(Crédito de foto: Lucila Guede, @elporvenirfem)

“Hoy el banco estaba conformado en su mayoría por jugadoras de Reserva porque varias no pudieron venir por su trabajo. Todas tenemos un laburo extra. Nosotras no somos profesionales. Hoy nos conformamos con venir y hacer un buen partido”, declaró a fines del torneo pasado la ex arquera de Defensores de Belgrano, Maira Quintili, tras el partido frente a Deportivo Español. Su equipo acababa de conseguir el primer punto en el torneo y esa frase reflejó las desigualdades del torneo femenino de Primera División.

Hace tres años, la Asociación del Fútbol Argentino y Futbolistas Argentinos Agremiados oficializaron “la profesionalización del fútbol femenino argentino”. En aquel momento, los salarios y el convenio colectivo de trabajo se contemplaron sobre la inscripción de, al menos, ocho jugadoras de Primera División con contrato profesional y sueldos equivalentes a los de un futbolista de Primera C.

Desde el año pasado, según el “Plan Estratégico Integral de Fútbol Femenino 2021-2026”, los clubes deben contar con doce contratos profesionales como mínimo. El sueldo básico de cada futbolista sigue siendo equivalente al contrato que percibe un jugador de la Primera C, es decir, 37.800 pesos brutos.

«En este tiempo han cambiado ciertas cosas. Ahora algunas tenemos contrato, hay televisación y auspiciantes, pero tenemos que equiparar los sueldos. La futbolista debería formarse para dedicarse sólo al fútbol. No tener que combinarlo con otro trabajo”, señaló en el Día Internacional de la Mujer la capitana y mediocampista de UAI Urquiza, Mariana Gaitán.

En Argentina, el 55% de las futbolistas que integran las listas de buena fe de la Primera División son profesionales. La gran mayoría de estas jugadoras, a pesar de tener un contrato, cuentan con otro trabajo para poder subsistir.

Lorena Benítez, mediocampista de la selección argentina y Estudiantes de Caseros, trabaja todos los días de 9 a 14 en el Mercado Central. “Lo que nosotras ganamos no alcanza. No sé si llega al 2 por ciento de lo que gana el masculino. Yo soy madre de mellizos y quiero lo mejor para ellos. Entonces, mi intención es salir a trabajar para que ellos puedan estar bien”, declaró el año pasado en una entrevista a Anccom.

Y agregó que lo que hace falta para que el fútbol femenino crezca es que las futbolistas puedan vivir de este deporte: “Necesitamos que ninguna jugadora tenga que salir a trabajar de otra cosa. Una persona que sale a trabajar de madrugada, a la mañana, o lo que sea, no rinde lo que realmente tiene que rendir”.

Los números hablan de un semiprofesionalismo. De los 21 equipos que integran hoy la máxima categoría, únicamente cinco tienen más de 20 jugadoras profesionales: Boca, River, San Lorenzo, Racing y Gimnasia La Plata. De estos clubes, el Xeneize es el único que cuenta con un plantel 100% profesional.

Los otros cuatro clubes que integran este grupo les entregan viáticos a las jugadoras que no firmaron contrato. Además, Racing y River ofrecen cobertura médica para todas las futbolistas que son parte del plantel de Primera  y, en el caso del club de Nuñez, extiende este beneficio a la Reserva y a la Sub-16.

No es casualidad que tres de estos cinco clubes estén en las primeras posiciones del actual Torneo YPF de Fútbol Femenino. Además, Boca, River y San Lorenzo siempre fueron protagonistas del torneo: participaron de las tres finales que se disputaron en la era semiprofesional. A este grupo, se le suma el actual puntero UAI Urquiza que registra un plantel 60% profesional.

En el otro extremo, 9 equipos cuentan con el mínimo de jugadoras contratadas. Algunos clubes como Defensores de Belgrano-UBA entregan viáticos al resto del plantel que rondan entre los 15 mil pesos y 20 mil. Además, dentro de este grupo, Independiente y Lanús les dan cobertura médica a todas sus jugadoras.

Las diferencias, además de verse en la tabla de posiciones, también están presentes en los resultados. Por ejemplo, la goleada 8 a 0 de River frente a Lanús en la primera jornada o el caso de Deportivo Español, que perdió 12 a 0 frente a UAI Urquiza y 7 a 0 frente a San Lorenzo.

“Hace poco el fútbol femenino argentino es profesional y las jugadoras -y no todas- pueden dedicarse a jugar al fútbol. Partamos de esa base. Somos una selección en crecimiento”, declaró una de las referentes de Argentina y jugadora del Levante de España, Aldana Cometti.

Los números del semiprofesionalismo se trasladan, también, a la selección. Argentina ocupa el puesto 34 del ranking FIFA, lejos del mejor posicionado de Sudamérica, que es Brasil, en la novena posición.

“Físicamente nos falta un montón. No tenemos el mismo entrenamiento de las jugadoras que compiten desde los diez años ni que se dedican 100% al fútbol. En España existe una base que acá no hay. Ahí está la gran diferencia con respecto a la Argentina. Hay inferiores y, por lo tanto, jugadoras con un físico, una técnica y una táctica superior a la de una jugadora argentina”, señaló Cometti.

Desde este año, la AFA exige que todos los planteles de Primera cuenten con una Reserva con jugadoras menores de 19 años y un equipo de división juvenil Sub 16. Además, los clubes que participan en los torneos de Ascenso femeninos deben tener una Reserva con jugadoras menores de 19 años.

Hoy, como dijo Quinitli, muchas jugadoras se conforman con estar presentes y hacer un buen partido. Para que el fútbol femenino sea profesional todavía falta. ¿De qué depende? Ya lo dijo Cometti: “De los clubes y de la AFA. Jugadoras hay en toda la Argentina, el tema es que el club quiera ser profesional y quiera que crezca la disciplina. Si la AFA, los clubes y las jugadoras están, vamos a crecer”.