Un dato llamó la atención a finales de 2022, en medio de la alegría por la tercera estrella: el argentino que más goles convirtió en el año fue Germán Ezequiel Cano, un delantero de Fluminense de 35 años, casi desconocido en nuestro país, que anotó 44 tantos entre el Brasileirao (26, máximo goleador), Copa de Brasil (5, también máximo anotador), Copa Libertadores, Copa Sudamericana y el torneo Carioca. En el mundo, en 2022 sólo quedó por detrás de Kylian Mbappé (56) y de Erling Haaland (46), y por delante de Robert Lewandowski (42) –y hasta de Messi-.

Los inicios no tan conocidos de Cano fueron en el sur del Gran Buenos Aires. Nació en Lomas de Zamora, realizó las divisiones inferiores como delantero en Lanús y debutó en la Primera del Granate en 2008. Sin embargo, la figura del goleador histórico del club, José Sand, que el año anterior había obtenido la primera liga para Lanús, dificultó su continuidad. Ante este contexto –hizo dos goles en 17 partidos–, pasó por Chacarita y Colón, aunque tampoco pudo explotar su capacidad goleadora en Argentina –un gol en el Funebrero y ninguno en Colón–. Desde 2011, su primer lugar en el mundo sería Colombia, más precisamente en Independiente de Medellín, club en el que convirtió 129 goles y se transformó en el máximo artillero histórico. Hasta que en 2020 viajó a Brasil para jugar primero en el Vasco Da Gama y desde el año pasado en el Fluminense, su equipo actual. El inicio de 2023 ratifica todo lo bueno del 2022: el Flu lleva puntaje ideal en las tres fechas iniciales de la Copa Libertadores y del Brasileirao y, desde enero, Cano ya lleva convertidos 20 goles. Cano habló con Tiempo sobre su gran presente.

–¿Por qué elegiste el fútbol brasileño como destino?

–Antes de llegar a Brasil, me propuse un desafío: lograr mayor competitividad. Quería tener un nombre mayor. Cuando se dio la oportunidad de llegar al Vasco Da Gama, en 2020, todo pasó muy rápido. Se suele hablar de la adaptación y en mi caso las cosas se acomodaron fácilmente. Mis años en Brasil son muy buenos a nivel goles y disfruto del respeto y el cariño que tiene la gente hacía mí, más allá de la rivalidad que existe entre Argentina y Brasil.

–¿Cómo es relacionarse con Brasil y su manera de sentir el fútbol?

–El brasileño es muy pasional. Respira fútbol las 24 horas del día. A cada lugar que voy, hay una o dos canchitas para jugar a la pelota. Tienen el mismo gusto y sabor que el argentino por el fútbol. Eso hizo que, al llegar a Brasil, mi adaptación sea mucho más fácil. Por el disfrute que hay por el deporte.

–¿Qué cuestiones positivas tiene el Fluminense como equipo?

–Por un lado, que hace más de un año jugamos prácticamente con los mismos jugadores. Y los futbolistas que se han ido no sólo se fueron a Europa, sino que también se fueron mejores jugadores de lo que habían sido. Y por otro lado, cuando entramos a la cancha, entendemos cómo tenemos que jugar, movernos, atacar y defender. Eso habla del buen funcionamiento que tiene el técnico (Fernando Diniz) y el grupo. Todo esto hace que los jugadores que fichan para el club encajen perfecto, también Marcelo (exlateral izquierdo del Real Madrid), que tiene una afinidad con nuestro juego técnico.

–Estás en un equipo que tiene aceitado el juego asociativo, ¿qué tan importante es confiar en la calidad de tus compañeros?

–Nosotros nos potenciamos por la técnica de los demás. Es muy importante para el ánimo saber que tenés a alguien al lado que juega suelto, que va a intentar jugar bien al fútbol y por abajo, y que si lo presionan no la va a revolear como primer recurso, sino que va a buscar combinar. Y no sólo de local, sino también de visitante. Que cada futbolista juegue para el equipo es fundamental.

–En ese juego que ustedes pregonan, ¿se rescata la idiosincrasia del fútbol brasileño?

–Yo creo que sí. Jugamos rescatando el funcionamiento colectivo. Buscamos tener cuatro o cinco jugadores juntos y cercanos. Atacar para nosotros es tener opciones de pase. Pero esto no lo buscamos en un sector sino en varios lugares del campo para destrabar lo que propone el rival. Lo hacemos porque es la manera que usamos para distraer, generar otra opción de juego, un pase largo o una filtración de pase.

–¿El funcionamiento de Fluminense te ayudó a mejorar cosas que desconocías?

–Antes me pasaba que, cuando mi equipo defendía, me quedaba en la mitad de la cancha. Desde que llegué a Fluminense mi trabajo es otro. Todos atacamos y defendemos. Cuando recibo la pelota, tengo que crear. Esto antes no lo hacía o no me daba cuenta. El estilo nuestro implica ayudar colectivamente y te permite mejorar, capacitarte y lograr la recompensa final, que son los goles.

–Ya con 35 años, ¿interpretás mejor el juego que antes?

–Considero que estoy en el mejor momento de mi carrera. Tengo un equipo que me potencia y maximiza mis chances de gol. Nuestro juego se basa en la participación. Todos participan. Entonces uno no se centra sólo en el ataque sino que va evolucionando porque se siente importante al formar parte de la gestión de cada pelota y de cada movimiento.

–¿La libertad de juego es una de las características del Fluminense?

–Claro. El otro día jugamos la final contra el Flamengo por el torneo Carioca. Salimos campeones. El primer gol lo hace Marcelo, que juega de lateral izquierdo. Cuando se proyectó al ataque, llegó por el lado derecho, amagó y remató. Tenemos esa libertad de romper con la posición inicial y de movernos por todos lados. Diniz (el DT) me dijo que baje para formar parte de la salida desde abajo y crear alternativas de juego.

–¿Las ideas de Fernando Diniz convencen al jugador?

–Él te cambia la mentalidad. Creemos mucho en su capacidad de convicción y en su idea. Te alienta a tener la confianza y el coraje para poder trasladar lo que hacés en el entrenamiento dentro de la cancha. Yo creo en él porque después lo veo reflejado en el campo. El año pasado metí 44 goles y salí goleador de las competiciones del fútbol brasileño. Me mejoró individual y colectivamente. Es un entrenador diferente al resto.

–¿Qué ves de diferente en Diniz?

–Que nos incentiva a no quedarnos en la zona de confort. Cuando vas ganando, es difícil no entrar en un momento de relajación. Fernando te ayuda a que no te relajes y a que cada partido es una final. Y algo más: es un entrenador que confía en el talento.

–¿Cómo se advierte esa confianza hacia el talento?

–En Ganso (número 10 del Fluminense). No venía jugando y con Fernando pasó a tener una función clave en el equipo. Hoy es un jugador mejorado. Fernando tiene una gran capacidad de darse cuenta quién tiene talento y no sospecha de él. Tiene mucha confianza por el jugador de buen pie, y si uno ve al Fluminense, cada línea está compuesta por talentos.

–Hablabas de la importancia de volcar lo que se hace en el entrenamiento al campo. ¿Cómo son esas prácticas?

–Hacemos mucho hincapié en la idea y, por lo tanto, en los entrenamientos buscamos asimilarla. Practicamos en espacios reducidos porque forma parte de nuestro funcionamiento dentro de la cancha. Tratamos de jugar rápidamente a uno o dos toques y con mucha movilidad. Son de una hora y 15 minutos, o de una hora y 20, muy intensos, donde el objetivo es mantener la circulación de la pelota al ras y quererla siempre.

–El martes recibirán a River por la Copa Libertadores, ¿cómo ves ese partido?

–Tenemos el gran objetivo de ganar la Libertadores y me puso muy contento que nos haya tocado River, por todo lo que representa y significa ese club. Jugar contra ellos es una invitación a demostrar nuestro potencial. Lo vemos con buenos ojos. Es un rival que juega bien al fútbol y tiene un gran técnico. Es de esas lindas noches donde nos obligan a demostrar todo nuestro juego.