En su papel de Saturnino y con equipo ampliado (Marcos Montes, Adriana Pegueroles, Gastón Vietto), tiene el desafío de abrir la farsa Sangre, sudor y siliconas, que reversiona Andrónico de William Shakespeare con efectos especiales y versos tan desopilantes como geniales. La obra puede verse en Hasta Trilce, los martes a las 21.

Del trabajo de dirección, Minelli afirma que esta obra “pone al actor en un lugar de absoluta concentración y al espectador activo y pendiente de lo que ocurre.” Confiesa, además, que con un elenco fantástico en roles y vínculos logran “una obra coral, donde podemos lucir todos, cada uno con lo suyo, vamos para el mismo lado y, entonces, nivela hacia arriba”.

-¿Cómo fue el proceso de ensayo?

-Fueron dos meses de ensayo, de dos a tres veces por semana. Algunos, todos juntos y otros, ensayos parciales. Arrancamos con el texto sabido, que es un inicio importante. Gonzalo (Demaría) tiene la habilidad de tener en su cabeza lo que quiere de la obra y eso facilita las cosas. No está en un proceso de investigación, comparte lo que quiere. Hace que todo sea más fácil, por lo que uno siente la posibilidad de poder aportar. Por su habilidad de buen director él ve al actor para cada personaje, no sólo físicamente sino también en todo su rol.

-Está desprovista prácticamente de escenografía.

-Nosotros trabajamos mucho con imágenes, absolutamente. Al vos no ver los andes los quechuas, todo eso hay que contarlo. Desde la palabra. El tipo esta hablando de un cirujano que en masa los convirtió a blancos a todos. Los quechuas tiroleses… Cuando hablo de mi padre congelado como a Disney resulta muy gráfico.

-¿Ubicaste los lugares de risa de la obra?

-Hay algunos puntuales en los que sabemos que puede ocurrir. Por ejemplo, cuando arranco la obra y tengo un primer monólogo. Después el verso se rompe en algunos momentos, provocado por la dirección. Ingresa el verso cantado y, luego, lo rompe. En la primera parte, el público se pregunta qué pasa, lleva un tiempo hasta que vos entrás. Desde el principio empieza a entender el lenguaje. Queremos que sea claro a pesar de que tenga la complejidad del verso para ir uniendo. Eso se logra.

-¿Cuál es el concepto de público para esta obra?

-Yo creo que no es para todo público ni para todo actor. A mí me da la posibilidad de trabajar en profundidad un texto. La palabra adquiere una importancia significativa porque se grafica en un doble trabajo: el decir y el contar. Es una obra desprovista de escenografía y, por lo tanto, a través de la palabra se describe lo que no está. Esto lo tienen los clásicos, en este caso, Shakespeare. Gonzalo (Demaría) rescata la posibilidad de tomar el tema principal de la obra, inspirarse en eso, a la vez, permitiéndose licencias. Toma dos bandos, los incas y los cirujanos plásticos.

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