Luchó y volvió. Después de casi cuatro años en los que no le faltó trabajo, pero le sobraron ataques en las redes sociales, algún escrache durante las vacaciones y padeció aquella dolorosa experiencia de ser dejado de lado a último momento de Sandro de América bajo el pretexto de que «dividía la pantalla», Pablo Echarri disfrutó de una semana a todo estreno. En el cine, de la mano de la oscura y movilizante película boliviana Muralla; y en la televisión, con su retorno al prime time de Telefe en la serie Atrapa a un ladrón, basada en la película To Catch A Thief (Alfred Hitchcock). El actor destaca la dificultad de hablar de plena felicidad en momentos tan duros para el país, pero al mismo tiempo no deja de subrayar la satisfacción de participar de dos proyectos tan disímiles, pero que lo identifican plenamente.

Atrapa a un ladrón se estrenó este miércoles y debió competir con la nueva propuesta de El Trece: El Host, amor sin reservas (con Adrián Suar). El promedio del rating de la versión adaptada de la película de Hitchcock rondó los 11 puntos y superó por más de 2 a la propuesta de Suar. Atrapa a un ladrón es una gran producción impulsada por Viacom International, Telefe y Cablevisión, con el claro objetivo de ampliar mercados. Se trata de la historia de Juan Robles (Pablo Echarri), alias «El Gato», un ladrón reformado que buscará dilucidar quién está robando una serie de cuadros e intenta incriminarlo utilizando sus viejas prácticas delictivas. Entre tanto, desarrollará una relación que articula amor y sospechas con Lola Garay (la actriz española Alexandra Jiménez). La serie fue filmada en Barcelona, Blanes y Tossa de Mar (España) y en Buenos Aires. La historia y el entorno parecen ideales para un Echarri siempre carismático y cada vez más maduro.

–¿Qué te sedujo para hacer Atrapa a un ladrón?

–Todo. El proyecto me llegó de manos de la gente de Telefe y cerraba por todos lados. Una historia hermosa, una adaptación de una película de Hitchcock (lo que te garantiza suspenso, pero en este caso también algo de comedia romántica), la participación de Javier Olivares (un showrunner que hizo grandes cosas, como Isabel y El Ministerio del tiempo) y la presencia de Alexandra Jiménez, una gran actriz y gran compañera. Difícil que todo se diera mejor. La serie tiene una adaptación muy inteligente, que la acerca a la Argentina, pero sin forzar nada. Son diez capítulos de un proyecto de altísima calidad que creo que va a trascender nuestras fronteras. Era imposible no entusiasmarse con la propuesta.

–¿Qué desafíos te propuso Juan Robles, tu personaje?

–Es un personaje particular. Porque fue un ladrón de cuadros y está reformado. La verdad que no tenía sentido ponerme a averiguar cómo son los ladrones de cuadros en la Argentina porque no tienen nada que ver con los planes sofisticadísimos que se suelen ejecutar en EE UU o en las películas de EE UU. Acá lo importante era el tono, el ritmo, cómo me plantaba. La clave del personaje es ser Cary Grant: eso es lo que pide la serie. Así que no me quedó otra que soltarme y jugar. Tratar de aprovechar mis 25 años de experiencia y dejar que fluya. Es muy divertido jugar a ser Cary Grant, por más que hubo uno solo y es irrepetible.

–¿Este regreso a Telefe también es un signo de los nuevos tiempos que corren?

–He trabajado muchos años en Telefe y siento al canal como una segunda casa. Conozco a todo el mundo. Desde los utileros y las maquilladoras hasta los directivos históricos y los nuevos. Nunca me interesó trabajar en la empresa competidora y mi sueño es seguir siempre en Telefe. Ya me comentaron la posibilidad de algún otro proyecto y yo tengo varias ideas para ofrecerles, ya sea como actor y como productor. Tengo una gran relación con Telefe y planeo que siga así. Sólo tuve problemas con un directivo.



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Piedra angular

La carrera de un actor se construye con múltiples eslabones. De proyectos que se concretan, de otros que se rechazan y de muchas decisiones que van mucho más allá de su voluntad. En marzo del año pasado Telefe estrenó Sandro de América y la serie biográfica obtuvo un gran éxito de rating y muy buenas críticas. Originalmente Echarri iba a ser Sandro. Hasta que Tomás Yankelevich, el director de programación de ese entonces del canal, lo desafectó del proyecto porque decía que Echarri «dividía la pantalla» y podía perjudicar el rating. Eran tiempos de fervor macrista y las convicciones políticas de Echarri molestaban.

–Fue un momento feo, duro. Pero no con Telefe. La cosa fue con el director de programación de ese momento. Él tomó una decisión que me pareció injusta y equivocada. Pero también debo reconocer que demostró una sinceridad muy poco habitual en el medio. Esa honestidad es valorable, aunque no la comparta. Más allá de eso, yo hacía bastante tiempo que había decido cristalizar públicamente mis ideas políticas y siempre acepté el precio de no esconder mis convicciones.

–Sólo dos canales de la Argentina producen ficción en forma recurrente. ¿Te preocupó quedar afuera de todo por tus ideas?

–Estaba calculado y lo asumí así. Pero no te voy a negar que en algún momento me hice algunas preguntas. ¿Me habré equivocado? ¿Hablé de más? Son dudas razonables y creo que hasta sería poco sensato no haber pasado por esa instancia. Pero hoy veo a mi hija de 16 años peleando por sus derechos, por los de todas las mujeres, por los de los que menos tienen y me lleno de orgullo. No es casual que ella sea así. Lo aprendió de sus padres y seguramente será mucho mejor que nosotros. Con Nancy (Dupláa) lo tenemos muy claro. Primero la familia, después nuestras ideas y después la profesión que amamos. No vamos a callarnos por ningún tipo de conveniencia. En los últimos años quizás con menos proyectos y menos centralidad, pero por suerte tuve trabajo. Muchos colegas la pasaron muy mal y eso es algo que nos afecta a todos.

–A principios de este año hablabas públicamente de la necesidad de que el peronismo se una. En aquel entonces no parecía tan sencillo, pero finalmente ocurrió.

–Bueno… No descubrí nada en ese momento. La unión era una necesidad imperiosa. Y se hizo posible gracias a la enorme visión política de Cristina Fernández. Creo que su decisión de proponerle a Alberto Fernández que sea el candidato a presidente y ella fuera como vice tuvo un impacto enorme en el peronismo y en todo el mapa político. Fue una movida magistral que nadie había imaginado. Pero fue una decisión que va más allá de lo electoral, que piensa más allá del triunfo en las PASO. Si como todos suponemos se confirma el triunfo de Alberto en octubre, el país que va a dejar el macrismo va a estar en condiciones desesperantes. Creo que va a ser necesaria una persona como Alberto, capaz de dialogar con sectores tan diferentes y sumarlos en una dirección que necesariamente deberá ser muy clara. Vivimos tiempos muy duros y se necesita de mucha gente para sacar al país adelante.

–¿Cuál puede ser la clave en un posible gobierno de Alberto Fernández?

–La concertación. Él mismo lo dice y lo repite a todo quien quiera escucharlo. Yo no creo en la reconciliación de los argentinos. Creo que la dictadura marcó diferencias imposibles de olvidar. En otros países fue diferente. Por ejemplo, el dueño del diario El Mercurio de Chile pidió disculpas públicas por haber apoyado a una dictadura tan sangrienta como la de Pinochet. Acá no pasó nada parecido. Por eso no creo en la reconciliación. Es difícil que el chancho vuele. Pero podemos buscar pautas de coexistencia comunes, aprender a no agredirnos en forma reiterada. Siento que estoy caminando ese camino y aspiro a hacerlo cada vez mejor. Sé que hay personas que agreden, de los dos lados de la grieta. No aspiro a que cambien de opinión. Pero me gustaría debatir con más argumentos que descalificaciones. Nadie es dueño de la república, la democracia y/o la honestidad. Respetar estas cosas contribuye a una convivencia más sana y razonable. «



¿CUÁNDO?

Atrapa a un ladrón. Elenco: Pablo Echarri, Alexandra Jiménez, Luis Machín, Roberto Carnaghi, Daniel Fanego, Natalia Lobo y Mónica Antonópulos, entre otros. Miércoles a las 23:15 por Telefe. Disponible en Flow.




El horror que no miramos

Este jueves se estrenó Muralla, la película del director boliviano Gory Patiño que generó un enorme éxito en ese país. Retrata la caída en desgracia de un exarquero de fútbol que, para poder pagar la operación de su hijo, se hace cómplice de una red de trata. Echarri interpreta a un pseudomédico argentino, cruel y despreciable que cumple un rol fundamental en la organización delictiva.

–Disfruté mucho el papel. No me cuesta para nada hacer de hijo de puta. Mi carrera empezó y se desarrolló con demasiados papeles de galán, asuntos que exigen representar nobleza y valores más bien apreciables. Hacer lo que uno jamás haría en su vida puede ser muy divertido. Y más en casos como este, que sirven para darles visibilidad a problemáticas muy reales a las que la mayoría de los ciudadanos le damos la espalda porque se nos hace intolerable.

–La película tuvo un gran éxito en Bolivia.

–Sí, y eso me pone muy feliz. La cinematografía boliviana está empezando. Por eso es tan valioso que estos esfuerzos resulten tan bien recibidos. Se apostó a una temática muy oscura, dolorosa y la gente respondió igual. Los pueblos necesitan contar sus historias con sus actores y directores. La cultura es un derecho, no un lujo. Estas producciones también generan trabajo, pueden llegar a otros países y hasta generar turismo, como pasó con las novelas turcas. Por eso una industria como la audiovisual necesita leyes que la protejan y estimulen. No se puede dejar todo librado al mercado. En ese sentido el cine argentino es un ejemplo, por más que hubo un fuerte retroceso durante el macrismo.



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MurallaDirección: Gory Patiño. Elenco: Pablo Echarri, Christian Mercado y Fernando Arze, entre otros. En cines.  



Mi Brandoni favorito

La obsesión de Echarri con la situación del país lo hace reflexionar sobre diferentes problemáticas y utilizar diferentes ejemplos. Una de sus obsesiones es llevarnos mejor entre los argentinos y, particularmente, generar mejores condiciones para los actores y actrices de nuestro país.           

En ese marco, surge su opinión sobre Luis Brandoni: “Yo escucho algunas declaraciones de Brandoni y me quiero poner un balde en la cabeza. No las puedo creer y no coincido en nada. Pero no es tiempo de discutir, no es necesario que le diga todo lo que no comparto con él. Me quedo con el Brandoni que fue una gran militante gremial perseguido por la Triple A y con ese gran actor que es capaz de emocionar a cualquiera. En su momento nos peleamos mucho y hubo hasta asuntos legales. Pero me parece que todo eso ya pasó. Que ahora tenemos que manejarnos de otra forma. Ojalá de alguna manera los dos logremos contribuir para que nuestro cine vuelva a crecer y tenga cada día más llegada a nuestro pueblo y el mundo.”