El deporte pareciera ser, a simple vista, un condicionante físico para quienes padecen afecciones o discapacidades a nivel motor e intelectual. Sin embargo, Camila Gallardo, Bettina Seghesio y Milagros Trejo lo utilizan para lo contrario: recurrieron al patinaje para divertirse, socializar y sumergirse dentro del mundo del alto rendimiento. Y brillaron y emocionaron en la segunda edición de los Juegos Sudamericanos sobre Ruedas realizada en Brasil y Paraguay entre el 2 y el 16 de abril.

Milagros Trejo tiene once años y vive en Chivilcoy. «Entreno desde los cinco años –cuenta–, siempre supe que quería patinar». Mili –como le dice su mamá– es adoptada. Llegó a la casa de María y Héctor cuando tenía dos años y medio y ya bastantes idas y vueltas a los hospitales. «Ella nació con el síndrome de Vacterl, una malformación congénita. Fue cincomesina. Algunas de sus malformaciones se corrigieron, como ser la columna», cuenta María, y agrega que su hija nació con cuatro univértebras, sin conexión entre el estómago y el esófago, y también sin ano. Tras dos operaciones «para mantenerla con vida», los pediatras del hospital Garrahan le diagnosticaron que su expectativa de movimiento sería sólo del 40%. Sin embargo, eso no le impidió hacer lo que más amaba. Una de sus tías le regaló los clásicos patines «de tiritas» y no se bajó más. Tras pasar por distintos clubes, se cruzó con Claudina Alonso Barrionuevo, profesora en Independiente de Chivilcoy.

«Pienso que todo se puede. Y yo puedo», dice Milagros, que entrena dos horas cuatro veces por semana. Quizás el prejuicio más grande se encuentra en la mirada ajena. También es muy importante que existan profesionales preparados para recibir a niñas y niños con discapacidades. Claudina, su profesora, se convirtió en una parte trascendental en la vida de Milagros: «Tiene una positividad que le destaca y el esfuerzo y todo lo que logra se nota en la pista; ella se esfuerza más allá del talento innato que uno pueda llegar a tener». Mili desafía sus propios límites: aumentó su expectativa de movilidad a un 90%, trasladándose con bastones, andador y también prótesis. Es, además, una celebridad en Chivilcoy y un ejemplo para chicos y grandes.

Bettina Seghesio es otra de las patinadoras que compiten en la categoría de adaptado. Nacida con síndrome de Down en 1977, fue una de las pioneras en esta rama. En el largo proceso que Susana y Orlando, sus padres, recorrieron para la alfabetización y la educación de Bettina a través de distintas terapias, no se olvidaron de la actividad física, especial para su desarrollo. «Junto con Juan Pablo, su hermano, pasaron por natación y equinoterapia. Un día, cuando la pileta estaba rota, descubrió el patinaje a través de una invitación casual», cuenta Susana sobre los motivos que llevaron a Bettina a acercarse al patín. Fue cuando comenzó una carrera ascendente: Seghesio participó en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999, en las Olimpíadas Especiales de Irlanda 2003 y ganó medallas de oro sudamericanas y en la Copa Mercosur. Su historia, gracias a las redes, traspasó las fronteras. «Bettina tiene amigos en Italia, amigas personales que han viajado con ella en torneos y también compañeras de la escuela ‘común’ a la que asistió. Muchas personas la empezaron a seguir y vieron que Bettina patinaba: patinadoras que eran como ella y que practicaban el deporte en Sudamérica», cuenta Susana, su madre.

Bettina se entrena con Walter Iglesias y Gastón Passini, y a sus 46 años sorprende con su nivel. Su mamá lo explica mejor: «No sólo hace buenos saltos, lindos trompos y respeta una coreografía con un patrón y un trabajo de piso sólido. Lo más notable es que todavía patina y mantiene una buena figura estando muy lúcida, cosa que las personas con síndrome de Down ya a esa edad muestran un envejecimiento precoz».

 El patinaje artístico es el deporte que tiene la mayor cantidad de licencias federativas en la Confederación Argentina de Patinaje y es una de las pocas especialidades que ofrece versiones adaptadas, es decir, para personas con discapacidad. Con el crecimiento del patinaje artístico adaptado, puertas adentro del deporte se debate, al igual que en los Juegos Paralímpicos, la posibilidad de dividir por discapacidad. Hoy las categorías se reparten por edad y dificultad, desde «Eficiencia E» hasta «Eficiencia A», la de mayor nivel. Las disciplinas más conocidas son libre y danza, parte del ciclo olímpico. Argentina tiene dos tricampeonas mundiales en figuras obligatorias: Mariángeles Mantuano (2012, 2013 y 2014) y Anabella Mendoz (2015, 2016, 2017). También es potencia en show, las competencias en grupos, donde Millenium ostenta diez mundiales. La disciplina restante es la de inline, que se practica con patines diferentes a los convencionales: tienen las ruedas en línea.

Camila Gallardo, desde los ocho, compite en libre y danza, aunque también practica en figuras obligatorias. Tiene 24 años y síndrome de Down. «En patín encontró lo que no se pudo dar en otros deportes. Lo más difícil que nos tocó atravesar como familia fue la escolaridad de Camila. Es una chica que hizo todos los niveles educativos en una escuela normal», cuenta su madre, Verónica. Camila, que deslumbra con sus habilidades en la pista, dice: «Yo no tengo miedo porque soy muy feliz cuando patino». A pesar de que cuando era chica le vaticinaron que no iba a poder hacer muchas cosas, no hay cuidados médicos especiales que le impidan o limiten su actividad.

El deporte es catalizador de sueños, borra los límites y se constituye como una constante prueba de amor y desafío personal. «