La energía y el despliegue de Carlos Ferreyra durante la PreCOP revelan a un personaje insoslayable del debate climático en el país. Su conocimiento de la emergencia y su experiencia internacional en la coordinación de foros paralelos de organizaciones de la sociedad civil –como el que se hizo contra el racismo durante la COP17 en Durban, Sudáfrica, en 2011– lo llevaron al encuentro en Córdoba como presidente de la Alianza Clima, Vida y Salud Internacional. Allí fue electo secretario de Relaciones Internacionales de la PreCOP. Tiempo lo entrevistó para conocer más a fondo el funcionamiento y la importancia de este tipo de cumbres.

«El punto principal en la construcción de foros paralelos y foros globales, o site events, habituales en los ámbitos de la ONU –explica Ferreyra– es aportar el pensamiento local y regional. La arquitectura de las políticas de nivel global no sirve si no tiene enraizamiento en los niveles locales, porque no llegan al territorio. Y esto es lo que está pasando con las COP (Conferencia de las partes). Hay una enorme diferencia entre los países desarrollados y los no desarrollados en términos climáticos. Es decir, entre los países que se toman en serio la lucha contra el cambio climático y los que no. En ese pelotón que va a la vanguardia, muchos son subdesarrollados. Es necesario destacar que los países con políticas climáticas apropiadas tienen una fuerte participación en la ONU, y los que cuentan con menor participación son los que menos absorben las recomendaciones, propuestas y políticas globales impulsadas por la ONU.

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Hace ya un cuarto de siglo que se realizan estos encuentros…

–Sí, hubo 24 COP climáticas que han dicho que hay que cambiar el modelo energético. Sin embargo, en ese lapso, los gases de efecto invernadero han crecido. El motivo es que los países no están absorbiendo las recomendaciones, y otros las niegan, como Estados Unidos. Los países más pobres son los que sienten masivamente los efectos del cambio climático, porque no están adaptados y han sido los menos permeables a las resoluciones de la ONU. Entonces, nuevamente se plantea el tema de la democracia. No es sólo un tema de juego de intereses. Sabemos que hay intereses económicos centralistas, pero también está el problema de que los pueblos no conocen sus derechos. Una democracia global implica reducir el papel de los Estados nación hacia lo global y también hacia lo local y las comunidades. Esto asegura que los mecanismos sean más transparentes y participativos. Desde este punto de vista, organizar foros paralelos es una prioridad, y una urgencia en términos de la emergencia climática. Debemos encontrar nuevas herramientas que logren la participación plena de las sociedades en este tema. En la Argentina, esto hay que decirlo, a la sociedad le falta claridad en torno a lo que significa luchar contra el cambio climático. Podemos compararnos con el Reino Unido, Finlandia, Canadá, Japón, por nombrar algunos. Tenemos que lograr que las sociedades locales se preparen para cada COP y realmente discutir, como hemos hecho en Córdoba con los estados subnacionales, para ver qué aportes pueden hacerse a la COP. La sociedad civil también debería tener su PreCOP. Mientras más haya, mejor, porque es un mecanismo de participación que permite a los que se reúnen debatir y construir el futuro.

–¿Se cumplieron los objetivos? ¿Qué quedó pendiente?

–Esta PreCOP cumplió de manera muy amplia los objetivos. Ahora está en manos de las autoridades subnacionales hacer un programa con actividades en cada provincia y activar los mecanismos organizativos que hagan posible un buen foro global de los estados subnacionales en la COP25. En el tintero quedó discutir la fase PosCOP, de la que no se ha hablado. Porque el año que viene sigue la COP en el Reino Unido, que es una potencia climática, y también ya hay que pensar en la COP26.