Según cifras del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), en lo que va del año ya se realizaron más de 1.000 intervenciones. La cifra es enorme, pero aún exigua: actualmente en nuestro país más de 7.500 personas necesitan un trasplante.

El impulso de los últimos años fue, en gran parte, gracias a la Ley Justina, con la cual desde 2018 toda persona mayor de 18 años es considerada donante, salvo que manifieste lo contrario. “Este hecho permitió que los argentinos comenzaran a tener una mayor conciencia en cuanto a la donación de órganos y los donantes aumentan año tras año, pero todavía falta”, planteó Juan Pekolj, jefe de la Unidad de Trasplante Hepático del Hospital Italiano de Buenos Aires, donde hace 30 años se realizó el primer trasplanta de hígado con donante vivo en Argentina.

Incentivo para la donación de órganos para trasplantes

La donación de órganos y tejidos es un acto solidario que permite salvar o mejorar la calidad de vida de miles de personas. Sin embargo, está rodeada de mitos que pueden incidir negativamente al momento de expresar la voluntad con respecto a la donación. “Miedo, desinformación, desconocimiento y falsas creencias son algunos derroteros del acto de donar vida”, acotó.

El trasplante es un tratamiento al que se recurre cuando otras alternativas fueron agotadas y consiste en el reemplazo de un órgano o tejido dañado por otro sano. Cuando un equipo médico toma la decisión de indicar un trasplante se inicia el proceso de inscripción en la Lista de Espera Nacional para Trasplante del INCUCAI.

En la Argentina se considera donante a toda persona mayor de 18 años que haya manifestado su voluntad afirmativa o que no haya dejado constancia expresa de su oposición. “Es fundamental que la persona lo manifieste por escrito y converse con sus familiares sobre su decisión”, remarcó el especialista.

Los órganos pueden provenir de donantes fallecidos o de un donante vivo relacionado. En nuestro país la Ley Nº24.193 en su Artículo 15 prevé la donación entre vivos sólo con fines de trasplante y entre personas relacionadas (parientes consanguíneos o por adopción hasta 4º grado). Toda situación no contemplada en el mencionado artículo debe ser resuelta por autoridad judicial, en plazos acotados, teniendo en cuenta que en estos temas el tiempo es una prioridad.

“Al donar los órganos al morir, se pueden salvar o mejorar la vida de hasta 7 personas. Incluso, una gran cantidad de familias afirman que saber que su ser querido ayudó a salvar otras vidas los ayudó a sobrellevar la pérdida”, afirmó Pekolj.

La decisión de utilizar un órgano se basa en criterios médicos estrictos, por lo que es importante que la persona con voluntad de donar no se descalifique prematuramente. Y para la persona trasplantada es indistinto si lo recibió a través de donante cadavérico o vivo. Mejora en cualquiera de las dos opciones.