La historia es conocida, pero pasa el tiempo y no pierde ni un milímetro de su encanto. El 13 de enero de 2006 un grupo de personas ingresó a la sucursal del Banco Río de Acassuso, supuestamente con la intención de robar las cajas de atención al público. El rápido despliegue policial hizo que en cuestión de minutos el banco estuviera rodeado de más de 300 efectivos, que incluían al Grupo Halcón y sus francotiradores. La escena se completaba con los móviles de las principales señales de televisión y radio transmitiendo minuto a minuto. La suerte de los rehenes era la gran preocupación de todos. Las negociaciones se fueron estirando, la angustia se multiplicaba y cuando la policía decidió entrar a la sucursal sólo estaban los rehenes, todos en perfecto estado de salud. La banda ya se había escapado después de abrir 145 cajas de seguridad y reunir un botín que –se estima– pudo alcanzar los 25 millones de dólares y 80 kilos de metales preciosos. Por el volumen de lo robado y la audaz estrategia de escape se lo bautizó como el robo del siglo. A veces la vida imita al cine y al cine no le queda otra que imitar a la vida.

Los dos líderes de la banda fueron un histriónico embaucador uruguayo llamado Luis Mario Vitette (Guillermo Francella) y el intrépido y meticuloso cerebro del plan: Fernando Araujo (Diego Peretti). Francella saluda a Tiempo con una sonrisa franca y un entusiasmo notorio. El éxito, se sabe, se cuenta una vez que se hace realidad. Pero El robo del siglo, la película de Ariel Winograd que se estrena este jueves, parece tener unas cuantas sortijas en la mano antes de que empiece a dar vueltas la calesita. Se trata de una historia difícil de empardar que incluye personajes magnéticos. A partir de ese punto de partida, actores de renombre, una producción de nivel y un director con mucho oficio alcanzan un equilibrio exacto entre el thriller policial y la comedia. Francella conoce muy bien el paño y presiente que se puede tratar de uno de los estrenos del año: «Recibimos muy buenas devoluciones de la gente que vio la película, yo la vi también y estoy orgulloso de lo que hicimos juntos. Fue un hecho de una gran audacia y dejamos todo para estar a la altura. Ahora sólo queda administrar la ansiedad y ver qué pasa después del estreno. Estas cosas son así».

A la distancia, que Francella interprete a Vitette puede parecer –casi, casi– un voto cantado. Las apariciones públicas del bandido uruguayo lo exhiben como un vendedor de buzones crónico, de gran carisma y despliegue expresivo. Un registro que Francella maneja con destreza. Sin embargo, el actor logró darle más dimensiones a su personaje y ahuyentar cualquier sombra de caricatura. «En principio me planteé no imitar a Vitette. Sí vi muchos reportajes que dio para captarle el tono, cierta forma de ser. Me acomodé el pelo para atrás como él y tomé algún que otro modo. Pero la idea era recrear un personaje inspirado en el original, sin caer en la copia. Y como los personajes y algunas situaciones podían resultar graciosas, con Ariel (Winograd) laburamos mucho cada detalle. Llegamos al set muy ensayados porque era un laburo muy fino, donde no había margen para pasarse de rosca», destaca Francella.

–La historia es ideal para el cine y se armó un equipo de trabajo de primera línea. Más allá de eso, ¿algo te hizo dudar cuando te propusieron el proyecto?

–Aunque parezca mentira, sí. El hecho delictivo en su momento me sedujo mucho por la audacia, por la imaginación y porque no fue violento: no dejó ni un herido. Incluso varios rehenes contaron que los trataron muy bien. Siempre pensé que era un hecho muy cinematográfico y además, no en el momento del robo, pero yo me crié por la zona. Pasé miles de veces por el banco y por la zona del desagüe. Pero dudé mucho cuando me vinieron a hablar. No por la propuesta: por mi historia previa. Mi recorrido para hacer esta historia tuvo varias frustraciones. Porque hubo otros productores que me ofrecieron hacer de Mario Vitette con otro guionista y otro director. Me había gustado la propuesta, me entusiasmé mucho y finalmente, por distintos motivos, quedó en la nada. Después vino otra gente con otro director y tampoco se pudo hacer. No quería frustrarme otra vez. Llegué a pensar que nunca iba a poder hacer esta película. Soy una persona que se apasiona y entusiasmo mucho. Por eso cuando vinieron con El robo del siglo me gustó, pero tenía mis dudas. Por suerte Juampi García y todos los demás conformaron una producción muy sólida y cuando vi tanta seriedad se me fueron las dudas y volví a entusiasmarme como un chico.


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–En su momento muchos siguieron la toma del banco en directo. ¿Fuiste uno de ellos?

–Totalmente. Me acuerdo de haberlo seguido por Crónica. Y después estuve atento a todas las revelaciones en los diferentes medios. Leí muchas notas y me seguí sorprendiendo a medida que me enteraba cómo había sido todo. Fue algo tan magistral. Se lo considera uno de los robos más audaces del mundo y las particularidades que se ven en la película lo hacen todavía más atractivo.

–Con Vitette hablaste dos veces.

–Sí. Había hablado con Araujo, que es coguionista de la película, y con algunos otros integrantes de la banda. Incluso charlamos con gente del grupo Halcón, para entender mejor cómo vivieron la situación ellos desde afuera. Pero hablar con Vitette era fundamental porque era mi personaje. Le pedí a la producción que lo contactara antes de empezar a filmar. Estaba entusiasmado con la idea de que se filmara la película y le gustaba que yo hiciera de él. Me dijo que tenemos cosas en común. «¿Qué cosas?, le pregunté. «Tenemos la voz ronca y somos hinchas de Racing», me respondió. Él vivió unos cuantos años en Buenos Aires y de ahí viene su simpatía por Racing. Fue muy generoso y buena onda, hasta me ofreció el traje que uso en el robo. Finalmente utilicé los que me había mandado a hacer la producción porque fueron hechos a medida.

La familia unida

Desde hace poco más de diez años la vida de Francella dio un vuelco definitivo. Aquella figura de enorme popularidad construida casi en la tradición de los capocómicos se transformó en unos de los actores más taquilleros y versátiles de nuestro cine. Sin renegar de sus raíces, logró saltar los encasillamientos que postergan el desarrollo de tantos colegas y no se detiene. Películas como El secreto de sus ojos, El clan y Animal, entre otras, le dieron una nueva dimensión y muchas satisfacciones profesionales y personales. En El robo del siglo también se dio un gusto extra: trabajar por primera vez con su hija Johanna.

–Fue muy movilizante trabajar con ella. Tiene años de formación y experiencia en teatro y televisión. Pero nunca había hecho cine y es una mochila pesada laburar con tu viejo. Sabíamos que podía ser mirada de costado por eso y de hecho ella no quería participar de la película. Todo surgió de una idea de Juampi García, se animó a hacer el casting, Winograd quedó muy entusiasmado y se sumó al proyecto. Creo que logramos escenas muy potentes. Algunas más risueñas y otras más dramáticas. Es una actriz sólida que transmite mucha verosimilitud. Nicolás (Francella) debutó en cine también conmigo, en Corazón de León. Ahora le tocó a Yohanna y yo no puedo estar más feliz.

–¿Qué fue lo que más demandante de la película?

–Fue un trabajo que exigió mucha concentración y rigurosidad. Pero a diferencia de otras películas que hice, nos exigió mucha más entrega física. Me magullé bastante en algunas escenas, sobre todo en la que me tiro por el boquete, por ejemplo. Hasta rompí dos trajes y me gané unos cuantos moretones y dolores. Pero lo lindo es que te das cuenta de que estás metido cien por ciento en el personaje.

–A muchos actores que se hacen muy famosos haciendo comedia les cuesta salir del género. ¿Cómo viviste vos esa experiencia?

–En un momento de mi carrera tuve la necesidad de hacer otras cosas. Sin despreciar mi pasado, claro. Lo comuniqué a diestra y siniestra, tardó un poco, pero me dieron la oportunidad y no la desaproveché. Todo empezó con Rudo y cursi (Carlos Cuarón), después vino El secreto de sus ojos y no paré. Me gusta hacer personajes muy heterogéneos entre sí, contar historias muy diferentes. ¡Yo en esta carrera empecé como extra, ni siquiera haciendo bolos! Imaginate cómo disfruto ahora que me llegan muchas propuestas y puedo darme el lujo de elegir.

–¿Cómo te ves como actor?

–Soy un tipo muy severo conmigo mismo. Muy obsesivo y dedicado. Que sabe que vivir de lo que uno ama es un privilegio. Disfruto mucho de mi profesión y planeo seguir asumiendo muchos desafíos.


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El robo del siglo

Una película de Ariel Winograd. Guión: Alex Zito y Fernando Araujo. Elenco: Guillermo Francella, Diego Peretti, Luis Luque y Pablo Rago, entre otros. Estreno: 16 de enero de 2020.


Con una agenda intensa

Francella espera con ansiedad la llegada a los cines de El robo del siglo y en junio estrenará la versión teatral de Casados con hijos, que ya generó una avalancha de compra de entradas adelantadas. Pero sus planes para 2020 no terminan ahí.
–En marzo entro a filmar una película de Nicolás Giacobone, que es el coautor junto a Armando Bo de Birdman (ganadora del Oscar). Se llama Granizo, es una comedia y la va a dirigir Marcos Carnevale, con quien hicimos Corazón de León. Es la historia de un meteorólogo.
–¿Un investigador o un presentador televisivo?

–Un meteorólogo de la tele que primero tenía una rutina de unos pocos minutos, pero por su carisma se gana un espacio propio y se transforma en una gran estrella. No quiero spoilear mucho, pero es muy divertida.
–¿Te interesa hacer series?

–Me interesa mucho. Es un formato de gran llegada y cada vez mayor calidad. Hay una propuesta dando vueltas con Gastón Duprat y Mariano Cohn. Pero no está firmada. No puedo adelantar nada, pero ojalá se concrete.
–¿Te ofrecieron hacer de Grondona en una serie y dijiste no?

–Así es. Me llamó la gente de Amazon para hacerme la propuesta, pero era una historia medio rara. Sucedía en Chile y se centraba en la corrupción en el fútbol de ese país. Grondona tenía una participación importante, pero con voz en off. Me decían que en la segunda temporada iba a ser totalmente distinto, ¡pero vaya a saber si había una segunda temporada! Era raro y preferí rechazar la propuesta.


El periodista que no fue

La carrera de Francella como actor ya supera los 40 años y sus éxitos se desarrollaron en la televisión, el cine y el teatro. Pero su profesión pudo ser el periodismo. «Estudié y me recibí en el Instituto Grafotécnico, que en su momento era un lugar muy prestigioso. Fueron tres años y conseguí el título. Yo prefería estudiar teatro, pero mis viejos me insistieron para que buscara una carrera con más futuro y probé con el periodismo», recuerda el actor.
–Y trabajaste en la revista Gente.

–Sí. Un verano y me rajaron. La verdad que fue feo porque no me había mandado ningún moco. Me amargué mucho. Me acuerdo de que la llamé a mi vieja desde un teléfono público para contarle. Un bajón. Después me avivé de que me habían tomado para cubrir los huecos que quedaban en el período de vacaciones. Cuando volvieron todos no tenía ni dónde sentarme. En el momento no fue nada lindo. Pero, en definitiva, me vino bien para dedicarme a lo que verdaderamente me gustaba.