Dos hechos simultáneos ilustran perfectamente el momento de Argentina y Francia. Mientras en el hotel donde el franco-chileno Christian Rodríguez se alojaba hubo un corte de luz, el candidato a legislador por los franceses en el exterior de la alianza de izquierda Nupes (Nueva Unión Popular Ecológica y Social) consultaba ansioso en su celular el avance de la moción de censura contra el presidente Emmanuel Macron, que quedó a apenas nueve votos de caer a pesar de las multitudinarias protestas contra la reforma previsional.

«Son las mayores marchas en Francia desde mayo de 1968. Son más de tres millones de personas en las calles», dice este hombre que se exilió con la dictadura pinochetista y ahora milita junto con el líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, tal vez el más cercano a Latinoamérica de la izquierda gala. «Mi campaña legislativa no tiene mayor interés que hacer un diputado más para Nupes y poder botar –con B larga– a este gobierno», agrega Rodríguez, sobre el comicio que se realiza de manera electrónica hasta el 29 de marzo y presencial el 1 de abril en los consulados en el país. «El neoliberalismo no es más que una revolución para destruir el Estado de Bienestar Social que se construyó después del 45. Está herido de muerte pero sigue haciendo mucho daño y Macron no ha gobernado más que con el artículo 49.3, que habilita a imponer una ley por decreto. Es la 11ª vez que lo utilizan. Ahora está unido el frente sindical, la masa está unida». 

–¿Cómo se logró la unidad?

–Hay diez millones de pobres en Francia, hay un estado de indignación porque se han ido amordazando todos los espacios democráticos. Tener 577 diputados y que el primer ministro diga «se acabó esto señores, déjense de hablar que esto está aprobado» deja una sensación de impotencia en la dirigencia y una crisis de representatividad. Macron no tiene la mayoría y está gobernando con derechas y extremas derechas. Están los basureros en huelga. La burguesía se escandaliza por las calles sucias, pero esas personas nos defendieron y nos cuidaron en el Covid, salían a la calle para que tuviéramos espacios limpios. Y ahora los quieren hacer trabajar hasta los 67 años.

-¿Cómo sigue la cosa ?

-Nos da mucha esperanza que el pueblo francés siga en su memoria defendiendo lo que hemos defendido. Nosotros estamos en 35 horas semanales no porque se le haya ocurrido ofrecerlo al gran capital. Estamos porque ha habido una lucha social.

–La edad jubilatoria se elevará ahora a 64 años con 43 de aportes.

–El proyecto es mas grave: solo el 32% de los mayores de 60 años están trabajando. Los demás están cesantes. Es una gran trampa, hay que cambiar urgente la idea de que la vida es para trabajar. No, se trabaja para poder vivir.

–Estamos ante un nuevo aniversario del golpe en Argentina y en lo personal debiste exiliarte.

–Somos el resultado de lo que nos tocó vivir. Yo llego a la política por un primo detenido desaparecido. Esa pregunta, «¿dónde están, dónde están?», se convirtió rápidamente en un compromiso. Hasta el día de hoy no sabemos, no ha sido entregado. Somos hijos de una memoria que tiene que estar viva. Yo me considero latinoamericano más que chileno porque cuando defiendo las Malvinas, cuando reclamo el mar para Bolivia, el fin del bloqueo a Cuba, justicia y tierra para los mapuches, uno va siendo parte de un mundo. Mi candidatura tiene que ver con un proyecto de una Francia universalista. Se es Francia cuando uno abraza el proyecto muy bien resumido en Liberté, Egalité y Fraternité.

–Tengo mis críticas. Hace unos días a Macron le recordaron el rol que Francia desarrolló en África.

–Por supuesto, toda esa herencia neocolonial… es tarea de nuestras generaciones establecer la verdad, pedir el perdón que corresponde, pero sobretodo crear nuevas relaciones de igual a igual. Jamás África debe seguir siendo el universo que han creado con esto de Françafrique. Macron tiene un discurso totalmente atlantista, creo que nosotros tenemos que ser profundamente no alineados.

–Pero incluso en sectores que se autoperciben de izquierda niegan las atrocidades en Argelia o Vietnam.

–Yo pertenezco a la corriente de Mélenchon. Tenemos un programa «El futuro en común», y somos muy claros en el tema de las relaciones internacionales y cómo concebimos la francofonía. Ahora con la guerra de Ucrania y Rusia se ha visto que no tenemos soberanía alimenticia. Dependíamos en un 70% de la exportación de trigo de Ucrania. Nuestra mayor crisis es ahora la energética producto de la guerra. Ellos ya ganaron todo.

–¿Quiénes son ellos?

–Ucrania y la OTAN y también Rusia. Esta guerra inexplicable instala una nueva relación muy delicada en toda Europa, muy frágil. Ninguna guerra es favorable para el movimiento popular.

–Es curioso pero un conservador como Charles de Gaulle sacó a Francia de la OTAN. Recién en 2009 con Nicolás Sarkozy se reincorporó. Ahora Europa es la que parece herida de muerte.

–Sí, sí. Europa no ha producido más que extrema derecha y fascismo, esta es una Europa totalmente neoliberal y están dedicados a vender helicópteros, aviones, misiles de alcance medio en vez de estar enviando diplomáticos para la paz.

–Francia además fue humillada cuando Joe Biden acordó venderle submarinos a Australia, que ya los había contratado con Macron. ¿Cómo lo aceptan los franceses?

–Ha sido una humillación permanente con el gobierno de Macron. Atlantismo puro, hemos perdido presencia en el mundo y somos más lacayos de EE UU que otra cosa. Porque hay una relectura y una batalla ideológica. Yo no sé cómo pero creen que Macron es un hombre de centro. Estos personajes que han sido socios de bancos como es su caso y luego ministro del socialista François Hollande. El macronismo es una síntesis de traiciones tanto de izquierda como de derecha.

–Mélenchon es un emergente bastante extraño en todo este escenario.

–Es el último bastión de la posibilidad de un mundo nuevo con ideas muy concretas. Es radicalmente anticapitalista, radicalmente opuesto a un discurso sin sobrevida a la socialdemocracia. Si nosotros hubiéramos abandonado nuestro programa, nuestro objetivo, estaríamos como el socialismo, reducidos a cero. Porque van contra los intereses de nuestro pueblo.   «