“Lleno bidones con agua y arena porque no me dejaron entrar ni un par de mancuernas. Igual los entiendo porque si los medios se enteran los matan pero sé que otros Módulos tienen mayor comodidad. En el Uno, por ejemplo, tienen hasta cintas y bicicletas fijas. Igual que quede claro que no me quejo, todos son muy respetuosos, y tengo lo que necesito: una cocinita, un freezer y una computadora que la autorizó la Cámara de Casación para que pueda trabajar con mis abogados”.
Tres años y siete meses después Henry Jesús López Londoño, apenas Mi Sangre para los que leen o escuchan sobre él, sigue preso en una cárcel de la Argentina. La semana pasada, el juez Sebastián Ramos, del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N°2, declaró procedente la extradición del colombiano a los Estados Unidos, luego de que un tribunal del Distrito Sur de Florida lo pidiera para procesarlo por el delito de asociación ilícita o concierto para delinquir para distribuir cocaína.
Pero el hombre se prepara para esperar: lo próximo es recurrir a la Corte Suprema para que revise el fallo. Hasta ese día no piensa dejar de ejercitarse.
“Para mí –dice– fue como levantarme y volverme a acostar, un día normal, porque el juez ya había dejado asentada su postura aún sin ver mis pruebas. Estoy convencido de que si Cristo iba al juicio a testificar por mí, Ramos lo hacía bajar de la cruz y le arrancaba la lengua para que no pueda hablar. El juez se dedicó a violar la constitución y la ley y cuando eso pasa, se fortalece la defensa”.
– Si la justicia argentina actuó mal, ¿por qué insistir con la Corte?
– Porque el problema es la mafia interna de Comodoro Py que todo lo mete en un cajón muerto.  Existe una estructura paraestatal que maneja a los jueces. En Comodoro Py no hay nada que hacer. Es el anti derecho.
– Que usted vino a desenmascarar…
– Porque mi caso es la piedra filosofal, donde quedó plasmado como la ex SIDE manipulaba y dirigía las causas que eran de su interés. Todos sabían que “Jaime” Stiuso era el superior jerárquico en Comodoro Py. Cuando el juez Oyarbide se entera de que hay funcionarios de la policía colombiana trabajando ilegalmente en la Argentina los expulsa de inmediato. Al día siguiente de eso, que consta en el expediente, Stiuso llamó a Oyarbide y todos podemos imaginar por donde fue la amenaza, porque Oyarbide enseguida mandó la causa al Juzgado 2, donde el juez subrogante le da carta blanca a Stiuso para trabajar con los colombianos sin rendirle cuentas a nadie durante todo un año. En realidad, la ex SIDE armó todo el procedimiento de mi captura para hacerse de un equipo que los colombianos ingresaron ilegalmente y que roba la información de todos los teléfonos a 500 metros a la redonda.
– ¿Para qué quería Stiuso ese equipo?
– A mi juicio, para escuchar todos los teléfonos de Cristina. De esa manera, se armó el colchón sobre donde se apoyó la denuncia de Nisman contra la presidenta.
– ¿Qué le dijo la fiscal Fein cuando usted le contó todo esto?
– Enseguida me di cuenta que hay un interés político por sobre el interés de esclarecer la muerte. Para qué me voy a meter.
– ¿Usted qué piensa que pasó con Nisman?
– Estoy absolutamente convencido de que lo mataron. Alcanza con ver el perfil psicológico. Tenía el respaldo de los Estados Unidos, andaba en camionetas americanas, le gustaba estar acompañado de mujeres hermosas, tenía hijas… ¿Donde está el cuadro del suicida? Pero también estoy seguro de otra cosa: Nisman estaba muerto desde mucho antes de que apareciera el cuerpo. Nisman murió el mismo día en que pergeñaron la estrategia.
–¿Cual estrategia?
–Está claro que existió una conspiración. El escándalo de fondo no era la denuncia contra la presidenta, sino el asesinato del que la denunció. Es el ABC de la conspiración mundial.
–Todo esto lo afirma un presunto capo narco internacional.
– Porque el gobierno y los medios argentinos compraron lo que le dijo la policía de Colombia. No digo que Sergio Berni (ex secretario de Seguridad) recibió un millón de dólares para perseguirme, digo que creyó lo que le dijeron y procedió y después no pudo admitir por vergüenza que se equivocó. Les envié un informe oficial a las autoridades del nuevo gobierno donde consta que nunca tuve pedido de captura internación de Interpol pero me respondieron que tengo que proceder penalmente contra Berni, pero no tiene sentido el desgaste. Además no tengo nada personal contra él. En la demanda voy a proceder contra el Estado Argentino.

Mi Sangre – cumplió 45 años el último 15 de febrero– fue detenido el martes 30 de octubre de 2012 a la salida de un restaurante en Pilar. El operativo estuvo a cargo de la Dirección General de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia (SI), que contó con la colaboración de la Dirección de Policía Judicial Colombiana (Dijin) y de Interpol del mismo país. Desde entonces duerme todas las noches en el Complejo Penitenciario Federal 1 de Ezeiza. En el último tiempo fue trasladado al Anexo 20 del pabellón psiquiátrico que cuenta con, apenas, cuatro celdas. La única que está ocupada es la de él.
“Yo sigo acá –dice–. No me fugué. El que tenga el dinero y las relaciones hace lo que quiera, tiene la llave maestra de todo. Si fuese un narco no estaría aquí sentado”.
– ¿De verdad cree que puede evitar la extradición?
– De todo esto salí muy fortalecido. Cuando llegamos al juicio, por ejemplo, desaparecieron 90 piezas procesales. Ese es uno de los tantos avasallamientos que sufrí. Se masacró la ley y la constitución y  si la Corte lo avala, entonces apaguemos la luz y vamos. «

Aquella exclusiva con Tiempo en 2012

El domingo 12 de noviembre de 2012, Henry Jesús López Londoño habló por primera vez con Tiempo Argentino (también fue el primer contacto con un medio nacional). Unos días antes, el entonces secretario de Seguridad Sergio Berni se ufanó frente a las cámaras de la captura del “narco criminal más importante del mundo». Mi Sangre todavía llevaba barba y recibió al equipo de Tiempo en una de las aulas donde los presos de la cárcel de Ezeiza cursan estudios (y donde probablemente él siga acudiendo por ser estudiante de las carreras de Sociología y Trabajo Social). Desde aquel día hasta hoy cambiaron algunas cosas. El gobierno, por ejemplo. También la gestión del diario. En 2012, Tiempo todavía estaba en manos del empresario Sergio Szpolski, el mismo que pretendió vaciarlo y que luego se fugó tras una venta fraudulenta que dejó a los trabajadores por su cuenta, fundando una cooperativa, iniciando una nueva etapa. 
Los argumentos del colombiano, en cambio, son los mismos: solo se trata de un perseguido político con mala fama por culpa de la DEA y la policía de su país.