Gabriel Boric ha asumido la presidencia de Chile. Recién inaugurada su gestión es poco lo que se puede decir que suponga un balance de su gobierno. Por ello es mejor referirse especialmente a aquello que los momentos simbólicos de su posesión como Presidente dejan entrever.

La realidad compleja es interpretada a traves de los símbolos. Y esos símbolos suelen llegar a millones en esta realidad mediática del siglo XXI.

Desde la recuperación democrática de Chile es la primera vez que un presidente al llegar a La Moneda se detiene unos respetuosos instantes ante el monumento de Salvador Allende.

Es la primera vez que un presidente, desde la recuperación democrática, elige hablar desde una ventana de La Moneda cargada de remembranzas porque por esas ventanas Allende se asomó por última vez para saludar a algunas gentes el 11 de Septiembre, antes de enfundarse una metralleta para defender lo que había prometido : la democracia, el cambio pacífico y la constitución, dispuesto a dar su vida por ellas.

Es la primera vez que un presidente posesionado cita directamente las épicas palabras de despedida de Allende que han dado la vuelta al mundo medio siglo: “Más temprano que tarde se abrirán las anchas alamedas por las que pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Por eso Boric, que no había nacido cuando la Unidad Popular ganó las elecciones, ni conoció el esperanzador y difícil trienio de gobierno liquidado por el ilegal y sanguinario golpe militar pinochetista, es, 50 años después, un líder que recoge las mejores tradiciones del Chile pre Pinochet.

El golpe de Pinochet fue posible por la decisión de Estados Unidos y sus jerarcas de entonces, Richard Nixon y Henry Kissinger, y por el apoyo social de un sector de la clase media, confundida por una exitosa campaña mediática que recibió apoyo en gremios claves para un golpe como comerciantes y transportistas.

Boric, con sapiencia superior a su juventud biológica, llama a la unidad en la diversidad para transformar a Chile. Su gabinete, ejemplarmente paritario en equidad de género, es otra señal símbólica que envía.

Quiere redistribuir el poder entre los sexos para redistribuir la riqueza concentrada en pocas manos, en uno de los países más exitosos en crecimiento y más fracasados en distribución equitativa del ingreso que existen en el mundo.

El joven presidente entiende perfectamente que Chile necesita una nueva Constitución sustitutiva de la impuesta por Pinochet. Y apoya a la Convención Constituyente y sus trabajos en su mensaje inaugural. Reivindica los derechos territoriales y culturales de las etnias apabulladas durante siglos.

Paralelamente Boric reivindica todos los avances sociales y patrióticos de Chile con Balmaceda, Allende, Frei Montalva, Michele Bachelet, Patricio Alwin, entre otros, recogiendo uno de los mensajes permanentes del presidente mártir, cual era la unidad de los chilenos para alcanzar una sociedad más justa.

En los actos de posesión Boric ha hecho estallar de nuevo la primavera en el otoño de las vidas de muchos de quienes tuvimos la dicha de vivir la extraordinaria peripecia allendista.

Que Boric sea un digno allendista del siglo XXI es el mejor deseo. Que busque y tenga éxito en la tarea de transformar a Chile en democracia y en paz, que impulse un latinoamericanismo fraterno , sin limitaciones ideológicas.

En Isla Negra, Pablo Neruda lo mirará dichoso desde la eternidad repitiendo sus maravillosos versos ”podrán cortar todas las flores , pero nunca cortarán la primavera”.

Y todos los que amamos a ese país austral, geográficamente solitario e internacionalmente fraterno, decimos hoy con euforia “Viva Chile, mierda”.