El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina realiza un relevamiento propio de indicadores de pobreza desde 2002.

Tanto por la lógica interna de su metodología como por su persistencia en el tiempo es reconocido como un indicador de alta confiabilidad que garantiza comparabilidad más allá de los cambios de signo político en la gestión de gobierno.

El informe difundido el pasado jueves dio como resultado un salto drástico en los niveles de pobreza para el tercer trimestre de este año que, ahora, alcanzan a un 33,6% de la población equivalente a 13,6 millones de personas.

Se trata de un incremento del 19% con relación al informe del mismo trimestre de 2017 que había dado como resultado que un 28,2% de la población no llegaba a reunir en su núcleo familiar lo ingresos necesarios para solventar la Canasta Básica Total que mide el umbral de la pobreza. Además, es el registro más alto a lo largo de la presente década cuyo pico máximo se había verificado en 2016 con un 32,3 por ciento.

Pero un dato que descolla es el que retrata la situación de los niños y niñas menores de 17 años.

Los datos son elocuentes: el 51,7% de los menores que viven en la Argentina habita en hogares que no logra reunir los ingresos suficientes para eludir la situación de pobreza. Al igual que para el caso de la pobreza en general, se trata del registro más alto en la década (en 2016 había llegado al 48,9%). Es la primera vez, desde 2010 cuando la UCA presenta el estudio segmentado por edades, que más de la mitad de los niños se encuentra en situación de pobreza y es el resultado de un salto de 7,7 puntos desde el mismo trimestre de 2017 cuando el indicador daba como resultado un 44 por ciento.

Ianina Tuñón, coordinadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA explicó a Tiempo que «para encontrar niveles similares, con estimaciones basadas en datos de la EPH-Indec, hay que recalar hasta 2007 cuando la pobreza infantil fue del 53% y en 2008 del 50%. Entonces venía bajando desde el 71,5% registrado en 2002».

Pero además, un 10,9% de los menores se encuentra en situación de indigencia. Esto significa que no reúnen siquiera los ingresos para garantizar las calorías necesarias para una alimentación saludable. Con todo, hace un año atrás ese valor se ubicaba en un 9,9 por ciento.

Se trata de un crecimiento que, en términos relativos, es inferior al de la pobreza.

Para Tuñón, ocurre que «los sectores de pobreza extrema están siendo foco de la política pública, no es algo nuevo».

Los nuevos pobres, explicó, surgen de «los sectores asalariados no integrados. Tienen empleo sostenido pero con gran parte de su salario en negro que no recibe paritarias.».

Para la especialista, «los principales motivos son los niveles de inflación muy altos y un mercado de trabajo muy recesivo». De cualquier forma explicó que «se trata de un indicador muy volátil, hoy ingresan y mañana pueden salir. El dato importante es que se ha consolidado en valores claramente por encima del 25%. Hay un cuarto de la población que no puede salir de la situación de pobreza», concluyó. «