Ser padre de Benicio. Convivir con una pandemia. Entrenarse con los nuevos protocolos sanitarios. Participar en la vuelta de la Bundesliga, la prueba piloto del fútbol después de las múltiples suspensiones por el coronavirus. Lesionarse por primera vez en su carrera. Volver a la Argentina en plena cuarentena con un permiso especial y regresar a Europa para la próxima temporada en el Hertha Berlín de Alemania. El semestre de Santiago Ascacibar –23 años, ex Estudiantes y deportista olímpico en Río de Janeiro 2016– estuvo cargado de cambios y nuevos escenarios. Aunque «el Ruso», como le dicen al mediocampista, los toma con naturalidad. “Las cosas siempre pasan por algo. Todo te ayuda a sumar y crecer. Es la primera vez que tuve una lesión, es cierto. Traté de aprender y mirarlo con un sentido positivo: por suerte, voy a poder estar en el arranque de la nueva temporada”, dice.

–¿Qué aprendiste o reflexionaste en esta coyuntura de pandemia?

–Vivimos una situación especial. Es la primera vez que todas las actividades están paradas. Es raro encontrarse con todo esto. Te das cuenta de que hay cosas más importantes que las que creíamos o teníamos en mente. En mi caso siempre suelo pensar en jugar a la pelota y en la familia. Aunque durante este tiempo tomé otra consideración de las cosas que nos pasan fuera de la cancha.

–¿En qué ocupaste el tiempo libre por la suspensión del fútbol?

–Con mi nene, me dediqué a pasar tiempo con él, que nació este año. También en la cocina porque busqué otra manera de pasar la cuarentena. Empecé a hacer el almuerzo y la cena. Mientras lo iba haciendo, me di cuenta de que es algo que me gusta. Es un nuevo hobby. También estoy aprovechando para aprender idiomas. Una vez al día trato de estudiar porque me sirve para integrarme a la sociedad de Alemania.

–¿Fue difícil ese cambio? Vos vivías en una casa con nueve personas entre padres y hermanos.

–Fue lo que más me costó. Siempre estaba con amigos y familia, y el día se hace corto. Acá los días eran más largos y nunca podía focalizarme en lo que quería. Tenemos culturas muy diferentes. Acá son ordenados, tranquilos y siempre funciona todo.

–¿Es más fácil que el desorden argentino?

–Para mí, no; se me hizo re difícil por cómo viven. No estoy acostumbrado, por ejemplo, a manejarme de otra manera. Cuando llegué, lo sufría porque no sabía cómo moverme. El auto lo dejaba donde no lo tenía que dejar, pagué varias multas y me lo llevaron varias veces.

–Volvió el fútbol, pero ¿es fútbol esto?

–Lo vi de la misma manera. No me pareció diferente. Además, acá no se perdió mucho tiempo. Es un fútbol rápido y fuerte en lo físico, y eso sigue igual.

–¿Fue difícil superar la primera lesión seria de tu carrera justo cuando volvió la Bundesliga?

–Me costó. Son cosas que pueden pasar. Por suerte, pude ir a Argentina y se me hizo más llevadera. Casi ni la sentí porque estaba rodeado de afectos y familia.

–Si no se postergaban, te perdías los Juegos de Tokio.

–Lo estuve pensando. En todo momento tengo la idea de jugar en la Selección y si me tocaba estar iba a dar lo mejor. Por suerte, el año que viene podemos ir aunque tenga 24 años. Me deja tranquilo.

–Sería tu segundo Juego Olímpico…

–Sí, es una linda sensación. Me tocó estar en una situación diferente en Río y me gustaría tener la posibilidad de volver a ir en otro contexto.

–¿Cuánto pensás en la Selección?

–Tengo que lograr una estabilidad. Para estar en la Selección, tenés que estar en el mejor momento. El mío este año no lo fue. Espero tener otra posibilidad y para eso necesito estar en un buen nivel en una liga que tiene un gran nivel.

–¿Cómo es que digan que sos el sucesor de Mascherano cuando tenés 17 o 18 años?

–Javier es un jugador de una talla increíble y no me puedo ni comparar. Tengo que hacer mi carrera y no estar bajo el perfil de un jugador. A Messi lo querían ver como Maradona y cada jugador es diferente, con su personalidad y su impronta. No hay un jugador igual a otro. Dybala es distinto, Messi es distinto. Todos somos distintos. Acá en Alemania jamás comparan a un jugador con otro. Es un nuevo jugador y listo. No está mal comparar pero cuando son diferentes épocas y posiciones es complejo.

–¿Podés perder el rumbo con las comparaciones?

–A mí no me pasó. Ojalá uno dijera quiero ser como Maradona, me creo Maradona y soy Maradona. Va en cada personalidad. No creo que ningún jugador quiera ser otro. Todos queremos ser uno mismo. Tenemos ese egoísmo de crear nuestro propio estilo y nuestro nombre.

–¿Cómo ves el crecimiento del fútbol femenino?

–Acá se ve bastante. Cuando fui a Estados Unidos, noté que se ve más que el de hombres. Ojalá que siga progresando y tome su propio estilo. Las jugadoras quieren que sea profesional, hay que apoyarlas y se nota que están haciendo un gran trabajo porque repercute en todo el mundo. Ya está muy claro que el fútbol no es sólo de hombres.

–¿Es cierto que te enojabas cuando terminabas un partido con amarilla?

–Antes sí. Ahora ya no. Nelson Vivas la única indicación que me daba era que no me saquen amarilla. Sabía que cuando había una amarilla venía la frase de él. Últimamente quise cambiar el estilo, pero no me sentía yo. Se puede jugar con una amarilla. Una más o una menos no me va a cambiar nada.