La Campus Summit se presenta como el evento de tecnología, innovación y emprendimiento más grande del planeta. Ingresar al Centro de Convenciones de Buenos Aires que lo cobija se siente como protagonizar un episodio de la serie Futurama. Un salón enorme lleno de hologramas, robotitos, pantallas proyectadas sin sostén y oradores (renombrados speakers referentes) prometiendo el control mental de drones para 2030 y hasta aromas digitales que nos permitirán oler a campo en un monoambiente de Almagro.

Pero el futuro ya llegó, cantan Los Redondos, y eso incluye lo fantástico y lo no tan fantástico. Por ejemplo, que ahora mismo en el mundo del gaming, una de cada dos mujeres sufre violencia cuando juegan con micrófono abierto.

“Cuando tenía seis años mi papá, gran fan de la tecnología, compró una computadora. Entre mis dos hermanos mayores y yo nos turnábamos para usarla para ‘jugar jueguitos’, como se decía en ese momento. Ahí nació mi gran amor por los videojuegos, que fue hobby durante más de 20 años y es profesión actualmente. Jugué todo tipo de videojuegos: carreras, disparos, aventuras, peleas. Muchos años después a mi hija le empezó a interesar la idea de jugar en línea, y le expliqué que lo más hermoso de los videojuegos es que te permiten ser cualquier cosa que quieras ser: una criatura mágica, un dios, un guerrero, una princesa o un simple hombre… ¿Adivinen qué le recomendé ser?”

Cual rockstar, la que pregunta desde uno de los escenarios de la Campus Summit es Lady Mufa, y sin dudarlo el público responde: “¡¡Hoooombreeeeee!!”. Lady Mufa o Señora Mufá asiente porque sabe que su historia personal no es una excepción en el complejo nicho de los videojuegos del que forma parte como abogada, creadora de contenido y caster, algo así como una relatora de deportes electrónicos (eSports).

Pero especialmente Lady Mufa se sube a escenarios, visita escuelas, da charlas y hace pedagogía por donde pasa como integrante de Women in Games Argentina (WIG Ar), una agrupación de mujeres y disidencias en videojuegos.

“Recién con mi hija me di cuenta de que no quería para ella cosas que yo había naturalizado. Antes, cuando me preguntaban si había sufrido violencia contestaba que no. Y claro ¿cómo iba a sufrir violencia si siempre jugaba como hombre?”, se pregunta.

“Cuando abrís los ojos empezás a ver un montón de cosas, das inicio a un proceso de deconstrucción que es fundamental. En Women in Games Argentina trabajamos desde 2019 formando redes de contención, networking, hacemos presencia en eventos, campañas, nos acompañamos y consultamos. Hoy ya somos casi 500 mujeres y disidencias a lo largo y ancho del país. Streamers, desarrolladoras, traductoras, sonidistas, creadoras de contenido, jugadoras de eSports. Tenemos un grupo de whatsapp en el que conviven mujeres muy grosas docentes de las carreras de desarrollo de videojuegos junto con alumnas o chicas que acaban de ingresar a una empresa y no saben bien cómo manejarse”, agrega.

Gamer: violencia de género

Impostoras

Contra lo que indica el sentido común, el mundo de los videojuegos no es territorio habitado exclusivamente por varones. En Estados Unidos, según el portal Statista, las mujeres representan el 45% de la comunidad gamer, y la Asociación Española del Videojuego (AEVI) habla de un 44% de gamers mujeres (más de 6 millones). Sin embargo, pareciera que el “descubrimiento” de ese universo sigue estando del lado de los hombres.

“Yo accedí a la tecnología de muy chica porque mi viejo era fanático y porque tengo dos hermanos mayores, y en general es una situación que se repite entre quienes nos dedicamos a esto: todas teníamos hermanos o primos. La que era hija única o con hermanas no estilaba jugar videojuegos. Igualmente suele ocurrir que la gente relaciona al gamer únicamente con el hardcore gamer, que es el que está prendido más de 8 horas al día, y en realidad mi mamá que juega al Candy Crush en el celular también es una mujer gamer”, aclara Lady Mufa.

Somos muchas, entonces, las que disfrutamos de recorrer en las pantallas caminitos de caramelos o de armar una casa mientras evitamos zombies, pero los números se desploman drásticamente cuando buscamos mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+ profesionales dentro del ecosistema gamer.

El último informe del Observatorio de la Industria Argentina de Desarrollo de Videojuegos, publicado en 2022 entre la Universidad Nacional de Rafaela (en Santa Fe) y la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos Argentinos (ADVA), señaló que, en promedio, el 27% de los cargos directivos y gerenciales están ocupados por mujeres y que hay solo un 0,3% de personas trans y no binarias trabajando en la industria.  

Gamer: Datos del último informe del Observatorio de la Industria Argentina de Desarrollo de Videojuegos.

Lady Mufa le da contexto al documento: “Entre las mujeres y disidencias que participamos de este ámbito es muy común el síndrome del impostor, sentir que no somos lo suficiente o no tenemos tantas cualidades. Y en realidad tiene que ver con la necesidad de justificación constante ante una sociedad que nos trata de marcar que no pertenecemos. Eso, obviamente, en algún momento hace mella. Es decir, no es ausencia de capacidad o de interés. Es una barrera casi intangible que nos fuerza a que no elijamos ser guerreras, magas, reinas o diosas, sino que elegimos desaparecer, ocultarnos. Elegimos fingir quienes no somos para poder formarnos y disfrutar en igualdad de condiciones”.

Es que al final de cuentas la mayor dificultad de los juegos, no son los juegos.

Cuando lo virtual es real

¿Qué significa sufrir violencia de género en el mundo del gaming? Switch Voices fue la iniciativa que crearon WIG Ar y la agencia de publicidad BBDO para dar cuenta de una realidad de la que poco se sabe. Así es que convocaron a Alfredito, a Lucius y a Tasher, tres gamers experimentados, a jugar online con modulador de voz femenina.

“Uy qué paja, una mina”; “Tomatelas flaca”; “Que nadie vaya por B, a ver si matan rápido a la puta”; “Si no te gusta, andate”; “Andá a la cocina a aportar, pedazo de puta”; “Otra mujer de mierda en un juego de hombres, morite forra de mierda”; “Tendrías que estar muerta y no jugar”, fueron algunos de los comentarios que los jugadores con sus voces camufladas recibieron de otros jugadores conectados.

“Hay una idea general de que en ciertos videojuegos en línea el resultado final depende del accionar del equipo, por eso es muy fácil que alguien te insulte por no hacer lo que esperaba que hicieras. El tema es que una cosa es que te insulten porque a ojos del otro jugaste mal y otra que te insulten porque sos mujer. La diferencia es abismal y lo que genera es que si quiero jugar tranquila no puedo decir que soy mujer. Es urgente condenar la violencia aun siendo virtual, porque los efectos que tiene son reales y porque nunca sabés si una amenaza va a quedar ahí o va a avanzar. Es muy real el efecto sobre nuestra salud mental”, explica Lady Mufa.

Sobre el hostigamiento ensañado sumó su descargo Isabel en el blog A-Fregar, un espacio de catarsis de jugadoras de videojuegos que se topan o se han topado con violencias por el hecho de ser mujeres: “Llevaba bastante jugando y había hecho varios amigos. Los ataques no me importaban porque son parte del juego y me defendía bastante bien. Pero los foros eran lo peor. Gente con la que no había hablado nunca me insultaba a diario, buscaron un perfil de Facebook porque las iniciales de una chica coincidían con mi nick en el juego, rastrearon mi IP para saber desde dónde me conectaba e incluso un jugador que vivía en mi misma ciudad amenazó con venir a darme una paliza a mi casa. Sabía que no iban a quitarse el pijama para buscarme, pero todo eso hizo que volviera a jugar con un nick neutro o masculino”.