugadores chilenos en el exterior. El primero: México, con 23.

En el fútbol argentino también juegan Mauro Zárate y Leonardo Gil, en Boca y Talleres. Nacieron en Argentina, pero tienen ascendencia chilena. El colombiano Reinaldo Rueda es, desde enero, el seleccionador de Chile. En su última convocatoria, Rueda llamó a Arias, que jugaba en Unión La Calera, y a Galdames, que jugaba en Unión Española. Galdames, que llegó esta temporada a Vélez, tiene 21 años. Su padre, también llamado Pablo Galdames, jugó en Racing, Quilmes e Instituto de Córdoba, entre 2003 y 2008. No es la única particularidad: nunca habían jugado un partido tres chilenos en un equipo de Primera en Argentina. Lo hicieron Arias, Mena y Díaz en Racing, cuando enfrentaron a Atlético en Tucumán en el debut de la Superliga.

“Es muy interesante para el fútbol chileno que se le vuelva a abrir el mercado argentino. A veces es normal que el argentino vaya a Chile, pero en los últimos años el jugador chileno se ha valorizado por los logros a nivel selección. Siempre es un trampolín para el fútbol europeo”, destaca Alberto Acosta, el Beto, goleador de San Lorenzo, pero también de Universidad Católica en los 90.

El triángulo de negocios entre Chile y Argentina con un vértice en México excede las transferencias de jugadores. O, en concreto, incluye la intención del gobierno nacional de introducir en el fútbol argentino a las sociedades anónimas deportivas (SAD), ya que hubo encuentros con empresarios con contactos en Chile y en México, donde hay SAD.

Después de Salas, Alexis Sánchez (2007/2008) y Gary Medel (2009/2010) también triunfaron en el fútbol argentino, en River y Boca. Luego partieron a Europa. Pero antes de Salas hubo otro chileno en ese nivel: Sergio Livingstone es aún en la actualidad considerado el mejor arquero chileno de la historia. El Sapito atajó en Racing en 1943. Llegó a ser capitán y dos veces tapa de El Gráfico. Cuentan que volvió a Chile al año siguiente porque extrañaba a la mujer con la que se casaría. “¿Que pude ganar mucho más dinero si me quedaba en Racing o si me hubiera buscado alguna oportunidad en otra parte? -se preguntó en una entrevista con la revista Estadio en 1959-. Aceptado, pero mi felicidad era jugar en Universidad Católica”. Hasta antes de Arias, Mena y Díaz, Racing podía armar un equipo histórico con jugadores chilenos. Ahora ya tiene un once y tres suplentes.

En Vélez, de igual modo, ponen al delantero Iván Mayo como el primer gran futbolista chileno en Argentina, antes que Livingstone. Jugó entre 1933 y 1938. También fue capitán. Un club de Valparaíso lleva hoy su nombre y apellido. Le decían Chincolito, por el chincol, un ave trasandina que corre dando saltos. Mayo jugaba de wing. Eran otros tiempos. Faltaba para la llegada de Salas, El Matador.