Las malas noticias no vienen solas sino en malón y el sueño de Boca ya se parece, valga la cacofonía, a una maldición: la séptima Copa Libertadores tiene que esperar. ¿Hasta 2024? ¿O más?

El 2-1 de Fluminense en tiempo suplementario, tras una dramática resolución en el Maracaná, supone para Boca un tercer golpe consecutivo luego de las derrotas en las finales de 2012 ante Corinthians y de 2018 contra River. En tanto máximo participante en finales, con 13, no fue la séptima Copa sino la sexta derrota en el último escalón.

¿Pero qué viene ahora? ¿Es una duda viable preguntarse cómo hará Jorge Almirón para llegar a 2024? ¿Un director técnico finalista de Copa Libertadores puede quedar bajo discusión? ¿O la singuralidad de su campaña, ese acceso a la final sin triunfos en los 90 minutos durante seis partidos -a pura intuición de Sergio Romero-, también define más el rendimiento que el juego? El dato pasó desapercibido en medio del dolor pero Boca, tras el 2-1 de ayer en el Maracaná, sólo ganó 2 de los últimos 17 partidos. Es demasiado poco.

El fútbol siempre da revancha y Boca la tendrá. Pero pocas horas después de una derrota fuera de pronóstico la pregunta es cuándo llegará ese desquite. ¿Boca jugará la edición 2024 de la Libertadores? Si hasta ayer tenía cuatro chances -clasificación directa como ganador de la Copa, además del pase al Mundial de Clubes para soñar con el milagro de ganarle al Manchester City-, ahora le quedan tres oportunidades en el frente doméstico.

La chance más sencilla, a 180 minutos, sería si se consagra campeón de la Copa Argentina: el próximo paso será contra Estudiantes, en las semifinales. El equipo de Almirón hasta ahora avanzó con la misma fórmula de la Libertadores, a partir de empates y penales, al menos en octavos y cuartos de final contra Almagro y Talleres.

Otra chance sería por la tabla anual. Pero a falta de tres fechas para que termine la temporada 2023, Boca está tres puntos por debajo del hasta ahora último clasificado, Defensa y Justicia, aunque con menos goles en la diferencia, asi que debería descontar cuatro unidades con 12 en disputa.

Y finalmente, claro, Boca llegará a la Libertadores 2024 si se consagra campeón de la Copa de la Liga, aunque por ahora está lejos de clasificarse a los cuartos de final: marcha décimo entre 14 equipos, también a falta de tres fechas para el final.

Todavía dolido con el golpazo de ayer, Boca jugará el miércoles ante San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro, luego seguirá contra Newell’s de local (último partido en la Bombonera en el año) y finalmente visitará a Godoy Cruz en Mendoza. En el medio tendrá la semifinal de la Copa Argentina contra Estudiantes (y la eventual final). Y, si se clasifica, los cuartos de final de la Copa de la Liga y las instancias siguientes.

El problema extra con Almirón es que la derrota de ayer abre un interrogante para su futuro en el club por otros dos motivos: el vencimiento de su contrato en diciembre y las elecciones de autoridades en ese mismo mes. Está claro -o eso se supone- que ganará la lista de Juan Román Riquelme, pero queda la duda de si el ídolo no presentará a otro técnico para su plataforma 2024.

Almirón asumió en Boca el 10 de abril y logró un cierto equilibrio recién en los últimos partidos, cuando consolidó una línea de juego. Pero muchos hinchas creían que, para el técnico, era la «Copa o nada».

Las estadísticas reflejan que Almirón dirigió 43 encuentros con 18 triunfos, 13 empates y 12 derrotas, o sea una efectividad -discreta- del 51%. No sólo eso: apenas consiguió tres victorias en los 90 minutos en este semestre y pasó las tres rondas anteriores a la final de la Copa por penales gracias a la capacidad de Romero.

Almirón fue cuestionado por la cantidad de futbolistas utilizados, más allá de una racha de lesiones, lo que hizo que nunca repitiera el equipo a lo largo de 36 partidos. Con la llegada del uruguayo Edinson Cavani, el plantel tenía un salto de calidad que hacía que su responsabilidad fuera mayor. Pero eso no sucedió.

La madrugada del 25 de junio, cuando Riquelme se quedó en Ezeiza a esperar a la delegación, hubo un quiebre para la relación con el cuerpo técnico. Boca venía de caer derrotado por 4 a 0 en Mendoza ante Godoy Cruz y la dirigencia le hizo saber su enojo al técnico. «Si tenés que poner a los pibes, poné a los pibes pero lo de esta noche no se puede repetir», le advirtió Román.

«¿Cómo veo el futuro? No lo puedo responder ahora. Estamos masticando dolor. Estamos muy tristes pero hay que levantarse. Se derrumbó un sueño pero esto sigue», contestó el entrenador en la conferencia de prensa posterior a la final.

Sobre el desarrollo de la final, consideró: «No tuvimos la iniciativa en el primer tiempo, ellos nos dominaron pero sin llegar más allá. Nos desbordaron y viene el gol. En el segundo tiempo mostramos la identidad que tuvo el equipo para llegar a la final. Estuvimos a la altura, pero no alcanzó». 

«Cuando llegué el equipo había empatado ante Monagas y no venía bien. Por algo llegó a la final de la Copa cuando muchos no lo esperaban», concluyó Almirón, quien ahora se jugará otra final: su continuidad.