«El Negro» es más ancho que alto. Tiene 45 años y siempre vivió en Merlo, oeste del Conurbano bonaerense. Desde joven estuvo ligado al ex intendente Raúl «El Vasco» Othacehé, hasta que una diferencia entre ellos lo arrastró a la cárcel. Dice que le armaron una causa por venta de drogas. A su lado está «El Extranjero». Tiene un año menos y trabaja en una multinacional. La piel clara, los ojos celestes, lo convierten en la antítesis de su compañero. Vive en los alrededores del predio de 60 hectáreas que estuvo ocupado desde el 22 de octubre de 2015 hasta el pasado 18 de febrero. Lo que cuenta no se publicó en ningún diario, porque los medios de comunicación jamás dieron cuenta de la guerra entre ciudadanos peruanos y paraguayos por el control de las tierras.
«Los peruanos llegaron 20 días después de la toma. Son una rama de la banda de Marco Antonio Estrada González. Se instalaron –detalló El Extranjero– en las casas del Plan de Viviendas. Al principio compraron cuatro búnkers, después ya tenían 20 casas.»
Según el testimonio, los peruanos controlaban la zona sobre la Ruta 1003 y Bragado. «Vendían cocaína, paco y pasta base las 24 horas», añadió El Negro. El problema comenzó porque a 200 metros de ese sector se había instalado un grupo de paraguayos que vendía marihuana. Si bien los negocios no se pisaban, «los peruanos liderados por el sicario ‘Cuchara’ traicionaron a los paraguayos. En la noche del 26 de diciembre, en sólo 40 minutos, los arrinconaron a los tiros y le sacaron la droga, la plata y los fierros», explicó El Negro.
«Los paraguayos –continuó El Extranjero– nos pidieron protección y ahí empezamos a jugar nosotros. Los peruanos iban por todo.» Los tiroteos se intensificaron entre el jueves 21 y el domingo 24 de enero. De madrugada, los narcos ganaban territorio; durante el día, los ocho ocupas –todos argentinos menos El Extranjero– recuperaban terreno. En tanto, los paraguayos abandonaron el lugar.
«Resistimos hasta que llegaron refuerzos de la 1.11.14 y nos prendieron fuego todo. Estaban enchalecados, tenían armas largas con láser y nos atacaban en forma de L, con mucha estrategia», graficó El Negro, quien señaló que además de Cuchara, también bajaron al territorio otros sicarios como «Braian», «Chucky» y «Campanilla».
El Extranjero fue más allá: «Hay varios cuerpos enterrados ahí. Nosotros habremos bajado por lo menos a cuatro. A uno le exploté el pecho de un tiro. Vi como se lo llevaban en una carretilla con todo abierto. Ellos venían a hacer plata o morir.»
Las ocho familias abandonaron el lugar el 24 de enero. Los narcos habían puesto precio por la cabeza de los líderes de la «resistencia».

No tan lejos.
 Los vecinos de distintos asentamientos del oeste profundo denuncian hace rato la ocupación de terrenos por parte de grupos provenientes de la villa 1-11-14 del Bajo Flores.
En General Rodríguez, la historia no es diferente. Existe un barrio que es señalado por distintas fuentes como foco de conflicto. Se trata de Agua de Oro, ubicado a un costado de la colectora del Acceso Oeste. Allí se concentran inmigrantes paraguayos y peruanos. La situación allí podría ser vista como un síntoma del fenómeno del narcomenudeo.
El primer antecedente que vincula al barrio con la 1-11-14 es el asesinato de Wilson Villazanti Dávalos, de 23 años, ocurrido el 18 de marzo de 2014. El joven paraguayo había llegado al asentamiento desde Bajo Flores y un grupo de desconocidos entró a la casa de su tía y lo mató de tres tiros.
Un año más tarde, ocurrió el hecho más sangriento de todos. El domingo 13 de abril, los hermanos Leticia Mabel, Agustín y Hugo Lezcano González fueron acribillados de 34 balazos junto a su amigo Fabio Gómez Ruiz Díaz, cuando estacionaban frente a la manzana 9  de la 1-11-14. Los Lezcano González volvían de festejar el cumpleaños de Leticia en la casa de la familia en Agua de Oro. La chica vivía en la villa ubicada frente a la cancha de San Lorenzo. Otro hermano suyo está preso en Marcos Paz por una causa de drogas que investigó el juez federal Sergio Torres. Este caso alarmó por la frialdad de los sicarios, que jamás fueron identificados por el fiscal porteño Marcelo Munilla a cargo del expediente.
Luego de los crímenes, ocurrió otro enfrentamiento en Agua de Oro que refuerza la sospecha del desembarco de los peruanos en la zona. Semanas más tarde del cuádruple homicidio, en un control de rutina, la policía intentó identificar a cuatro hombres. Los sospechosos se tirotearon con los agentes y dos fueron detenidos: se trata de Franco Alexis Mendoza Ruiz y Ezequiel Rodríguez. Fuentes de la fiscalía N°10 a cargo de Pablo Vieiro, confirmaron que Mendoza Ruiz es albañil, peruano y vivía en la manzana 6 de la 1-11-14. Rodríguez, por su parte, es argentino, peluquero y tenía domicilio en el barrio porteño de Barracas.
Sobre la expansión peruana en el oeste, un vocero de la Justicia Federal de Morón reveló que «hay varias investigaciones en curso que dan cuenta que la 1.11.14 es la Salada de la cocaína en el mercado del menudeo. Esto tiene su lógica en que el comercio de drogas en la Argentina no está cartelizado, sino que está administrado por muchas pymes familiares, que buscan neutralizar barrios para comercializar el producto.»
Por su parte, el abogado Damián Odetti, conocedor de las redes de narcotráfico de la zona norte de Buenos Aires, opinó que «si bien no di con células de la 1.11.14, puedo dar fe que General Rodríguez y Moreno se está configurando como el nuevo país narco».
 En este sentido, Odetti se quejó de que Lucas Oyhanarte, juez de Garantías de San Martín, esté interesado en ocupar la futura Fiscalía General de Moreno. «Lo denuncié –concluyó– por ser una especie de escribano de la policía y la fiscalía para perseguir a los perejiles y hacer negocios con los grandes narcos.» «

La banda que vendía pasta base

Hacía más de siete meses que la Bonaerense seguía la pista de un grupo narco de la 1.11.14 en Merlo. La investigación estuvo a punto de caerse cuando el peruano Braian, el principal sospechoso que continúa prófugo, fue herido a tiros el 24 de marzo. Sin embargo, los trabajos de inteligencia avanzaron y lograron detener el jueves a los principales eslabones: se trata del padrastro de Braian, un paraguayo conocido como Don David; Mara, una argentina que se encargaría de la logística de la banda; El Boli, un boliviano que haría las veces de chofer; y Eddy, un peruano encargado de mantener a punta de pistola el negocio. Todos con domicilio en el Bajo Flores.
En los 12 allanamientos en Pontevedra, Parque San Martín, Pompeya y Merlo, secuestraron 3000 dosis de paco, dos kilos de marihuana, medio kilo de cocaína, armas, dinero y autos.