Más, todo más. La tercera y esperadísima temporada de La casa de papel ya está disponible en Netflix y la ansiedad global mutó en espectadores que se multiplican en forma exponencial. Los protagonistas habían adelantado las premisas del flamante lanzamiento durante la alfombra roja de la premier oficial realizada en Madrid: más ingenio, más acción, más vueltas de tuerca, más peleas de todo tipo, más humor y más amor. También, dado el rotundo éxito que esta producción española conquistó en todo el mundo, mucho más presupuesto. Para el público argentino La casa de papel 3 incluye una novedad ineludible: Rodrigo de la Serna se sumó al elenco para interpretar a Palermo, un personaje que dará que hablar.

Continuar una trama de una serie con un final cerrado con moño no fue una tarea sencilla. Ese moño tuvo efecto directo en los seguidores y generó reconocimientos de toda tipo: La casa de papel cosechó 17 nominaciones y ocho galardones, entre ellos el premio Emmy en 2018 a la mejor serie dramática internacional. Su popularidad en lugares tan disímiles como Portugal, Francia, Brasil, la Argentina y Arabia Saudita, y hasta el elogio de Stephen King vía Twitter pusieron en un lindo brete a Alex Pina, el mentor de esta serie. La casa de papel se transformó en la ficción de habla no inglesa más vista en la historia de Netflix, compitiendo de igual a igual y superando a superproducciones de todo el mundo.

Ante tanta demanda y expectativa, La casa de papel 3 se transformó casi en un imperativo. ¿Pero qué razón podría hacer volver a las andadas a una banda ya repleta de dinero y dedicada a disfrutar de la vida en diferentes partes del mundo? Se necesitaba una llave para volver a abrir aquel cierre exacto y, después de andar y desandar ideas, de marchas y contramarchas, apareció una a medida: el secuestro de Río –personificado por el actor Miguel Herrán– obligará a que todos sus compañeros se unan para liberarlo mediante el golpe más espectacular de la historia: el robo del Banco de España.

Para semejante plan, el Profesor Sergio Marquina (Álvaro Morte) convocará a un argentino, Palermo, caracterizado por Rodrigo de la Serna, quien ya recibió críticas elogiosas por su actuación. «Soy el ingeniero que desarrolla un plan que requiere de mucha precisión técnica», detalla el actor en una entrevista exclusiva con Tiempo Argentino. «El Banco de España tiene un dispositivo de seguridad muy famoso en el mundo. La bóveda subterránea está sobre tres ríos, también subterráneos, y si la tocás hace que todo se inunde y que cualquiera que entre en forma irregular esté condenado a morir ahogado –destaca De la Serna–. Palermo desarrolla un plan milimétrico para que esto no suceda. Tiene la autoridad intelectual y también es la persona que está a cargo del atraco: cumple el rol de Berlín en el robo de la Casa de la Moneda».

La tercera temporada de La casa de papel juega con muchos saltos temporales que demuestran, entre otras cosas, que este robo espectacular fue pensado y discutido mucho tiempo atrás. «Mi personaje conocía al Profesor y a Berlín desde antes de que la banda concretara el asalto a la Casa de Papel. Este plan se había diagramado previamente a ese atraco», explica De la Serna.

–¿Cómo recibe el resto de la banda a Palermo? 

–El tipo que interpreto es muy polémico, muy demente y tiene problemas con varios muchachos y muchachas de la banda. Y eso le da un valor extra a la serie. Más allá del robo, este es un programa de vínculos humanos y de muchas diferencias.

–¿Qué matices emocionales le encontraste a tu personaje?

–Muchos, es un tipo lleno de traumas. La situación sentimental y emocional no la tiene muy resuelta en su vida, está cargado de prejuicios que terminan siendo perniciosos para su naturaleza sentimental. Me tocó interpretar a un monstruo misógino, brillante y patético. Básicamente es una persona que está partida y vive con el corazón roto. Tiene voz de mando, es un tipo muy duro que también puede ser violento, pero en realidad es un pobre ser humano que está roto y tiene que resolver muchas cuestiones.

–Parece un ser espantoso.

–Es un ser espantoso, pero también muy carismático. Es un genio y genera mucha empatía desde su patetismo. A la hora de interpretar a un monstruo misógino como Palermo uno tiene que apelar a ciertos recursos para que no sea un villano tan repugnante. Es tan patético que decís «¡pobre pibe!». La misoginia de este muchacho también habla de sus limitaciones y de un pasado en el que ha sufrido mucho. Todo esto se vislumbra en el desarrollo de la trama.

–¿Te generó alguna suspicacia que Palermo sea un macho misógino latinoamericano?

–No, no: la misoginia no tiene fronteras. No sé si eso es bueno o malo, pero al menos desestigmatiza en esta cuestión a Latinoamérica. No, no pasa por ahí, ni en pedo.

–Así como en la ficción, en la vida real también entraste a un equipo que ya estaba consolidado. ¿Cómo viviste esa inserción?

–Yo tenía alguna fantasía al respecto porque ya se habían filmado dos temporadas, por lo tanto era un equipo muy conformado, una familia armónica. Es más, yo estaba muy seguro de que parte del éxito se debía a que habían funcionado muy bien a nivel humano y profesional entre ellos. Era un extranjero en todo sentido, no sólo por mi nacionalidad, sino porque era una persona nueva que llegaba a un club donde todos tienen su rol asignado y armonizada la situación emocional. No era exactamente miedo lo que sentía, pero pensaba mucho en cómo iba a hacer para encajar en el grupo. La verdad es que me recibieron de primera. Todos fueron muy amorosos y respetuosos. Me costó a nivel técnico, pero lo humano fue maravilloso y lo sigue siendo.

–¿Qué es lo técnico que te costó?

–Me tuve que adaptar a un lenguaje narrativo muy puntilloso, de mucha precisión técnica como pararme justo en la marca, decir un texto, girar la cabeza y después terminarlo. Fui entrando de a poco en este código donde está todo muy agarrado a los planos y a cómo deciden contar esta historia los directores. Yo tengo un estilo un poco más caótico y en este caso todo estaba más contenido y era muy preciso. Por suerte pude ir adaptándome a ese lenguaje.

–¿Hubo lugar para la improvisación?

–A medida que nos fuimos conociendo todos, sí. Los directores tampoco sabían cómo laburaba yo, después sí pude proponer cosas e improvisar dentro de ciertas bases. Uno tiene que saber cuándo está el espacio y cuándo no, pero la verdad es que se trabaja con mucha libertad y los resultados están a la luz del día. Estoy muy feliz con la experiencia.

–Filmaste mucho en España. ¿Cómo viven su situación económica? ¿Todavía padecen los ecos de la crisis financiera?

–Creo que en Europa occidental se olvidaron de lo que es una verdadera crisis. Pero no hay que ir muy atrás, todavía hay algunos abuelos vivos que recuerdan lo que fue la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, no es necesario ir muy lejos en el tiempo. En la Argentina no tuvimos guerras mundiales, pero sí hay guerras económicas y financieras que postran a millones de personas a la miseria y a situaciones de desamparo muy crudas. Por supuesto que esta no es una serie que hable de eso, mucho menos de una manera específica, pero coquetea con algunos asuntos que lo rozan. Varios periodistas me preguntan: «¿Por qué pensás que pegó tanto este programa?». A mí me parece que esta situación de injusticia que vivimos millones de seres humanos –yo te diría que casi el 90 por ciento de la población mundial–, está muy a flor de piel y sabemos que estas injusticias vienen de la situación financiera. Este programa, con algo de marketing alrededor, en la resistencia y todo eso, de alguna manera está poniendo el foco en este punto, mostrando esa injusticia, y que en realidad más que los atracadores, los malos son los otros. Me parece que esa es la esencia de La casa de papel. «


En foco

La casa de papel 3. Guión: Álex Pina. Director: Jesús Colmenar. Elenco: Álvaro Morte (El profesor), Rodrigo de la Serna (Palermo/ El ingeniero), Úrsula Corberó (Tokio), Itziar Ituño (Raquel Murillo/ Lisboa), Pedro Alonso (Berlín), Alba Flores (Nairobi) y Miguel Herrán (Río), entre otros. Disponible
en Netflix.

Del cine al entretenimiento

Uno de los primeros contactos que tuvo Rodrigo de la Serna con La Casa de Papel fue cuando en Instagram se instaló el debate sobre qué actores locales podrían interpretar los personajes de la serie de Netflix si se hiciera en la Argentina. A él le tocó Berlín. Por esas paradojas del destino, el ingeniero que interpreta en esta entrega cumple en el atraco el mismo rol que otrora tenía Berlín. «En 2018 yo estaba en Madrid promocionando la película Yucatán que filmamos con Álex Pina y me ofreció el rol de Palermo. Acepté inmediatamente porque me pareció una gran oportunidad, el personaje era buenísimo y la serie me gusta», destaca De la Serna.

–¿El consumo por streaming enriquece a la ficción, achica las posibilidades de hacer cine o las dos cosas?

–Que achica las posibilidades de hacer cine es una tendencia clarísima. Pero en nuestro país pasan otras cosas: antes se producían unas 300 películas al año y ahora se hacen diez. Eso no es culpa de Netflix sino de las políticas gubernamentales. Netflix incide en la forma de pensar el entretenimiento y el arte se ve cada vez menos.