Llegando al hotel donde se realizará la entrevista, DadyBrieva pide agua y cinco minutos para relajarse. Viene derecho del aeropuerto, después de otra gira de Midachi, su histórico trío cómico que –casi– nunca se detiene. Está con pilas. Tiene ganas de hablar de 4X4, la película Mariano Cohn en la que hace otro papel arriesgado. Luego del gran éxito de El ciudadano ilustre, su debut en cine, Brieva parece cada vez más cómodo y rendidor en la pantalla grande. El escenario de esta historia resulta inquietante: una lujosa camioneta estacionada en un barrio cualquiera, en la que un chico entra para robar, pero no podrá salir. La 4×4 se transformará en un búnker blindado que alguien controla desde afuera. Ese alguien será el doctor Enrique Ferrari, ni más ni menos Dady Brieva en su versión más perturbadora.

«Mi personaje tiene una mirada contundente, diría que de zócalo de canal de noticias. Pero también cuenta con algo paternalista con Ciro (Peter Lanzani). Lo martiriza, pero después le lleva un fasito y le habla un montón. Está totalmente delirado. Me gustó mucho la posibilidad que me dieron Mariano Cohn y Gastón Duprat de mandarme, de ir más allá. Mi personaje no se queda en la grieta entre garantismo y gatillo fácil: va mucho más allá», detalla. Brieva entiende a 4×4 como una historia oscura, cruel, pero que no estigmatiza a los pibes chorros, sino que invita a reflexionar sobre las distintas formas de estar fuera del sistema, sin ningún tipo de contención. «No me ofrecieron el personaje, me dijeron vamos a hacer algo y yo les dije: ‘Estoy, ¿qué hay que hacer?’. No soy un tipo del cine, pero me encanta aprender», destaca el santafesino.

–¿Es parte de la tarea del actor convocar al espectador a pensar sobre las situaciones narradas?

–A mí no me gusta ser Papá Noel. No podría dar un consejo o ser una guía para la gente joven, por decir algo. Que cada uno busque lo que quiere y como quiera. En Midachi hablo: me han remarcado muchas veces mi bajada de línea medio peroncha, crítica muchas veces y de experiencia personal. Pero nunca es mi intención ponerme en un lugar de filósofo o erudito. Si soy un bruto. Mi intención es hacer reír, si otro ve otra cosa, está todo bárbaro, pero no es lo que busco.

–¿Cómo fue trabajar con Luis Brandoni y Peter Lanzani?

–Ah, no, un lujo. Beto tiene mucha calidad, es Pipo Gorosito: te deja siempre solo frente al arco para que remates, para que la empujes. Como me pasó con Oscar Martínez en El ciudadano ilustre, era todo aprendizaje. Olvidate, tendría que pagar para estar acá tirando paredes con ellos. Todos, hasta Peter, fueron grandes compañeros y me dieron lugar para proponer. A veces, me decían, «fijate por este lado» o «fijate de dónde viene tu personaje». Es un placer trabajar así. Ensayamos mucho para estar muy atentos hasta en las miradas y la forma de escucharse en escena.

–¿Te sentís conforme con poder ampliar tu universo interpretativo en el cine?

–Sí, pero no por el ego. No para decir «soy un actor completo». Me gusta porque es divertido conectarse con algo que permite expresarme. Por eso me gusta la radio, por ejemplo. Nunca escribí porque soy un croto, pero me gusta hablar  y decir lo que me parece. Nunca  hice teatro con otras personas que no sean Miguel y el Chino, a lo sumo solo, pero siempre con letra mía. Pero cuando me siento cómodo, puedo hacer cosas bastante diferentes.

–¿Cómo tomás cuando tiene repercusión algo que decís, desde una opinión política hasta una reflexión general? ¿Te molestan las críticas de ciertos sectores?

–Me chupan la poronga, atiendo particular y obra social, que hagan fila. No se puede evitar, este mundo en general, se ha abaratado mucho. Todo está pasteurizado. Hoy el mundo está parcialmente descremado, todo es efímero y relativo. Parcialmente nublado. No hay ideología. Es  medio difícil sentar posiciones, sentirte contenido, saber dónde estás parado. Yo digo lo que me pasa en el momento que me preguntás. El resto que lo tome como quiera. Por suerte hago mucho análisis, me volví a enamorar y la vida me dio otras oportunidades. Así que soy un tipo agradecido y no me cuelgo de todo lo que pasa. Tengo prioridades. Antes me peleaba con el que me hinchaba las pelotas. Hoy las peleas las elijo.

–¿Por qué pensás que te paso eso?

–Mi DNI ya canta 62 años. Además, tengo los dientes nuevos, me salieron una fortuna, si me bajan uno es como que me choquen el Mini Cooper (risas). Casi todo lo dejo pasar.

–¿Cómo ves el año de elecciones? ¿Habrá unidad en el peronismo?

–Yo apuesto a eso. Soy orgánico, lo mío es muy básico. Votaré a quien representa al peronismo. Soy previsible. Si tu papá se presenta, lo voto, no enrollo. Espero que llegue esa unidad para apoyarlo. Lo que sí no me voy a permitir más es no ser mejores de lo que fuimos.

–¿A qué te referís?

–No hay que ganar por ganar. Quiero resultados, quiero que se pueda encaminar el país hacia un lugar mejor. Soy grande y me gustaría que la región esté mejor y que el mundo sea menos terrible. La gente de mi edad se lo merece, dos o tres oportunidades no salieron y bueno, espero que llegue alguien que haga bien las cosas y rápido, sin tantas vueltas. No es que quiero un mejor país para mis nietos. ¡Que se caguen! Que vayan al psicólogo, de última. Yo quiero resultados ya, te repito. Hay que jugar inteligentemente. Siempre de mi lado, pero me voy a involucrar, no me banco que ganemos y hagan cualquier cosa. No se puede boludear más.

–¿Qué es para vos lo peor de Cambiemos?

–Nada en particular. O todo. Si tengo que decir algo es muy general y entonces es medio tirar una opinión barata y fácil. Las cosas están a la vista y todos más o menos saben cómo pienso. No me gusta pegarle a nadie en el suelo.

–¿Te da miedo envejecer?

–Sí, será que papá murió de Alzheimer y el deterioro físico y mental que sufrió todavía lo tengo metido adentro. Pero nunca me imaginé llegar hasta acá, nunca pensé.

–¿Por?

–En realidad fui un error del sistema. Yo nací en Villa María Selva (Santa Fe), era imposible imaginar que iba a estar hablando con vos en un hotel cinco estrellas de la Capital Federal. ¿Entendés? ¡Y por una película! Pero bueno, cuando no sé qué hacer lo dejo salir de las tripas. Esas nunca me fallaron. Yo soy bastante animal, todo hecho artístico que hago es como un polvo, una vez que ya está, ya lo hice. No me quedo regodeándome. Vomito y sigo, digamos. Y si hay que repetir ya no será igual porque pasaron dos minutos. Será otra cosa, parecida, pero otra.

–En lo personal, ¿sos de añorar el pasado?

–Para atrás no miro. Salvo para aportar algo en algún monólogo y marcar alguna diferencia con la actualidad. Pero no soy de añorar. El futuro me atrae más, pero lo pienso muy a corto plazo. Si me decís ahora, te digo me gustaría hacer otra película. Quizás volver a la radio, seguir en el teatro con mi club de amigos que es Midachi. El cine es una linda experiencia que me encantaría volver a transitar.

–¿Hay Midachi para rato? ¿No te preocupa repetirte?

–La gente se caga de risa con nosotros. Hicimos reír a tres generaciones. Uno de 30 seguro que vio nuestros videos en el quincho de su abuelo mientras preparaban asado. También me pasó que venga una madre con el hijo y me diga «este boludo estaba en mi panza cuando te vimos en Carlos Paz en el ’86». Formamos parte de la historia argentina. Ya superamos hasta los chistes. Es como ir a ver a Soda, a Charly o a Los Chalchaleros. Podemos contar chistes viejos o nuevos, cantar canciones viejas o nuevas y la gente se entrega igual. Eso es muy lindo y lo valoro. Veremos cuánta cuerda más nos queda para romper las pelotas. «

4×4

Director: Mariano Cohn. Guión: Mariano Cohn y Gastón Duprat.Elenco: Peter Lanzani, Dady Brieva y Luis Brandoni. Estreno:jueves 4 de abril.

Un thriller asfixiante que no da tregua

Lo primero que impulsó a Mariano Cohn a hacer 4×4 (más allá de seguir el plan elegido con Gastón Duprat de dirigir en solitario pero con la producción del otro) fue el deseo de construir un thriller de encierro. «Me gusta mucho ese tipo de películas, pero quería hacerla abriendo un debate sobre la violencia. Algo que de tan habitual y naturalizado, casi no lo vemos. Y jugar con eso de supuestos justicieros, un chorro o alguien que come de la basura. La idea era seguir la línea que veníamos haciendo en trabajos anteriores, invitando a la reflexión. La posición que toma el espectador es clave: el sentido de la película se lo termina de dar el espectador, algunos estarán del lado de la víctima y otros del victimario. O se darán cuenta de que todo es una locura. El motor de la película era sacudir al espectador con ese cautiverio. Con una película dura, de 90 minutos, que no afloja nunca», revela Cohn.

Cohn es un obsesivo que no deja nada librado al azar. Y en relación a su tarea de cineasta, detalla: «Hacer una película es armar un artefacto muy peligroso, son costos que uno tendría que vivir tres vidas para pagarlos por su cuenta. Todo objeto artístico debe buscar apoyo y en este caso pudimos contactar con gente importante y con experiencia. Pero la gran clave fueron los actores. Peter me confirmó que es un actorazo, el mejor de su generación, para mí. Con Dady nos entendemos, pudimos ser metódicos y  contenerlo porque es como un toro actuando, una especie de Robert De Niro. Beto juega sobre el final, pero es clave, es un pedazo de historia del cine nacional».

La película está dedicada a su hermano, Alejandro, que el 29 de julio del 2015 murió en el hospital de San Isidro Melchor Posse, donde no fue atendido a pesar de su diabetes y de haber . “Primero no lo atendieron y al hacerlo tuvieron prácticas médicas salvajes, que terminó con la muerte de mi hermano. Es algo que me va acompañar siempre. Hay una denuncia penal que sigue su curso. Hay diez médicos imputados, estamos esperando que la causa se eleve a juicio oral y estoy  con eso, todos los días. Mi objetivo es que algo así no se vuelva a repetir. Que los médicos que se mandaron esta cagada tengan una condena, lo mismo que el poder político del partido de San Isidro que se dedicó a encubrir y a obstaculizar la investigación ocultando pruebas hasta el día de hoy. Es terrible que todos se desentienden. Lamentablemente es triste que no hubiese trascendido si yo no hubiese tenido la posibilidad  hacer una denuncia pública. Pero bueno  voy a seguir hasta lo ultimo”, afirma Cohn.

Miedo a la muerte

Peter Lanzani es el cimiento de la película. Su papel, de ladrón encerrado,  le generó un desgaste físico y psicológico extra, explica. «Me atrajo el desafío de estar encerrado, más allá de lo que podía generar ideológicamente. Es importante que la película no estigmatiza a nadie. Muestra miserias de todos, pero yo lo tomé como un reto profesional. Escapé a los estereotipos y me concentré en el miedo a la muerte que puede tener alguien sitiado, sin agua ni comida», comenta Lanzani.

«Es una película que va a generar debate –puntualiza el actor–. No va a solucionar o hacer algo por la inseguridad o por la manera que tenemos de tratarnos. Cada uno que saque sus conclusiones. No soy alguien que considere el entretenimiento como algo malo, creo que nunca bajo línea en lo que hago, soy un instrumento de lo que quiere el director.»

Lanzani también destaca la rigurosidad que exigió interpretar a Ciro: «Fue demandante física y emocionalmente. Filmar en forma cronológica me ayudó a meterme en ese clima asfixiante», concluye Lanzani.