Los tiempos se acortan par los diez rugbiers detenidos por el asesinato de Fernando Báez Sosa. Luego de pedir la prórroga de la prisión preventiva, la fiscal Verónica Zamboni deberá tener para el 18 de febrero el mayor cúmulo de pruebas que le permitan determinar el rol que tuvo cada uno en la madrugada del sábado 18 de enero en Villa Gesell. Mientras tanto, la defensa perfila una estrategia conjunta para desligar a todos los sospechosos del homicidio.

En un inesperado giro, los abogados Horacio Henricot y Hugo Tomei, quienes asesoran a los agresores, aseguraron que sus clientes están dispuestos a declarar. Vale recordar que cuando fueron detenidos, los sospechosos se negaron a la indagatoria. Ahora, al avanzar el análisis de las pericias, darían su versión de los hechos.

Hasta el momento, Máximo Thomsen, de 20 años, y Ciro Pertossi, de 19, son los más complicados, ya que según los testimonios y lo que se desprende de los videos, serían los sospechosos que quedaron registrados dándole los últimos golpes a un Fernando inconsciente, tirado en el suelo, sin posibilidades de defenderse. Los dos están acusados de ser los coautores del delito de homicidio agravado por participación de dos o más personas. El resto están sospechados de ser partícipes necesarios.

Trascendió que la defensa buscará hacer mella en supuestas contradicciones entre los principales testigos del hecho, algunos de ellos aportados por el buffet de abogados de Fernando Burlando, quien se hizo cargo de manera gratuita de la asesoría técnica de la familia de la víctima. Esos testimonios son bastante precisos en cuanto a lo que ocurrió tanto en el interior como fuera de la disco Le Brique, y resultaron clave para la identificación de la mayoría de los imputados durante las ruedas de reconocimiento.

Los abogados de los rugbiers dejaron en evidencia que su objetivo será, a partir de estos tecnicismos, hacer intentar caer las principales pruebas en contra de sus defendidos. De todas maneras, tal como aseguró el fiscal general de Dolores a Tiempo (ver aparte), la imputación para cada uno de los sospechosos se dará a través de diferentes pruebas, cuyos resultados aún están en proceso: se trata de los peritajes a los teléfonos celulares, análisis químicos de rastros, y de ADN, entre otros, que se sumarán a los testimonios.

Respecto de los análisis genéticos, desde el estudio de Burlando dejaron trascender que habría material bajo las uñas de la víctima, acaso en su primer intento de defensa, ya en la calle o quizás todavía adentro de la disco. Y reforzando la presión sobre Alejo Milanesi, el único agresor no reconocido en las ruedas, para desarmar la estrategia común de los rugbiers, apuntaron a que su ADN bien podría estar allí, proveniente de forcejeos previos al ataque.

Los imputados fueron trasladados a mediados de semana de Pinamar al penal de Dolores, donde quedaron alojados en la alcaidía de la Unidad 6, aislados del resto de la población carcelaria. Hasta allí se acercaron a visitarlos los familiares de los rugbiers. El único que habló con la prensa fue Marcial Thomsen, el padre de Máximo, quien aseguró que su hijo «está arrepentido».

«Lo lamento terriblemente y no me quiero despertar nunca», dijo el hombre, quien precisó: «Para él fue una pelea, pero no se acuerda de cosas. Dice que lo lamenta muchísimo y se pone a llorar». «