«Ser entrenadora en un plantel masculino es complicado… para ellos, no para mí. Yo estoy acostumbrada a estar rodeada de hombres en una cancha, nací jugando con varones». La que habla es la mendocina Silvana Villalobos, la primera mujer en dirigir a un equipo de varones en competencias de AFA. En 2016 asumió en el club Boca de Bermejo, de Mendoza, con el que en las ligas provinciales logró un ascenso, un subcampeonato y llevó al equipo al Torneo Federal C. Su carrera continuó en Leonardo Murialdo, Argentino (de la Primera División de la liga mendocina, aquel club que le alquiló al plantel de Racing en 1986) y desde 2021 dirige a Rodeo del Medio, siempre en Mendoza.

Ya en su primera temporada en Rodeo se consagró campeona del Reducido de la liga Mendocina y se convirtió en la primera entrenadora de un equipo masculino en el Regional Amateur. Los resultados no se le dieron, pero la próxima temporada buscará revancha. Además de sentarse en el banco de Rodeo del Medio, la «Colo» dirige desde 2006 a Las Pumas, el equipo mendocino semillero del fútbol femenino de nuestro país (participa en la liga provincial). Allí se formaron jugadoras de selección como Estefanía Banini, Gimena Blanco, Eugenia Rocha, María Victoria Pintos, Verónica Corso, Marisa Farina, Silvina Nesocci y Luciana Napolitano. Y las juveniles Priscila Molina, Chiara Singarella y Aldana Barrionuevo.

–¿Qué diferencias existen a la hora de dirigir un plantel masculino y uno femenino?

-La presión en todas sus versiones. En el masculino, si perdés un partido prácticamente estás fuera. En el femenino tenés más tiempo de trabajo, hay otro sostén por parte de los dirigentes. Y la presión externa, la del público, también es diferente. En el femenino se esperan procesos, se alienta casi siempre. En el masculino me tocó perder dos partidos y escuchar «para qué la trajeron si es una mujer».

–¿Esa presión hace que tu idea de juego se modifique o tus equipos tienen una misma identidad, ya sea fútbol masculino o femenino?

–Siempre voy a tener la misma idea. No me modifica ni la presión ni estar escuchando a la gente. Este es mi trabajo, confío en la idea que me llevó a ganar y perder. Mis equipos son ofensivos, verticales, pelota al piso.

–En lo referido a tu estilo de juego, en tus entrevistas solés repetir que no sos menottista ni bilardista.

–Tuve la suerte de ver y escuchar a los dos. De Menotti, siempre me gustó la verticalidad de sus equipos. Bilardo es más conservador. Hay partidos donde vos sabés que el rival va a ser mejor en cuanto a juego y ¿cómo podés minimizar eso? A través de una buena estrategia. Bilardo fue un muy buen estratega minimizando a los rivales.

–¿Te gusta cómo juega la Selección argentina de Germán Portanova en la previa al Mundial de Australia y Nueva Zelanda?

–Sin criticar a Carlos Borrello (el exentrenador de Argentina), Germán ha demostrado que juega a la par. Después tenemos que ser conscientes de la diferencia con el resto de las selecciones. Germán me gusta porque él ya sabe que le ha jugado de igual a igual a los equipos y entendió, cuando le hicieron siete o cuando le hicieron cuatro, si realmente estamos lejos o no. Ya lo sabe. Antes no podíamos saber la distancia si vos jugabas a defenderte. Vamos por un buen camino y confío en un gran Mundial.

Villalobos es una referente en el fútbol mendocino. Su lucha por ver crecer el deporte en su provincia la llevó, en más de una oportunidad, a rechazar las ofertas que le llegaron desde Buenos Aires para dirigir equipos femeninos de la Primera de AFA. «Si decido irme en este momento, estaría fallando a mucha gente que ha levantado la bandera conmigo. Es un crecimiento increíble el que estamos teniendo», explica.

La paciencia y la perseverancia la definen como entrenadora y la definieron como jugadora. Como delantera de área siempre tuvo buen olfato. Optimista del gol como Martín Palermo, cuenta que cuando venían los centros la pelota podía pegarle en la espalda, en la nuca o el gemelo, pero siempre entraba. Como futbolista jugó en San Francisco del Monte, en Everton, la U de Chile y en el club de sus amores, Las Pumas.

Cuando era chica, dice que el fútbol la eligió a ella. Tenía dos hermanas y dos hermanos. Fue Marcelo, con quien se lleva nueve meses, su cómplice. Jugaban juntos y, cuando no, la «Colo» hacía todo lo posible por tener cerca una pelota. Recuerda que en la época que Alberto Garro dirigía las inferiores de Godoy Cruz, ella se colaba en los entrenamientos y se quedaba a ver las prácticas. En más de una oportunidad, el exentrenador le preguntó qué quería y Villalobos siempre tenía la misma respuesta: «Quiero jugar al fútbol». «Usted es una nena, ¿cómo va a patear?», le respondió una vez Garro. Villalobos, insistente, no bajó los brazos hasta que un día la invitaron a un picado en el que anotó dos goles.

La resistencia para que jugara al fútbol también la tuvo por parte de su familia y sus vecinos. Ella pedía una pelota y le regalaban muñecas o juegos de té. «Al principio costó porque a mi mamá no le gustaba que yo jugara a la pelota, pero después no hubo un partido donde no la tuviera del otro lado de la reja o detrás del banco de suplentes. Saber que estaba ahí me bastaba para soportar cualquier crítica. Lo que dijera el resto, iba y venía. La pandemia se la llevó», cuenta.

Hoy, a sus 50 años, Villalobos trabaja por las mañanas en su empresa de distribución de bebidas. Por la tarde y hasta la noche, de lunes a lunes, a la pelota. Esas 14 horas diarias que le dedica tiene varios objetivos y sabe que en algún momento se van a cumplir: «Si digo que no tengo la ilusión de dirigir en algún momento la Selección, mentiría. Es mi máximo objetivo. Mientras tanto, aprendo y evoluciono a la par del fútbol todos los días porque si el fútbol es hermoso y es el deporte que es, es porque es infinito».  «